Un santo para cada día: 19 de febrero El beato Álvaro de Córdoba: el autor del primer Via Crucis de Europa
Eran tiempos de confusión y cisma, que habían creado una crisis en el seno de la Iglesia, como consecuencia de la permanencia del Papado en Aviñón (Francia) durante varios años y la vuelta a Roma del Pontífice Gregorio XI en 1377
| Francisca Abad
Nació en 1358, algunos autores afirman que en Córdoba, aunque otros opinan que nació en Zamora y que por eso le apodaban fray Álvarus Zamorensis. No debe confundírsele con Álvaro Paula, alias Álvaro Cordobés, nacido de noble familia a principios del S. IX, en la Córdoba de los Omeyas y amigo entrañable de San Eulogio.
La semblanza de éste nuestro Álvaro, hombre excepcional, que aunque la gente le llama santo no está canonizado, hay que trazarla a través de su obra, porque en ella cristalizó lo más puro de su alma grande. Eran tiempos de confusión y cisma, que habían creado una crisis en el seno de la Iglesia, como consecuencia de la permanencia del Papado en Aviñón (Francia) durante varios años y la vuelta a Roma del Pontífice Gregorio XI en 1377. Algunos historiadores católicos llaman a esta etapa “el segundo cautiverio de Babilonia”. Esto había provocado mucha desobediencia y desunión entre la cristiandad.
Álvaro ingresó en la Orden de Santo Domingo de Guzmán (los Dominicos) y llegó a ser durante unos años profesor en la Universidad de Salamanca, pero al nacer el siglo XV abandonó la cátedra, movido por la urgencia de apostolado. Recorrió las ciudades y caminos de España, Provenza, Saboya e Italia, pero Fray Álvaro de Córdoba será conocido como el maestro virtuoso, maduro y emprendedor de la reforma en España.
En mitad de Sierra Morena funda el Monasterio de Scala Coeli (o Escala Celi) y para formar la nueva comunidad recluta personal de diversos conventos, religiosos de espíritu austero y como era devotísimo de la Pasión de Cristo, a la que dedicó muchas de sus predicaciones, allí construyó el primer Via Crucis de Europa.
Murió en 1430 y fue beatificado por Benedicto XIV el 22 de septiembre de 1714. No está canonizado.
Reflexión desde el contexto actual
“Cotemplata aliis tradere” Trasmitir a los demás las riquezas y mieles del espíritu fue siempre el lema de la Orden de Predicadores que alguno de sus miembros, como fray Alvaro de Córdoba, supo llevar a la práctica de forma tan sublime. A mi este lema siempre me ha parecido expresión de la caridad cristiana, de todos los tiempos y por supuesto también para los nuestros, porque la caridad obliga a compartir con los demás también los tesoros del espíritu