La cara y cruz de la vida

La cara y cruz de la vida
La cara y cruz de la vida

Queridos amig@s de este pequeño minuto de encuentro.

Nos encontramos de nuevo en éste recién estrenado mes de septiembre. Empieza un nuevo curso, por lo menos académico, pero la realidad cada día es más complicada, llena de incertidumbre, aunque a la vez de esperanza.

Nadie sabe cómo se desarrollaran las cosas, porque las noticas cambian de un día para otro, pero juntos intentaremos caminar y en ocasiones, por qué no, soñar…

Hoy quiero empezar hablándoos de Felipe:

Felipe es un chico que yo conocí hará unos 4 años; entonces tendría unos 53 más o menos, pero me tocó el corazón desde el primer momento.

A los 18 años sintió la llamada de entregar su vida, aunque en ese momento no sabría hasta qué punto tendría que hacerlo… lo hizo en la Congregación de los Misioneros Hijos del Inmaculado Corazón de María, conocidos como los Claretianos. Desde ese momento, su vida se centra en la propia formación y en la atención a niños y jóvenes. Con esa tarea encomendada van transcurriendo sus días, hasta que una tarde de pleno invierno, próxima a la Navidad se dirige a una ordenación sacerdotal. El día era frio y la niebla intensa. La mala suerte hizo que en un momento determinado se chocase con otro turismo frontalmente llevándose todo el golpe en la cabeza y quedando inconsciente. Tras dos meses en la UCI, el parte médico fue el siguiente: “Felipe quedará como en un coma profundo, prácticamente en estado vegetativo”, no podría volver a mover ningún miembro de su cuerpo, tan solo los ojos… Ese sería desde entonces su único medio de comunicación con el mundo. ¡Os podéis imaginar el sufrimiento de su  madre!... desde ese momento sólo vivía para su hijo, no se separaba de él ni de noche ni de día. Hasta que un día no volvió. Había fallecido… Nunca podremos saber si Felipe se lo imaginaría, pero creo que sí…

Cada vez que lo visitaba, dejaba en mí un poso especial, algo que me duraba días y que no sabría explicar. Sus ojos brillaban cuando recibía visitas, parecía sentirse feliz a pesar de todo, y estas nunca le han faltado ni de sus hermanos claretianos ni del resto de la gente conocida.

Siempre me he preguntado qué sentiría, cómo se sentiría, porque estoy segura de que era consciente de su situación… Así ha estado durante 28 años, ¡que se dice pronto! A veces he pensado en nuestros mayores, en la enfermedad, en el declive de la vida, aunque él empezó a vivir esto desde bien joven…

La vida es un auténtico misterio y para muchas personas algo que jamás podremos entender. Una enfermedad, un accidente como el de Felipe, y todo cambia… planes, futuro, todo…Creo que pensamos que esto no nos va a pasar a nosotros, siempre es al “otro”, y un buen día, ese “otro” puedo ser yo.

Pienso en cuanto nos complicamos la vida, cuantas peleas, rencores, egos, cuanto hacer sufrir a los demás, cuando la vida es tan corta y te puede cambiar en segundos, como le pasó a Felipe…

Quizá deberíamos hacer un alto en el camino para reflexionar sobre nuestra forma de vivir y ser, porque, tarde o temprano, la vida se encargará de ponernos delante pruebas y tribulaciones, y cuando suceda, cuál va a ser nuestra respuesta…

Su corazón dejó de latir el 26 de agosto. Ahora Felipe ya es libre, no está atado a ese cuerpo. Ha encontrado la verdadera y plena felicidad. Por fin descasa en paz…

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