¿Por qué nos cuesta tanto hablar desde dentro?

| Ana Bou
Desde que la tecnología ha invadido nuestras vidas, cada vez nos hemos vuelto menos sociables. Nos cuesta más expresar lo que sentimos y por qué lo sentimos.
No podemos olvidar que tanto las emociones como los sentimientos, forman parte de nuestro ser, y a través de ellos, podemos saber cómo nos encontramos.
El ser humano siente, y ese sentimiento, brota del corazón. Cuando somos capaces de poner palabra a estos sentimientos o emociones, nos hace más personas, más libres, más yo. Sin embargo, no todo el mundo es capaz de hacerlo, sobre todo el hombre, a quien siempre le han enseñado que no puede expresar lo que siente porque “eso no es de hombres”. Gracias a Dios, ese concepto ya ha cambiado, pero aún sigue costando.
Seguro que sabéis que los jóvenes ya no utilizan el teléfono para hablar, sólo se comunican por las redes sociales, porque de esa forma no se exponen delante de alguien. No tienen que comunicar al momento, son celosos y se guardan lo que sienten por miedo a que los conozcan, a que nos enfrenten con nosotros mismos, a que alguien haga de espejo y conozca cómo soy o lo que siento. Nos hemos vuelto más celosos de nuestra intimidad.
Quizá deberíamos de aprender a diferenciar los sentimientos de las emociones. Éstas últimas duran poco: la alegría, tristeza, el llanto… sin embargo son los sentimientos son los que más nos cuesta compartir y los que más perduran ya que son mas prolongados en el tiempo y mas intensos. Puedo estar triste, eso es efímero, pero el motivo por el que me siento triste, eso es lo que dura, ese es el sentimiento, el motivo…
Quizá deberíamos preguntarnos cómo acoger todo esto, qué hacer con ello, donde colocarlos en nuestra vida. Creo que, si fuéramos capaces de hacerlo, nos encontraríamos mejor tanto emocional como mentalmente…