Uso de la pederastia para denigrar



La pederastia es un comportamiento claramente reprobable, pero el uso de la pederastia para denigrar a una persona o institución es también un comportamiento que merece ser claramente reprobado y denunciado.

Lo que viene haciendo El País en los últimos tiempos es un uso claro del estigma de la pederastia para atacar directamente a la Iglesia católica. La condena más radical de los abusos sexuales con menores no da derecho a dar por hecho que la Iglesia comete abundantemente estos abusos y que practica una política de ocultamiento de estas realidades.

Destacar, con todo, el uso denigratorio de la pederastia resulta peligroso, porque al instante se interpreta como si no se le diese importancia al abuso sexual con menores o como si se quisiesen ocultar los casos existentes. Pero una cosa es una cosa y otra cosa es manipular algunos casos o algunas sospechas para atacar virulentamente a la institución eclesial.



ALGUNOS APUNTES DESCONEXOS en torno al tema planteado:

+Abrir una cuenta de correo electrónico para recabar información sobre los casos de abusos sexuales con menores en la Iglesia es incitar, meter los dedos en la boca para vomitar estos hechos, creando como una cierta obligación de declararlo, dimensionarlo o inventarlo. Poner el reclamo de la dirección de esta cuenta de correo electrónico en la primera página del periódico es manifestar el deseo que se tiene de recabar información al respecto, para dejar mal a la Iglesia que los oculta.

+ Después de un tiempo de "recogida de datos", publicar las declaraciones de una escasa media docena de casos existentes -en 50 años (desde los 40 hasta los 90), basadas en recuerdos de hechos muy pretéritos, con imprecisión de las culpabilidades-, manifiesta que la avalancha de confesiones denunciatorias no se ha producido pero que se mantiene la voluntad de recoger más información sobre el tema.

+ Traer reiteradamente a la primera página del periódico el reclamo de "pederastia en la Iglesia" presupone el dar por hecho que el problema existe y abrir alas a la imaginación para hacer pensar que existe de forma muy extensa.

+ Publicar alguna de estas "informaciones" sin firma real o pseudónima de autor, sólo con la referencia "El País", supone que no hay quien quiera dar la cara para firmarlo o que es manifiesto el interés del propio medio para subrogarse la autoría y la voluntad vindicatoria.

+ Insertar en una "información" un recuadro en negrita y sin firma con el título de "Trasparencia contra la pederastia" es tirar la piedra y ocultar la mano de que no se quiere mantener por parte de la Iglesia esta trasparencia.

+ Destacar que "Conferencia Episcopal, diócesis, órdenes y congregaciones consultadas aseguran que no tienen previsto recabar información sobre los casos de pederastia que han conocido en las últimas décadas" presupone que los casos existen de hecho y que existe también una voluntad de ocultarlos. Presupone también que otras instituciones civiles, a las que no se les ha demandado una información similar, sí estarían dispuestas a hacer investigaciones y a facilitar sus resultados, lo cual no es nada evidente.

+ Cuando el aún Secretario de la Conferencia Episcopal, José M. GIL TAMAYO, sale al paso, da la cara y ofrece declaraciones sobre todo este tema, la recensión recogida por el periódico resalta en el titular que la Iglesia asume un "silencio cómplice" e ironiza, acorta o presta poca atención a lo también declarado sobre el silencio paralelo de toda la sociedad sobre el tema o -según la referencia más minuciosa de otro periódico- la "campaña mediática y política intencionada para desacreditar y criminalizar a esta institución y en la que no se duda, incluso, en instrumentalizar a las víctimas y convertir su testimonio en un espectáculo". Tampoco he visto que se recoja la alusión de Gil Tamayo a una auténtica "inquisición laica": "Estamos trabajando en esto, pero no queremos vernos puestos en un foco de sospecha porque se haya erigido una inquisición laica, con unos intereses que no son los de defensa de las víctimas sino de desacreditación de la Iglesia". Lo que no se dice contrasta mucho con lo que sí se afirma sobre esta turbia materia.



TESTIMONIO DE UN EXPERTO EXTRANJERO
En el fragor de toda esta polémica, me han llamado la atención los comentarios de un italiano, Stefano GUARINELLI, psicólogo y psicoterapeuta en el Seminario de Milán, que, al asistir a un Congreso en Madrid y con mayor distancia del problema, ha hecho algunos comentarios también sobre este tema (Ecclesia, 3 Noviembre 2018,10):

* "Algunos medios de comunicación reaccionan de manera desproporcionadamente agresiva. La Iglesia ha perdido credibilidad, tenemos que escuchar a las víctimas, pero también habría que decirles a los jueces y periodistas que aprendiesen un poco de Psicología y Psiquiatría y no adoptasen la versión de las víctimas sin intentar una interpretación de su relato".

* "No se utiliza el mismo criterio para otras realidades... Se insiste mucho en la Iglesia católica, pero por qué no se meten con los equipos de futbol, con el mundo del cine, la familia... Hay cierta hipocresía en el modo de tratar la sexualidad".

* Dentro de la Iglesia hay que aplicar también "procedimientos rigurosos", pero "el problema es que con procedimientos muy estrictos puede que lleguemos a culpabilizar a sacerdotes que no han hecho nada". Algún caso ha habido ya en España, en Granada, de lo señalado por el experto italiano.


CONCLUSIÓN. La pederastia es muy reprobable, todo lo que se pueda hacer por evitarla es poco, pero también hay que reprobar y denunciar el uso de este crimen para atacar intencionadamente a la Iglesia.
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