Nos encontramos a la puerta de la Semana Santa. Para los cristianos, el momento mas importante de todo el ciclo litúrgico.
Hoy quiero hacer referencia a ella, porque qué mejor ejemplo de sufrimiento que el que vivió Jesús. Dolor humano y dolor del corazón, sin olvidarnos de María. Un dolor vivido desde el silencio, a su lado, rota, pero levantando los ojos al cielo…
Creo que hablar de dolor o sufrimiento, es algo que hay que coger con “pinzas” y sin juzgar, porque cada uno lo vive desde su yo mas intimo dentro de la fragilidad humana.
Es verdad que no podemos negar el dolor y el sufrimiento porque forman parte de nuestra condición humana, pero nuestra manera de vivirlo, sí nos puede afectar. Aprender a vivir con ello, no es fácil, a veces, es casi imposible encontrarle un sentido cuando estamos sumidos en él, pero tampoco es bueno vivir de espaldas a esa realidad por la que tarde o temprano todos tenemos que pasar.
Es difícil racionalizarlo, por lo tanto, solo nos queda el corazón que es el que tiene que lidiar con ello y pedirle a Dios como hizo Jesús: “Padre, si es posible, aparta de mí este cáliz, pero que se haga tu voluntad” … Sé que es fácil escribir o decir esto, pero no hacerlo, y más, cuando estamos sumidos en ello. Por lo tanto, creo que lo único que nos queda es aprender a vivirlo desde la esperanza y la fe…