#sentipensares "Como a ti misma/o"

"Como a ti misma/o"
"Como a ti misma/o"

En el mes de febrero particularmente se suele dar lugar a la reflexión sobre el amor, un término tan amplio, profundo, creativo y audaz que, tristemente, se reduce al ámbito de las relaciones de pareja. Pero el amor es mucho más que un vínculo entre una pareja de enamorados porque atraviesa todas las dimensiones de la persona y sus relaciones consigo mismo, con los demás, con las naturaleza, con la Divinidad, con todo.

Reflexionando precisamente en este tema del amor recordaba que, en no pocas ocasiones de la vida comunitaria se nos lo ha referido en torno al prójimo y todo lo que ello implica. Y en este sentido se nos han ofrecido una serie de consejos “piadosos” sobre cómo estar siempre disponible para el otro, sea quien fuere: familia, amigos, conocidos, en fin, todo aquel que necesitara nuestra “disponibilidad”.

Cuando, en una oportunidad, pude releer un mandamiento muy dinámico en torno al amor como lo es el de “Amar al prójimo como a ti mismo”, comenzó a inquietarme el segundo término de la oración, el “como a ti mismo”. Y pensé, interiormente, que es precisamente de lo que menos se ha hablado o invitado a reflexionar. Desde ese entonces y, como cada día, me interpela ese “como a ti mismo”, lo cual me lleva a indagar acerca de cómo trabajar en el amor por una misma que de puede decir también el amor propio. Cómo cuidar entonces ese espacio sagrado de quiénes somos y lo que necesitamos para cuidarnos, respetarnos, sanarnos y liberarnos.

Y aún me sigue interpelando el hecho de que el “como a ti mismo” ha sido la expresión más invisibilizada del mandamiento de Jesús, sobre todo en nuestros ámbitos eclesiales y más que nada referidos a las mujeres. Se nos ha “adoctrinado” para “soportar”, sacrificar tiempo personal para estar para otros, aceptar como una cruz al otro, incluso cuando el otro estaba destruyendo nuestro amor propio. Se nos instó siempre a seguir “aguantando” vínculos de todo tipo con esos piadosos consejos que solo redundancia y siguen redundando en el “amor al prójimo”.

Con todo esto me sigo alentando y aliento a otras, otros, a continuar creciendo en el amor propio porque, en la medida que aprendamos a conocernos, sanarnos, perdonarnos y liberarnos, podremos obrar de igual forma con los demás.

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