Salir hacia el otro

Salir hacia el otro
Salir hacia el otro

Para salir, para ir hacia el otro, lo primero que tenemos que hacer es ponernos en camino. Dejar de mirarnos a nosotros y levantar la vista, dejar de mirarme el ombligo y ser “yo y mis circunstancias” como decía Ortega y Gasset, para encontrarme con el hermano y en él, al Señor de la vida.

Estamos muy acostumbrados a centrarnos en nosotros, a acordarme del otro solo cuando lo necesito, y cuya finalidad se convierte entonces en egoísmo e interés propio.

Esa es la actitud de muchas personas que nos rodean: utilizar al otro, un provecho inmediato…

Quizá deberíamos preguntarnos cómo es mi actitud, ¿soy de los que utilizo a las persona por interés propio, actúo según mi conveniencia con el otro?...

Estamos tan acostumbrados a escucharnos a nosotros, a actuar así, que ni siquiera somos conscientes de ello. No escuchamos su voz callada porque no pensamos, solo actuamos. No nos preocupamos de cómo está o se siente el otro. Primero yo y después si me sobra tiempo, ya veremos…

¿Cómo caminar al encuentro del Señor en este tiempo, si no hay en mí corazón una transparencia y sinceridad? No olvidemos que ante Él no nos sirven las máscaras, ni las mentiras, ni las excusas o justificaciones…

Escuchemos el clamor del hermano, su necesidad, porque cuando nos despojamos de nosotros, cuando dejamos de ser egoístas y salimos al encuentro del otro, es cuando nos encontramos con Él, con el Señor de la vida.

Seguimos caminando hacia la Pascua…

Volver arriba