#AdvientoFeminista2025
No deseo ser ordenada diaconisa
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En estos días ha vuelto a estar sobre la mesa el tema de la ordenación diaconal de las mujeres comprobando que hay muchas de nosotras que lo
viven como una negativa a ser consideradas iguales en dignidad. Quisiera reflexionar desde varios ángulos lo que pienso del tema.
La llamada “ordenación” se remonta a los apóstoles del relato de Hechos 6,1-6 en el cual designaron a "siete hombres de buena reputación" para
atender a las viudas (escrito aproximadamente en los años 90/100 d.C.). Se ha interpretado mucho después como un momento en que se establece la
“diaconía” como un ministerio de servicio, cuidado, ayuda y atención a las viudas.
Tenemos primero los textos de Pablo, Filipenses 1,1 donde el diácono figura como parte de la estructura comunitaria, en 1 Tim 3,8-13 se describen las
condiciones para ser diáconos y los asuntos que manejan y en Romanos 16,1 Febe es llamada diaconisa al frente de la comunidad de Cencreas (años
57-58). Luego, en el tiempo (años 70-80) el escrito del evangelio de Marcos 1,29-31,y posteriormente en Mateo 8,14-15 y Lc 4,38-39 donde se utiliza el verbo
diakonei para describir la acción de la suegra de Simón. Los tres sinópticos
conservan el relato.
Hasta acá la Escritura, ya que es la fuente adonde acudir siempre, porque es donde encontramos respuesta actual si es que la leemos desde nuestro
propio contexto y conociendo el contexto en que fue escrito.
Por otro lado, quedan la Tradición y el Magisterio. Toda Tradición ha de ser recordada y revisada según los signos de los tiempos que nos van marcando
su continuidad y la importancia de qué seguir conservando (esto tiene que ver no solo el tiempo en que vivimos sino también la geografía y la
realidad).
El Magisterio es la enseñanza de los apóstoles transmitida oralmente y por escrito desde el siglo I. A través de los siglos se ejerce en forma explícita en
los Concilios Ecuménicos de Trento (1563) y Vaticano II (1962/65) y a través de las enseñanzas pontificias (encíclicas, cartas apostólicas) de Papas como
León XIII, Pío XI, Pablo VI, Juan Pablo II, Benedicto XVI y Francisco, quienes han abordado temas morales y sociales.
Su consolidación en documentos como el Catecismo de la Iglesia Católica (1992) sistematizan estas enseñanzas, y los organismos (como la
Congregación para la Doctrina de la Fe) para el ejercicio de ellas.
Resumiendo, para entender nuestra preocupación de ser ordenadas diakonas tenemos que recordar esta evolución y también que la
formalización de la jerarquía en la Iglesia Católica es del siglo IX mientras que el desarrollo del rito de ordenación con entrega de cáliz y patena es del
siglo X-XII. El sacramento del orden del episcopado, presbiteriano y diaconado a varones es del concilio de Trento (1563).
Siempre tomando como referencia a la última cena de Jesús con sus discípulos (hoy nos preguntamos: ¿eran todos varones?).
MUJERES DE ACCIÓN
Hace más de 40 años que participo en comunidades y barrios dedicada a la transmisión de la Palabra. Muchas veces en el comienzo puramente Lectura
popular de la Biblia. Tiempo después me especialicé en su estudio, pero sigo hasta hoy con la mirada puesta en el texto y en la realidad como mi forma de
encontrar camino y de brindar herramientas para su lectura.
No puedo dejar de mencionarnos como mujeres con cuerpo de mujer, hecho para ser habitado, preparado para acoger viviendo la otredad desde la
biología del cuerpo. Hoy, tengo 80 y me siento completa como persona, pero sé que aún no estoy terminada, gracias a los que me aportan tanto cada día.
NUESTRAS VOCES RECONOCEN LO QUE SOMOS
Por eso quiero alzar la voz, porque valorar lo transitado es nuestro tesoro y no importa que no tenga un nombre. El reconocimiento se vive a diario,
cuando vemos el despliegue de las personas sobre todo en la familia y en la comunidad donde anidamos.
No es necesario tener un título. No es necesario que la tarea tenga nombre y menos aún un nombre que no nos identifica con lo más auténtico de nuestro hacer.
Personalmente, desde la reflexión de la Palabra compruebo que la red se extiende y sostiene. A las mujeres nos hace libres de reconocer el camino andado y estamos trabajando sobre la no espera del reconocimiento. Sabemos que lo que somos y hacemos llevamos donde vamos y que eso ensancha el Reino. No nos pensamos diferentes a ninguna mujer seguidora
de Jesús porque somos eso: sus seguidoras hoy.
DIACONISA: NO ME GUSTA SU SIGNIFICADO ACTUAL Y LA ANSIEDAD
POR ALCANZARLO ME GUSTA MENOS.
Entonces… creo que no deseo. Y conozco a muchas mujeres que tampoco desean ser llamadas diaconisa por medio de una ordenación.
Somos es, si es que significa servidoras, evangelizadoras, biblistas, animadoras, consoladoras, llevadoras de comunión….y mucho más sin
ordenación y este es nuestro tesoro.
Deberíamos mirarlo como nuestro propio milagro de mujeres, reconociendo que solo se ve cuando uno entra en el misterio de cada día. ¿Qué mejor que
tener en el corazón escrito este SECRETO-VISIBLE-COMPROBABLE?
ATENDAMOS A UN CLAMOR:
Un clamor agradecido al cual espero que puedan adherir. No deseemos el reconocimiento de aquello que nos quita las que somos. Más bien miremos
la experiencia y trayectoria de la vida de tantas mujeres y volvamos la mirada a lo que nos regala la Palabra. Cuando nos encontramos dentro de ella
tenemos la oportunidad de pensarnos que igual que las primeras seguidoras de Jesús posteriores a su Muerte Resurrección tampoco
hoy vamos a alcanzar una ordenación.
Yo no la desearía, porque me perdería ser parte de esta historia de mujeres: Mujeres de la Iglesia, mujeres cercanas al Pueblo de Dios, seguidoras de Jesús al modo de las primeras, siempre ahí…..
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