Esto también es el Rocío. Ha muerto Curro el Largo.



Podría eliminar el "también". Sencillamente, esto es el Rocío. Explicaré por qué una persona muerta se identifica con el Rocío.

La fotografía es mala. No es bella, ni está bien tomada. Pero recoge una imagen que desentraña mucho de las auténticas esencias del Rocío.

Sin necesidad de más explicación, la fotografía se ve que recoge la imagen de un hombre solo ante la Virgen del Rocío. Sin público alrededor, un día cualquiera entresemana, en los pocos momentos en los que la ermita está vacía, en los que no hay otras personas agolpadas ante el altar de la Virgen.

Este hombre acaba de morir. Se llamaba Curro el Largo, así le llamaban todos en Almonte, habiendo muy pocos que supiesen con exactitud sus dos apellidos. Curro el Largo es un hombre típico de la devoción rociera más honda. Su foto solo ante la Virgen lo retrata adecuadamente.

Sin estudios especiales, aunque no bruto, hombre bien educado y que podía expresarse bien en privado y en público. Antiguo miembro de la Hermandad Matriz de Almonte, sin puestos de relumbrón, pero siempre muy cercano a las actividades y a la vida de la Hermandad. Trabajador manual, creo que electricista. En todo se distinguía no por el brillo de sus actuaciones, sino por su honradez y por su bonhomía.

Si su foto ante la Virgen es significativa es porque era uno de los hombres, no escasos, que guardan una honda y profunda relación con la Virgen. Probablemente no serán capaces de pronunciar palabras bonitas y elegantes ante los otros, pero saben quedarse a solas ante la Virgen y expresarle todos sus sentimientos más íntimos y personales. Hombres que siempre se ven ante la Virgen, en las ocasiones solemnes y también los momentos en los que no se va para que te vean, en silencio y a solas.

Hombre además de buena estatura y de gran fortaleza en sus años de plenitud física, de los que imponen su presencia y su fortaleza para dirigir de alguna manera la masa de personas más jóvenes que llevan sobre sus hombros las andas de la Virgen del Rocío. Desde fuera no se nota, pero debajo de la Virgen siempre hay algunos pocos hombres hercúleos que imponen su fuerza y sus directrices entre los vaivenes que caracterizan de forma inigualable sus procesiones.

Ha muerto Curro el Largo, una de las verdaderas columnas de la devoción rociera, un representante de la especie -¡ojalá no se acabe!- de los que mantienen en pie las esencias más puras de la devoción a la Virgen del Rocío. Descanse en paz Curro el Largo.
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