Seguro que en más de una ocasión nos hemos mostrado ante determinadas personas con indiferencia, con o sin razón, pero lo hemos hecho convirtiendo a esa persona en alguien “invisible” para nuestros ojos. Lo hemos anulado emocionalmente. Esa aptitud se está convirtiendo en algo habitual especialmente en y con los niños…

Ese niño que se siente ignorado mientras sus compañeros juegan en un patio del colegio o incluso en la misma familia, cuando no se cuenta con ellos, no se dialoga, no se le deja participar de las decisiones familiares con respuestas como: “ ¡se hace lo que yo digo y punto!” o “ ¡aquí mando yo!”…

El ser humano es una persona de relaciones y no está preparado para vivir en ese vacío social, en esa indiferencia… necesitamos comunicarnos, ser aceptados, sentirnos valorados y queridos. De esta forma es como se conforma nuestra autoestima…

Ahora pasamos mucho tiempo juntos por el momento de confinamiento en el que nos encontramos.

Tengamos cuidado con los más pequeños. Nuestra forma de actuar hoy será la que marcará el mañana…