Fake news en nuestros genes

Podemos convivir tan tranquilos con la mentira y ajenos a la verdad  

Salgo de una exposición sobre Fake News (que no se la pierda quien pueda…) pensando cuánta razón tenía Pablo al prevenir a los Romanos de ese riesgo: convivir tan tranquilos con la mentira mientras la verdad  está aprisionada en una mazmorra. Un acierto de la exposición: el  recorrido histórico demoledor  que muestra cómo las fake news no son un invento de Trump, Putin o Munsk, sino que eran habituales en los emperadores romanos, hasta en el mismísimo Adriano que parecía tan virtuoso.  Después de eso, ya no extraña el engaño de Hamas a los sistemas de inteligencia israelíes: han atacado a Israel por superficie,  mientras  simulaban estar tranquilos y entretenidos en excavar túneles.

Y ya que nombro a Israel, imposible no recordar a Jacob, ese ancestro nuestro, mentiroso compulsivo y  experto en manejarse en las aguas movedizas de los engaños. Visitamos Gen 25-27  “en formato exposición”: Rebeca, mujer de Isaac, está pariendo gemelos y sale primero Esaú el peludo y detrás Jacob agarrado su talón. Ya apuntaba maneras el que iba a pasarse la vida trampeando para arrebatarle a su hermano sus derechos de primogénito. Pasamos a la “sala” siguiente: Isaac, viejo y ciego, tiene el capricho de un guiso de caza; Rebeca prepara un cabrito a toda prisa, Jacob se pone la ropa de Esaú y se acerca obsequioso con el plato: “¡Qué pronto has encontrado la caza, hijo mío!”- dice Isaac-.  “Es que el Señor me la puso delante, padre mío”, miente él implicando a Dios en su trama. Consigue la bendición que le consagra como primogénito pero no le queda más remedio que escapar, huyendo de la venganza de su hermano. Todo muy actual, como se ve. Después de más aventuras y fraudes, al final asistimos a la reconciliación de los hermanos y a la rendición total de Jacob al Señor.

Y en medio de tanta desfachatez  - la de Jacob, la de Hamas e Israel, la de cada uno de nosotros…-, la presencia fiel y perdonadora del Dios que no nos retira su amor. Dice mi Arzobispo José Cobo que hay que “descansar en Su paciencia”. Va a ser esa la única grieta por la que se cuele la luz en medio de esta noche del mundo.

(Vida Nueva, Noviembre 2023)

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