Niñito Dios, ¡sigue viniendo!, sabes lo mucho que te necesitamos y más en este año tan difícil para todos…
No te canses de venir, hazlo en espíritu, en palabra y en vida. Hazlo a este mundo que parece haber pedido todo, incluido el horizonte de la vida y la esperanza… Ven a sacudir los corazones dormidos, muéstranos esa fragilidad poderosa de Niño-Dios. No te canses de venir contra viento y marea, contras escepticismos y rutinas porque sabes que hoy más que nunca te necesitamos…
Necesitamos de tu amor, necesitamos de ti con desesperación y euforia…
Sigue naciendo en nuestras vidas y así poder seguir redescubriéndote…
Mis mejores deseos para cada uno de los que compartís conmigo este minuto de encuentro.