Un santo para cada día: 15 de agosto La Asunción de María al Cielo

Asunción de María
Asunción de María

La Asunción propiamente dicha, es decir la traslación en cuerpo y alma al cielo, donde Cristo mora definitivamente, aparece mencionada por primera vez en un Apócrifo de finales del Siglo IV o comienzos del V.

    Al igual que en los orígenes de la vida de María, tampoco la Sagrada Escritura nos dice nada sobre el final de la misma. La Asunción de María en cuerpo y alma al Cielo no pudo ser observada por ningún testigo. Lo más que cabría haber presenciado, a semejanza de lo que se narra sobre la Ascensión de Jesús, era su elevación hasta desaparecer sensiblemente, pero no su entrada en el Cielo, el cual por añadidura no es un simple lugar físico, sino que es ante todo un estado de inmortalidad gloriosa. Sólo a través de la revelación divina sería posible conocer un hecho tan complejo y misterioso como éste. Ahora bien, la revelación de la misma, como acabamos de ver, no consta expresamente en la Sagrada Escritura. Tampoco existe documento alguno que testimonie con seguridad la Tradición Apostólica sobre tal revelación.

    A muchos les habrá extrañado que ninguno de los apóstoles y discípulos  digan nada en sus escritos, ni en sus cartas a las Iglesias nacientes, ni siquiera San Juan que sobrevivió a la Virgen en muchos años y que hubo de ser testigo de su muerte y de su Asunción, si es que ésta fue pública. Nada dice tampoco en su Apocalipsis. Tampoco San Pablo, que nos habla con tanta elocuencia de la resurrección de los muertos y sobre todo de la resurrección de Cristo. Es muy posible que no mencionaran nada porque su atención se hallaba concentrada casi exclusivamente en Jesús. Si hay evangelistas como San Mateo y San Juan que no nos dicen nada de la Ascensión del Señor ¿qué de extrañar tiene que no hablen de la Asunción de María, pura criatura, aun siendo Madre de Dios?

    Los escritos Apócrifos coinciden en afirmar que María murió en Jerusalén y que fue sepultada en una tumba en el valle del Cedrón. Los últimos estudios arqueológicos parecen confirmar la autenticidad de una tumba allí encontrada. Consta sin embargo que desde el siglo IV fue generalizándose la idea de que María había muerto. Esta es la tradición más firme y constante en la Iglesia.

Asunción
Asunción

    La Asunción propiamente dicha, es decir la traslación en cuerpo y alma al cielo, donde Cristo mora definitivamente, aparece mencionada por primera vez en un Apócrifo de finales del Siglo IV o comienzos del V.

En la Edad Media, los Reyes de Navarra celebraban ya en Pamplona solemnemente la fiesta de la Asunción. Los colonizadores españoles que van a América dedican el nombre de la Asunción de la Virgen a ríos, montañas y ciudades y consta que en la diócesis de Madrid ya se celebraba esta fiesta en el año 667.

    En el siglo XIX la reina española Isabel II, en unión con todas las damas de Palacio, se dirigió al Papa suplicando la proclamación del dogma y por último el 23 de Enero del año 1.947 , el jefe del Estado Español, Francisco Franco pidió al Papa Pio XII, en nombre propio y en el de su gobierno  que “se dignara declarar y definir solemnemente como Verdad revelada por Dios y dogma de la fe católica la Asunción corporal de María Santísima a los cielos”, cosa que el Papa hizo el día l de Noviembre del año 1.950, diciendo textualmente que “si alguno osase negar, o voluntariamente poner en duda, que la Inmaculada Madre de Dios, cumplido el curso de su vida terrena, fue asunta en cuerpo y alma a la Gloria Celestial sepa que ha caído de la fe divina y católica”. Por tanto no define el Papa como dogma de fe si la Virgen murió o no, sino su Asunción a los Cielos en cuerpo y alma, cosa que extrañó mucho a los ortodoxos y se lo criticaron muy duramente, aunque por otra parte ellos no aceptan el dogma en sí, por no aceptar la infalibilidad y la autoridad del Papa.

Invocación

Madre y Señora nuestra, a ti que fuiste glorificada con la Asunción en cuerpo y alma al Cielo, te pedimos que nunca te olvides de quienes estamos aquí abajo en la tierra, para que no nos falte nunca tu protección y ayuda  en nuestro peregrinaje hacia el destino eterno. Sobre todo cuida  de nosotros en estos tiempos difíciles por los que estamos atravesando para que no nos falte nunca tu bendición y auxilio. Nuestro mundo se siente huérfano  y necesita de tu presencia y de tu amor maternal 

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