#sentipensares2025 La ciudad partida en dos imágenes: Crónica espiritual desde el corazón migrante de Los Ángeles

La ciudad partida en dos imágenes: Crónica espiritual desde el corazón migrante de Los Ángeles
La ciudad partida en dos imágenes: Crónica espiritual desde el corazón migrante de Los Ángeles

Algunos dicen que Los Ángeles está en calma.

Quien aterriza en el aeropuerto y se dirige a Disneyland, a los estudios Universal o al paseo de las estrellas, verá una ciudad vibrante, funcional, como si nada pasara. Las autopistas siguen abiertas. Las palmeras siguen ondeando. El turismo fluye.

Pero nosotros no vivimos en esa postal.

Las comunidades hispanas migrantes, las que criamos hijos aquí, las que acompañamos enfermos, las que limpiamos hospitales, las que trabajamos los campos y servimos en las parroquias… vivimos en otro Los Ángeles. Uno donde el miedo respira más hondo que el aire.

Desde hace días, ICE ha tomado nuestras calles. La Guardia Nacional patrulla nuestros barrios como si fuéramos enemigos. Pero no hay armas en nuestras casas. No hay conspiraciones ni violencia. Solo hay personas humildes, trabajadoras, que madrugan para servir, que rezan el rosario en las tardes, que mandan dinero a sus países para que otros también puedan comer.

Persiguen enemigos que no existen. Y al hacerlo, persiguen madres, jornaleros, jóvenes, enfermos, niños. Lo hacen por “seguridad”, pero es otra forma de guerra: una guerra contra la esperanza que llevamos dentro.

Y no, esto no es “sólo una cuestión de inmigración”. Esto es una crisis espiritual. De confianza. De humanidad. De pertenencia.

¿Dónde están los lugares seguros? ¿Dónde quedó el derecho a trabajar honestamente? ¿Dónde está la Iglesia cuando los migrantes son los primeros en los servicios voluntarios, y los últimos en ser defendidos?

Se dice que la ciudad está en caos. Pero no toda. Solo la parte donde vivimos los que no importamos. Porque esta ciudad está partida en dos: – una que sigue sonriendo para la foto, – y otra que calla porque hablar puede costar una detención.

Y sin embargo, en medio del temor, algo resiste: La oración compartida entre hermanas. El mensaje que se pasa de mujer en mujer. La certeza de que Dios no se ha ido, porque Dios nunca ha tenido papeles. Y porque la fe también migra, también tiembla, pero también se levanta.

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