¿Por qué tanta gente?



La botella medio llena o medio vacía es una sencilla imagen que refleja bien el tema de hoy. El diagnóstico de una situación no resulta fácil cuando existen datos contradictorios, a favor y en contra de una determinada valoración. La tensión está a punto de estallar cuando se contraponen las valoraciones opuestas sobre una misma situación.

Sea cual sea el posicionamiento que se adopte, surge el temor de ser calificado de partidista: de retrógrado o de progresista, de pesimista o de optimista, de izquierdas o de derechas. Sin uno mudarse de sitio, se encuentra a veces calificado por los demás desde posturas contradictorias.

CONTRADICCIONES APARENTES
La situación social es de los temas más inabordables. Teniendo memoria de bastantes años ya pasados, siempre me ha chirriado escuchar que "los ricos cada ves son más ricos, mientras que los pobres son cada vez más pobres", que la situación social va progresivamente degradándose, que el mundo empeora a pasos agigantados. Posturas pesimistas extremas.

La consecuencia de estas extremas valoraciones sociales es también la postura política que se adopta: hay que arramblar con la situación nefasta actual (postura de las izquierdas), o conviene mantener lo bueno actual para corregir lo malo también existente (posicionamiento de las derechas); el liberalismo/capitalismo es el demonio con patas, o es algo menos malo cuyos defectos hay que corregir; hay que cambiar todo o hay que conservar lo bueno. Las posturas se vuelven antitéticas.

Y no es extraño, por ello, que, sin cambiar la propia postura, sea ésta sucesivamente descalificada desde extremos opuestos.

LUMINOSA INTERPRETACIÓN
Por lo hasta ahora dicho, resulta luminoso un lejano artículo, Vivimos en Matrix , publicado precisamente en El País (9 Septiembre 2018, p11), firmado por Victor Lapuente, un profesor de Ciencias Políticas en la Universidad de Gotemburgo, colaborador frecuente pero no miembro de la redacción de este medio. Dada la orientación que se da al escrito, contrasta que sea precisamente en este periódico -con tanta voluntad siempre de mostrar progresismo- en el que este artículo se publique.

La imagen de Matrix se usa porque se trata de entrar en una fantasía virtual, de percibir que no es real el mundo que muchas veces percibimos. Citando estudios del psicólogo Daniel Gilbert mantiene que, cuando un problema se reduce, los humanos ampliamos su extensión: a medida que un problema se vuelve menos frecuente, incluimos en él más elementos; esto es, ampliamos la extensión del problema: cuando las propuestas poco éticas se tornan más esporádicas, rechazamos también iniciativas que antes habríamos calificado como éticamente correctas. Así, mediante esta forma de proceder, el estrés social se ha ampliado, nos preocupamos y protestamos por problemas y situaciones que antes no considerábamos como criticables.

Consecuencia de este fenómeno es la inhabilidad para reconocer el progreso. Vivimos actualmente en el mejor de los mundos, y lo criticamos como si fuese el peor de todos los tiempos. Los ejemplos son muy sencillos: hace treinta años, uno de cada tres ciudadanos vivía en extrema pobreza, mientras que ahora sólo uno de cada diez vive en la pobreza extrema; antes la esperanza de vida era de 30 años, mientras que ahora vivimos hasta los 70 y hasta los 80 años, como media. La gran paradoja está en que, mientras que los datos nos indican que vivimos en la era de mayor prosperidad y paz de la historia, la percepción que percibimos de los medios de comunicación es que atravesamos la época más "crítica" y "convulsa". La ley psicológica que determina este fenómeno es que, porque justamente todo mejora, vemos problemas por todas partes . Esta es la impresión que produce la "extensión o ampliación del problema".

El autor de este buen artículo se extiende aplicando esta teoría al problema catalán o al problema de la discriminación femenina: la situación es ahora mejor que antes, y la sensación y las protestas la perciben como progresivamente empeorando. Los humanos tendemos a expandir los problemas, a medida que los solucionamosada conclusión de esta ensayística pequeña teoría.

TAMBIÉN EN EL ÁMBITO ECLESIAL
La ambivalencia de la situación actual es particularmente aplicable al ámbito eclesial: medio llena y medio vacía. Y también aquí se puede aplicar la teoría de la extensión del mal: cuando la situaciones mejoran, los diagnósticos que se formulan claramente los presentan como empeorando. La pederastia será probablemente en la actualidad menor que en otras épocas, y la percepción del problema no puede ser más catastrofista. Más claro aún resulta el tema en la valoración del papado: cuando mejor resulta para casi todos la situación actual, peor la estiman algunas opiniones, llegando al caso absolutamente insólito de que un Cardenal haya solicitado la renuncia de Francisco. Cuanto mejor, peor.

DIFICIL EQUILIBRIO
No es para tranquilizarse ingenuamente, ni es tampoco para caer en una postura cómodamente conservadora ante todos los problemas. Pero ante la casi innata tendencia a la "extensión de los problemas", conviene mantenerse alertas para no caer en una constante intranquilidad o a una actitud de protesta ante todo lo que se presente por delante. Aunque resulte difícil, cierto equilibrio resulta siempre necesario entre el pesimismo radical y el optimismo ingenuo. Los dos extremos son perniciosos.
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