#sentipensares Las pequeñas cosas de la vida

Cada uno en su lucha en su historia está construyendo el Reino de Dios.

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Si pudiéramos ser conscientes de cuánto nos hace feliz lo pequeño, lo sencillo, seguro estaríamos más atentos para aprovechar cada oportunidad y disfrutarla. Para ello, creo que es necesario combatir un combate en el que todos hemos entrado sin darnos cuenta y es la prisa… todos corremos y entre más rápido mejor… entonces, pocos disfrutamos de lo cotidiano, pocos contemplamos las maravillas que Dios ha creado para que seamos felices desde lo pequeño.

Por estos días he tratado de ir despacio, con más conciencia, observando, dándome la oportunidad de sentir lo que vivo, lo que hago y eso me hace muy feliz. 

Prender candela, fue siempre un martirio para mí, lloraba todo el tiempo y el humo me ahogaba, al parecer el fogón no era mi amigo, Jejejje. Mi papá trataba de ayudarme siempre con esto y mi mamá de mandarme casi toda la comida preparada para que no bregara. Pero ahora, prender candela es un placer, disfruto acomodando la leña, viendo surgir la llama y le pregunto siempre a mi mamá, si quiere que le prenda el fogón.

Mientras molía el maíz, cocinado en leña, siento que cae algo y me fijo, es una guanábana gigante y está hermosa, sus capullos blancos parecen mirarme, entonces dejo el molino y voy por ella, la coloco en un recipiente y termino de moler lentamente los granos de maíz mientras doy gracias a Dios por tener tantas bendiciones juntas. Mi mamá toma la masa, la comparte para la casa y mis hermanos y yo me siento a limpiar la guanábana, a dejar que sus capullos acaricien mis manos y su almíbar me deleite el paladar; al terminar, inicia una tradición hermosa, compartir con los vecinos y ellos hacen lo mismo.

Los días transcurren entre labores sencillas, mi hermana me enseña el cafetal, vamos a coger naranjas, rezamos juntas el santo rosario, caminamos por el lote y vemos que también hay cacado, debo recogerlo al otro día. Mis hermanos nos comparten mandarinas, plátanos, uvas, mi papá nos lleva leche, cuajada y pancito. En la huerta encontramos una enredadera que pronto tendrá habichuelas, hay frijol, maíz, tomate, cilantro, cebolla, limones, guayabas, maracuyá, plantas medicinales y flores en cada rincón. Las gallinas colocan sus huevitos y algunas nos sorprenden con una hermosa camada de pollitos.   Esto es bonito y pienso que cada uno en su lucha en su historia está construyendo el Reino de Dios.

Siento que Jesús pudo llegar al corazón de sus oyentes, porque les habló desde su cotidianidad, tomó lo pequeño; Mateo nos presenta una colección de parábolas que así lo demuestran: 

La semilla de mostaza: 13, 31-32

La levadura: 13, 33

El tesoro escondido: 13,44

La perla fina: 13,45-46

La red: 13, 47-50

En cada relato se hace presente el Reino de Dios y con él la justicia y en esta maravilla que se observa en el campo, se hace necesario buscar las oportunidades para nuestros campesinos, que se construyan vías, se revise el costo de los insumos; reclamar lo que les pertenece, velar para que la cosecha de sus productos pueda ser vendida y no se pierda, pues es lo que tienen para vivir, para el sostenimiento de sus familias.

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