Lectura de la Dilexit Te desde Gustavo Gutiérrez

Gustavo Gutiérrez insistía en dos preguntas:

¿Cómo decirle al pobre que Dios lo ama? y

¿Dónde dormirán los pobres?

La exhortación Dilexit Te parece pretender responder a ambas preguntas. La primera, desde el mismo título. La segunda con la insistencia todo a lo largo de la exhortación en el cuidado de los pobres.

El horizonte latinoamericano de buena parte del texto invita a imaginar un horizonte común.

Lectura de la Dilexit Te desde Gustavo Gutiérrez

Eduardo de la Serna

Con la centralidad de los pobres que lo caracterizaba, Gustavo Gutiérrez repetía dos frases que hoy, en la Exhortación apostólica del papa León XIV adquieren nueva actualidad.

1.- Desde su experiencia pastoral en el Rimac, Gutiérrez insistía que al repetirle a los pobres que “Dios los ama”, ellos son buenos y no nos cuestionan, pero creo que dirían ¿cómo dice usted que Dios nos ama con todas las carencias que tenemos? Si Dios nos ama, ¿por qué no se nota? Y, entonces, repetía, «¿Cómo decirle al pobre que Dios lo ama?»

2.- Leyendo los textos bíblicos, Gutiérrez tenía claro que el cuidado del pobre es indispensable. Y, siguiendo Éxodo 22,25-26 habla de la prenda o garantía: “

Si tomas en prenda el manto de tu prójimo, se lo devolverás al ponerse el sol, porque con él se abriga; es el vestido de su cuerpo. ¿Sobre qué va a dormir, si no? Clamará a mí, y yo le oiré, porque soy compasivo.

Y, entonces, partiendo de esto se preguntaba, «¿dónde dormirán los pobres?»

Creo que ambos elementos subyacen a la totalidad de la exhortación. Toda ella está formulada como una afirmación en la que, tomando la voz del Señor en el Apocalipsis comienza y termina diciéndole: “¡te he amado!” (3,19; # 1.121).

Por otra parte, la centralidad del cuidado de los pobres se repite muchas veces a lo largo del texto. Así lo dice casi concluyendo:

He decidido recordar esta bimilenaria historia de atención eclesial a los pobres y con los pobres para mostrar que ésta forma parte esencial del camino ininterrumpido de la Iglesia. El cuidado de los pobres forma parte de la gran Tradición de la Iglesia, como un faro de luz que, desde el Evangelio, ha iluminado los corazones y los pasos de los cristianos de todos los tiempos. Por tanto, debemos sentir la urgencia de invitar a todos a sumergirse en este río de luz y de vida que proviene del reconocimiento de Cristo en el rostro de los necesitados y de los que sufren. El amor a los pobres es un elemento esencial de la historia de Dios con nosotros y, desde el corazón de la Iglesia, prorrumpe como una llamada continua en los corazones de los creyentes, tanto en las comunidades como en cada uno de los fieles. La Iglesia, en cuanto Cuerpo de Cristo, siente como su propia “carne” la vida de los pobres, que son parte privilegiada del pueblo que va en camino. Por esta razón, el amor a los que son pobres —en cualquier modo en que se manifieste dicha pobreza— es la garantía evangélica de una Iglesia fiel al corazón de Dios. De hecho, cada renovación eclesial ha tenido siempre como prioridad la atención preferencial por los pobres, que se diferencia, tanto en las motivaciones como en el estilo, de las actividades de cualquier otra organización humanitaria (# 103).

Y así dice claramente:

en un mundo donde los pobres son cada vez más numerosos, paradójicamente, también vemos crecer algunas élites de ricos, que viven en una burbuja muy confortable y lujosa, casi en otro mundo respecto a la gente común (# 11).

Citando la subversiva carta de Santiago (2,14-17; 5,3-5) afirma de modo contundente: “¡Qué fuerza tienen estas palabras, aunque prefiramos hacernos los sordos!” (# 30)

Con sencillez afirma que

Los pobres no están por casualidad o por un ciego y amargo destino. Menos aún la pobreza, para la mayor parte de ellos, es una elección. Y, sin embargo, todavía hay algunos que se atreven a afirmarlo, mostrando ceguera y crueldad (# 14).

Porque – lo acababa de indicar:

Muchas veces me pregunto por qué, aun cuando las Sagradas Escrituras son tan precisas a propósito de los pobres, muchos continúan pensando que pueden excluir a los pobres de sus atenciones. (# 23)

El ejemplo y el testimonio de Óscar Romero merece destacarse:

En el período postconciliar, en casi todos los países de América Latina se sintió fuertemente la identificación de la Iglesia con los pobres y la participación activa en su rescate. Fue el corazón mismo de la Iglesia el que se conmovió ante tanta gente pobre que sufría desempleo, subempleo, salarios inicuos y estaba obligada a vivir en condiciones miserables. El martirio de san Óscar Romero, arzobispo de San Salvador, fue al mismo tiempo un testimonio y una exhortación viva para la Iglesia. Él sintió como propio el drama de la gran mayoría de sus fieles y los hizo el centro de su opción pastoral (# 89).

Una Iglesia pobre, para los pobres y de los pobres. ¡De eso se trata! Y, como lo indica el mismo Papa:

Se comprende bien, entonces, por qué se puede hablar también teológicamente de una opción preferencial de Dios por los pobres, una expresión nacida en el contexto del continente latinoamericano y en particular en la Asamblea de Puebla, pero que ha sido bien integrada en el magisterio de la Iglesia sucesivo (# 16).

Creo – mirando el texto papal – que de cierto modo Gustavo Gutiérrez ¡puede descansar en paz!

Nota: Cualquier lector de las obras de Gustavo Gutiérrez conoce, desde la programática Teología de la Liberación. Perspectivas (cap. 13 nota 3; 1971) la importancia del discurso del cardenal Lercaro citado en # 84.

Foto personal 2019

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