Tú podrías ser uno de ellos…

Tú podrías ser uno de ellos…
Tú podrías ser uno de ellos…

Hoy pienso en tantas personas que se lo juegan todo a una carta por un pedazo de pan para ellos y para sus pequeños…

Día tras día constatamos que las migraciones marcan la pauta de cada día. Nuestros mares están llenos de cadáveres y con algo más de suerte, están los que consiguen llegar a nuestras costas, pero esto que vemos tan a menudo, lo sentimos como una amenaza. Quien no ha oído o incluso ha pensado: “estos vienen a quitarnos el trabajo, tienen más privilegios que nosotros” y muchas más cosas… pero ¿podríamos pensar por un momento que esos que vienen a “quitarnos” fuera nuestro hijo, nuestro padre o nuestro marido?

Si nuestros gobiernos dejaran de mirar por ellos y por el poder y miraran alguna vez por sus países y por sus ciudadanos, esto no estaría sucediendo… Hay sitio para todos, comida para todos, trabajo para todos… el problema es que unos acaparan lo que les pertenece a otros y así funcionamos en este maravilloso mundo globalizado…

Se nos pide que acojamos, que les demos una oportunidad, que intentemos integrarlos en nuestra sociedad con un trabajo digno, algo que por otra parte creo que ya no existe, pero luchemos por ello! Todos nos lo merecemos!!!!

Quien vive cerca de esas fronteras, de esos lugares llenos de alambres para no traspasarlos, saben lo que significa la palabra FRONTERA. Tantos hermanos nuestros que intentar traspasarla buscando una vida digna con algo de esperanza y dignidad... Hermanos que hacen travesías que nunca se acaban dando todo lo que tienen a mafias que les prometen lo que jamás cumplirán.

Hermanos que se ponen en camino sabiendo que éste no será fácil y que quizá no puedan llegar a esa “tierra prometida”… les venden Europa como el paraíso, pero la realidad es muy diferente. A pesar  de todo, no tienen opción. Se arriesgan y si consiguen llegar, que ya es toda una hazaña, son deportados en caliente o los tienes en los CIES, pero pocas veces son acogidos, apoyados o integrados…

No podemos olvidar que cada hermano que llama a nuestra puerta siempre le acompaña una historia de dolor detrás. Escuchémoslo, acojámoslo, no juzguemos desde un principio…

Recordemos que nadie decide donde nacer. Ellos podríamos un día ser nosotros…

Volver arriba