#8M2023 ¿Qué está pasando con la identidad femenina?

Es hora de conciliar la propia autonomía con lo relacional y familiar.

2023

He de confesar que la pregunta ¿QUÉ ES SER MUJER? la he realizado en diferentes círculos y el común denominador ha sido el de no pronunciarse con ninguna opinión, como si diera cierta prevención no acertar con lo que es políticamente correcto. Los únicos que me han contestado rápidamente han sido una niña de 5 años que a la pregunta respondió:  Madre y un niño de 9 años que dijo: Ser mujer es no ser hombre. Claro que la primera está encantada con su propia madre y el segundo está en pleno proceso de desarrollar su identidad masculina.

              Me pregunto qué está pasando con este asunto de la identidad femenina que genera tantas incógnitas en los adultos.

              Está claro que tanto el hombre como la mujer pertenecen a la misma especie, pero son diferentes biológicamente en su anatomía y sus hormonas. Mientras que el hombre tiene mayor fuerza física, la mujer tiene la capacidad de dar a luz y amamantar. La testosterona, prevalente en los varones, está ligada al sexo y a la agresividad. Y la oxitocina, más propia de las mujeres, se asocia a una mayor empatía y sensibilidad emocional. Podríamos decir que la energía femenina en su mejor versión es ondulante, perceptiva, sensible e intuitiva y en su peor versión es depresiva, se colapsa y se pierde a sí misma. En contraposición, la energía masculina es más vertical, lista para acción, con enfoque y determinación, pero puede ser agresiva, implacable y a veces violenta. Los hombres están más impulsados a la individualidad y las mujeres tienden a definirse por lo relacional.

                 Históricamente, durante siglos y dependiendo de los factores biológicos, puesto que la fortaleza física era el gran valor, los varones se han dedicado al mundo y a la producción y las mujeres a la esfera privada y familiar, siendo las depositarias del amor y de los cuidados. Pero en muchas culturas se han perpetuado estas diferencias de roles más allá del tiempo en el que tenían sentido, con estereotipos y expectativas sociales retrógradas. El desarrollo de la historia es inexorable y, más allá de lo físico, han ido surgiendo valores aplicables igual a hombres y mujeres, de tal forma que hoy día la mujer representa el principio activo tanto como el hombre y el hombre representa el principio receptivo igual que la mujer.

                  Los movimientos feministas contienen mucha verdad, pero no toda. La propia mujer tiene que precisar qué parte de sí misma contribuye a sentirse oprimida, porque es fácil abandonarse a la dependencia y al olvido de sí. Y así como el hombre ejerce violencia hacia fuera, la mujer lo hace hacia dentro. Creo que tanto los hombres como las mujeres somos víctimas de la historia, del sistema cultural y de los que ejercen el poder. ¿Qué suelen ser hombres? De acuerdo, pero no por ser hombres. Y aquí habría que hablar de dinámicas políticas, económicas y mediáticas. Por eso no creo en la victimización de lo femenino. ¿Acaso somos más tontas o más débiles? Tampoco estoy de acuerdo con las derivas feministas que condenan lo masculino, igual que antes nos condenaban a las mujeres de irracionales e histéricas.

                  Lo masculino y lo femenino están en los dos sexos y no es fácil equilibrar estas energías. Esto es independiente de la orientación sexual, pero no podemos perder de vista que somos, en nuestro origen, fruto de un varón y de una hembra. Comprender al otro, entender el odio, el miedo y la desconfianza…  es labor de los dos sexos y en eso consiste el crecimiento personal. Todas esas ideologías dualistas o excluyentes están condenadas a fracasar.

                  Es hora de conciliar la propia autonomía con lo relacional y familiar. La mujer es la que en estas áreas asume más responsabilidades con el consiguiente stress. Necesita soltar ese control y para eso se precisan cambios sociales y políticas de conciliación laboral. Ser madre no es asunto fácil y siempre se requiere de otras personas.

                   Entonces, volviendo a la pregunta ¿Qué es ser mujer? Yo diría: Ser mujer es un destino. Y es destino porque somos biología, familia de origen, cultura, biografía… y esto nos determina, pero también somos lo que decidimos ser, es decir podemos ser dueñas de nuestro destino. En conciliar todo esto se encuentra la clave.

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