Éste era el titular de una noticia acontecida hace a penas unos días que imagino que todos recordamos porque creo que a nadie dejó indiferente: “el fotógrafo René Robert muere congelado tras permanecer nueve horas inconsciente en una calle céntrica de Paris”.

Quiero resaltar dos palabras: solo; inconsciente. Detengámonos unos segundos en estas dos palabras…

Un amigo de él aún en shock decía: ¿Qué hubiéramos hecho cada uno de nosotros si nos encontramos una persona así en la calle?... Yo quiero pasar esta pregunta al presente: ¿Qué hacemos, ¿Qué hago yo, qué haces tú…? ¿pasamos de largo como la mayoría de las personas? ¿el miedo, el tiempo, las prisas…? Podría seguir enumerando… ¿Qué es lo que nos lleva a ver a una persona tirada y seguir caminando…? Un vagabundo, sólo un vagabundo, una persona sin techo fue la única que no pasó de largo y llamó a los servicios de emergencia… Este hecho me lleva a hacer presente una vez más el evangelio de Lc 10, 30-37 que todos conocéis. El buen Samaritano. Todos pasaron de largo… el sacerdote, el levita, los expertos de la ley… todos con carrera, todos muy sabios, muy listos, pero les faltaba lo más importante: la misericordia. Un corazón abierto, un oído atento… actitud que tuvo el samaritano y que tuvo este vagabundo… Una vez más son los pobres los que nos evangelizan… El único que supo mirar, que no siguió caminando, que se paró ante el hermano: el versículo 33 dice: “cuando vio a ese hombre, sintió compasión”, es decir: se detuvo, se preocupó, se hizo cargo de él… Imita la misericordia de Dios, no sabía qué le pasaba, pero no pasó de largo, se paró…

No nos acostumbremos a la indiferencia, porque cada vez empieza a ser algo más frecuente. No permitamos que estas actitudes se asienten en nuestra sociedad.

Si alguien hubiese intervenido antes… René y tantos hermanos nuestros que no tienen un nombre conocido pero que son “René”, hoy estarían aquí. No olvidemos que podría haber sido tu hijo, tu marido, mi hermano… ¿Hubiéramos pasado de largo?...