Jornada Mundial de los Pobres

En el año 2016 el papa Francisco instituía la Jornada Mundial de los Pobres, día que celebraremos el próximo domingo 14.

Pienso que este día no debería ser instituido, porque no debería existir. ¿Qué clase de sociedad, de mundo, hemos construido y estamos construyendo?

El momento actual es el resultado de una gran desigualdad que no para de crecer, de una indiferencia hacia el que no puede aportar nada a la sociedad. Tanto tienes tanto vales… ¡Esto es algo injusto, inhumano!, Lo sabemos, somos conscientes; sin embargo, es la forma que tenemos de pensar y de organizar la vida en este mundo.

No es cuestión de limpiar nuestra conciencia con una moneda o la ayuda de Cáritas cada semana, ¡no!, ¡esa no es la solución! Sé que es algo complicado, pero tenemos que reaccionar. No los acostumbremos a pedir, ayudémosles; basta ya de sueldos precarios, de trabajos en negro… No podemos seguir viviendo así y quedarnos tan tranquilos. También es nuestra responsabilidad, dejemos de seguir eludiéndola…

No hablemos de pobreza como una palabra o estadística, porque detrás hay rostros, dolor, historias… Es un grito constante que no nos puede dejar indiferentes e incapaces de responder.

Empecemos a tratarlos con la dignidad que merecen. Dejemos de mirarlos como personas portadoras de inseguridad, de desorden, como una carga para esta sociedad y, por lo tanto, rechazados, excluidos. Empecemos a buscar soluciones, que las hay, a integrarlos en la sociedad, a dejar de hablar de ellos para empezar a hablar con ellos, porque ellos tienen palabra, ¡démosles la oportunidad!...

Preguntémosles cómo se sienten, reconozcamos su dignidad como personas y dejemos de violar sus derechos más elementales…

Hace mucho tiempo leí un libro de Hanna Arendt y hubo una frase que grabé en mi corazón: “el pobre es aquel que no tiene derecho a tener derecho”.

Tenemos un desafío por delante, no pasemos de largo…

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