Seguro que esto no os suena a nuevo, bien porque os sintáis así, o porque conocéis a alguien en estas circunstancias.

Hoy quería traer esta reflexión porque es un problema que desde hace años, cada vez se va normalizando más. Personas con las que antes podías relacionarte y hoy día son capaces de todo con tal de negar su uso desmedido. Personas que se refugian en el teléfono y todo lo que ello conlleva aun a costa de perder a las personas más  cercanas.

Cuando se les intenta hacer comprender su actitud, suelen actuar a la defensiva. Siempre con mentiras y negaciones constantes, anteponiendo esto ante una amistad, un familiar o situaciones peores, ya que sus teléfonos suplen cualquier otra cosa.

Personas atrapadas en esta moda cada vez más presente con las que es imposible el poder razonar o hablar, y ya no solo me refiero a los jóvenes, sino también a las personas mayores, ancianas, sumergidos en su mundo y quienes han encontrado en esto, un tipo de escape, para no enfrentarse a muchas otras cosas.

Seguro que cuando leáis esto, os vendrán a la memoria más de un nombre. Personas que permiten dejar en el camino amistades, cariño, cercanía, por aferrarse a esta droga, porque el teléfono es una droga y está muy por encima de todo. Podéis estar seguro que jamás lo asumirán, siempre serán los demás los exagerados, los que no les dejan en paz, los que mienten etc., pero nunca ellos…

No olvidemos que todo esto nos podrá aportar inmediatez, pero en el fondo todo es vacío, ¿Qué hay detrás? Nada…

Quizá tendríamos que preguntarnos si yo soy una de esas personas y contestarnos desde la verdad y la sinceridad, si verdaderamente nos merece la pena perder amigos y familia, pongamos en una balanza lo que perdemos y ganamos, hagámoslo siempre desde el corazón, porque la tecnología ayuda, pero también destruye a muchas personas…