“Caminante, son tus huellas el camino y nada más;

Caminante no hay camino, se hace camino al andar…”

Quien no conoce este pequeño fragmento de nuestro querido poeta Antonio Machado… siempre que lo leo, me lleva a reflexionar de manera diferente permitiéndome descubrir algún matiz nuevo.

La vida, la tuya, la mía, es un caminar constante. A medida que la vamos recorriendo y cómo lo vamos haciendo, aunque sea el mismo camino, nos conducen a metas diferentes.

El trayecto que nos toca recorrer cada día, está lleno de sorpresas e incertidumbre. Personas nuevas, acontecimientos, encuentros, situaciones que manejar, etc.… cuando llega el momento del descanso, al final de la jornada, siempre me pregunto ¿Qué huella he dejado hoy?, ¿Cómo han sido mis pasos? Han generado vida, han acompañado, han unido grietas, reconfortado, o, por el contrario, han sembrado división y desconfianza… La senda es la misma, sin embargo, la manera de recorrerla es distinta…

Paso de Machado a nuestro querido poeta místico S. Juan de la Cruz: “Al atardecer de la vida, me examinaran del amor…”

No sabemos cuándo ni cómo será ese atardecer nuestro, pero sí que es verdad, que nuestras huellas serán las que marquen el final del camino que hemos recorrido y es entonces, cuando me preguntaran: ¿Cómo han sido esas huellas?  han sido de VIDA con mayúsculas o quizá de desconfianza y división… la respuesta la tenemos cada uno… seguimos caminando…