Un santo para cada día: 25 de marzo La Anunciación

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anunciacion-1956-col-prov-santiagi-madrid-2_10102693516_o.jpg cerezo

Es desconcertante el pensar cómo a una sencilla muchacha de aldea, de apenas unos 15 años, prudente y recatada, como sería María, le tuvo que llenar de asombro, sorpresa y turbación, yo diría que incluso hasta miedo, la aparición inesperada de ese ser sobrenatural

Todos conocemos ya, sobradamente, el bellísimo relato que nos plantea San Lucas en su Evangelio. ¿Quién se lo pudo contar? Quizás lo supo directamente de labios de María, o a través de algún otro cronista que lo escuchara de Ella. Creo que lo importante ahora es hacer algunas reflexiones sobre un momento tan trascendente para nuestra vida como cristianos.

Realmente es desconcertante el pensar cómo a una sencilla muchacha de aldea, de apenas unos 15 años, prudente y recatada, como sería María, le tuvo que llenar de asombro, sorpresa y turbación, yo diría que incluso hasta miedo, la aparición inesperada de ese ser sobrenatural, portador de aquel mensaje tan impresionante.

Es cierto que a todas las jovencitas de Israel se les pasaría alguna vez por la mente la idea de que pudieran ser ellas las elegidas para Madre del Mesías, pero aun así, a esa edad no se está preparado para esas sorpresas, por mucho que lo hayas deseado vivamente. Seguro que María no se consideraba digna de tal honor.

Uno queda abismado y estupefacto por la infinita humildad, por la enorme sencillez y naturalidad, con las que esta adolescente, casi una niña, asume el gran Misterio de la Encarnación. ¡Qué entereza, qué madurez espiritual revelan sus actitudes, sus dudas y sus palabras, llenas de acatamiento y sumisión a la voluntad de Dios :ECCE ANCILLA DOMINI. Aquí está la esclava del Señor, la servidora humilde y dócil, que acepta lo que el Señor disponga sobre Ella. Y esta fue la forma de actuar de María a lo largo de  su existencia. Toda la vida de María está caracterizada por ese espíritu de aceptación y de ofrenda.

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Pero no podemos ni debemos olvidar también que la presencia del Espíritu Santo es imprescindible en el momento de la Encarnación: “El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra”. María, inspirada por ese mismo Espíritu, consintió libremente en ser la Madre del Verbo.

Ese Espíritu produce en Ella dos efectos maravillosos: el primero, es la concepción del Hijo de Dios sin intervención de varón y el segundo, es su aceptación sin reservas ni titubeos, de la voluntad de Dios.

Reflexión desde el contexto actual

Yo me he preguntado muchas veces cómo reaccionarían nuestras adolescentes de ahora ante un planteamiento similar ¿Aceptarían el Misterio? ¿Se negarían a aceptarlo? ¿O les resultaría indiferente el tema y “pasarían” de ello?......Claro que viendo de qué forma se comportan ahora muchas de nuestras adolescentes, es casi imposible que el Señor quedara “prendado” de su hermosura.

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