Cuando se habla desde un escritorio (o un altar)

Se escucha más hablar críticamente sobre los gobiernos o candidatos que defienden a las víctimas que a los adversarios.

La mirada escatológica que pretende un "ya" cuando estamos en tiempos de "todavía no".

Cuando se habla desde un escritorio (o un altar)

Eduardo de la Serna

Dice el viejo dicho italiano que “piano, piano, se va lontano”, es decir… paso a paso, se llega a la meta. Y pareciera – muchas veces – que nos cuesta entender que, solo andando, y, por tanto, estando en camino, podremos llegar a destino.

No logro comprender, y pienso especialmente, en muchos a los que podría imaginar como amigos, su actitud de rechazo a los pasos porque no se ha llegado aún a destino. Y se los ve vehementemente siendo más críticos de los espacios que permiten avanzar un poco que con los que son francamente enemigos de las causas populares. Que tal gobierno tiene errores no debería discutirse si realmente los tiene, pero no estaría de más mirar si la crítica a esos resulta más vehemente y destructiva que la que manifestamos frente a los otros.

Debo confesar que muchas veces me quedo absorto al escuchar – no me refiero a la oposición de la que no espero otra cosa – críticas a Evo Morales, Rafael Correa, el Chavismo, AMLO, Petro, Cristina, Lugo, Mujica que no se dan con Piñera, Lasso, Macri, Uribe, Cartes, Lacalle Pou, etc. Y no me referiré a la situación española, aunque me parece semejante, criticando tonterías antes que ahondando caminos que nos lleven lontano.

Tengo la sensación que el problema es una mirada “escatológica” la que pretende un “ya” sin tener en cuenta el “todavía no”. Y, quizás por eso, esto se ve, especialmente, en miradas de consagración religiosa, de las que se espera tensión escatológica.

¿Esto que vivimos es lo que quiero? ¡Ciertamente no! Pero, ¿es un poco más cerca a lo que quiero o no? O, mejor todavía, ¿es un poco mejor vida para las víctimas de la historia? Pero con muchísima frecuencia la posición crítica termina debilitando, o hasta quebrando, los pequeños pasos dados permitiendo el retroceso que, además, perjudica más todavía a los pobres.

Es evidente que lo que debiéramos pretender es lo expresado en la categoría “reinado de Dios”, y es evidente – siempre, totalmente – que cualquier concreción no lo será. Y, desde esa perspectiva, tendríamos elementos para la crítica. Pero, a lo mejor, sería sensato preguntarnos, si “esto”, ¿está un paso más cerca de ese reinado que ayer? Ciertamente, es bueno pretender mañana otro paso, pero para dar ese paso mañana debemos consolidar el dado hoy. Y no es sensata la crítica de lo que debiera ser meta del futuro.

Una de las críticas que hemos hecho de la encíclica de Benito XVI Spes Salvi fue, precisamente, la ausencia de toda “esperanza política” con lo que, al no haber “encarnación” alguna pareciera que nada hay que decir para distinguir, por ejemplo, una democracia de una dictadura.

Cuando se aproximan, por ejemplo, tiempos electorales, sería ingenuo, por no decir infantil, pretender que determinado candidato o candidata logre o proponga realmente alcanzar plenamente aquello que soñamos y buscamos; eso no existe en la vida humana, tampoco en la vida política; pero sí poder pretender dar pasos. Pasos hacia más vida, pasos hacia más signos del reino: paso a más y mejor y universal salud; a más y mejor trabajo, educación, paz, verdad, recreación. Pasos a más humanidad. Lamentablemente, al escuchar o leer a algunos y algunas (especialmente cuando son voces de prestigio, de quienes se esperaría sensatez y talante político) que parecen más críticas que las mismas voces opositoras me provocan mucha desazón. ¡Es tan fácil hablar desde afuera y las alturas! Mientras tanto los pobres y las víctimas seguirán esperando dar, al menos un paso. No puedo sino recordar el debate entre Simone Weil y Simone de Beauvoir cuando aquella decía que lo único que contaba era “una revolución que diera de comer a todo el mundo”. Cuando esta le dice que el problema no es hacer felices a los seres humanos, sino encontrar un sentido a su existencia, Simone Weil la miró fijamente y le dijo: "Cómo se nota que usted nunca ha pasado hambre".

Foto tomada de https://pxhere.com/es/photo/240

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