Pedestales
        
    Además, no encuentro ni rastro de ese imaginario en el Evangelio, más bien todo lo contrario: a Judas, enemigo declarado de Jesús, él lo recibe en el huerto llamándole amigo, no dándole un pisotón. A sus discípulos, dispuestos siempre a encaramarse a cualquier podio con tal de sobresalir, les conmina a ponerse en el último lugar al servicio de todos. Y él mismo no encontrará un gesto más elocuente que el de quitarse el manto y arrodillarse a los pies de sus amigos para lavárselos.
Estoy en total acuerdo con lo que decía aquí hace poco Jesús Martínez Gordo: “La intensidad y extensión del dolor provocado (por la pederastia) y el arraigo de la complicidad institucional han evidenciado que tan depravada praxis, descaradamente verticalista y absolutista, nada tiene que ver con lo dicho, hecho y recomendado por Jesús y sí mucho con el modo de proceder heredado del absolutismo”.
Conclusión del sabio:- ¿Pedestales? No, gracias. Ya he visto que todos llevan una pegatina que avisa: “Tonto-el-que-se-suba”.