Intemperies y amparos

Un respiro en medio de tantas intemperies y desamparos

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INTEMPERIES Y AMPAROS 

 La peor del desastre climático que estamos viviendo es la sensación dolorosa de que la Tierra ha dejado de querernos. Nos hemos equivocado tanto en nuestra relación con ella, le  hemos hecho tantos desaires, la hemos tratado con tanta  insolencia, que está herida y enfadada con nosotros  y nos lo hace sentir con los mil desastres que ahora nos alarman. Por eso me han resonado de manera especial los textos de Isaías que  hemos leído en Adviento:La gloria del Señor lo cubrirá todo,  como tienda que da sombra contra el calor del día, abrigo y refugio contra la lluvia y la borrasca” (Is 4, 5-6) “Fuiste baluarte del pobre en peligro, reparo en el aguacero, sombra en la canícula” ( Is 25,4). En medio de tantos diluvios, sequías y huracanes, las  imágenes de protección y defensa  ofrecen, a la vez que consuelo y  respiro,  una exigencia de  responsabilidad para ensayarlas y ejercitarlas también nosotros, aunque sea torpemente. Son una llamada urgente  a cuidar con dedicación absoluta esta “casa común” que es la nuestra.

      Un poema del último libro del poeta, amigo de otro amigo, al que sigo la pista   (J.A.González Iglesias, Jardín Gulbenkian),  me ha añadido un soplo de esperanza al recordarme el nombre de Aquel  con quien, a pesar de todo,  seguimos contando:

“He oído en una conferencia

  que hay uno

  que asume todo nuestro desconsuelo.

  Y he leído, en un libro

  de un poeta, que hay uno

  que puede verlo todo sin odiar.

  Tienen que ser el mismo”.

 Debe ser también el mismo que nos sigue ofreciendo amparo, abrigo y sombra en medio de tanta intemperie.

(21 RS, Enero 2020)

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