Un santo para cada día: 19 de febrero Beato Álvaro de Córdoba (Patrono de las hermandades y cofradías de Córdoba.)

Beato Álvaro de Córdoba (Patrono de las hermandades y cofradías de Córdoba.)
Beato Álvaro de Córdoba (Patrono de las hermandades y cofradías de Córdoba.)

“Contemplata aliis tradere” Trasmitir a los demás las riquezas y mieles del espíritu fue siempre el lema de la Orden de Predicadores que alguno de sus miembros, como fray Álvaro de Córdoba, supo llevar a la práctica de forma tan sublime

La Iglesia a finales del S. XIV y comienzos del XV vivía unos tiempos de confusión y cisma producida por una crisis jerárquica a consecuencia de la permanencia del Papado en Aviñón (Francia) durante varios años y la vuelta a Roma del Pontífice Gregorio XI en 1377. Algunos historiadores católicos llaman a esta etapa “el segundo cautiverio de Babilonia”. Esto había provocado mucha desobediencia y desunión entre la cristiandad. En este tiempo precisamente va a trascurrir la existencia de uno de los grandes maestros de espiritualidad llamado Álvaro que habría de colaborar eficazmente en la resolución del cisma de Occidente en que estaba sumida la Iglesia 

Había nacido en el año 1350, algunos autores afirman que en Córdoba, aunque otros opinan que nació en Zamora y que por eso le apodaban fray Álvarus Zamorensis.  Sea como fuere no debe confundírsele con Álvaro Paula, alias Álvaro Cordobés, nacido de noble familia a principios del S. IX, en la Córdoba de los Omeyas y amigo entrañable de San Eulogio. Su padre, que se llamaba Martín López de Córdoba ostentó el título de primer maestre de Calatrava.

La semblanza del Álvaro, cuya memoria hoy celebramos, responde a la de un hombre excepcional, como podemos ver a través de su obra, en la que quedó plasmado lo más puro de su alma grande. Álvaro ingresó en la Orden de Santo Domingo de Guzmán (Los Dominicos) y llegó a ser durante unos años profesor en la Universidad de Salamanca, pero al nacer el siglo XV abandonó la cátedra, movido por la urgencia de apostolado. Recorrió las ciudades y caminos de España, Provenza, Saboya e Italia y será   conocido como el maestro virtuoso, maduro y emprendedor de la reforma en España. Dada su virtud y sabiduría todos le tenían como santo y hombre ilustrado. siendo llamado para ser confesor de Catalina de Lancaster, reina consorte, esposa del rey Enrique III de Castilla y de su hijo el rey Juan II.

El beato Álvaro de Córdoba: el autor del primer Via Crucis de Europa
El beato Álvaro de Córdoba: el autor del primer Via Crucis de Europa

En el año 1419 realiza una peregrinación a Tierra Santa y al visitar la vía dolorosa recorrida por Jesús con la cruz a cuestas quedó sobrecogido y no pudo olvidar la impresión que le produjo y cuando llegó a Córdoba se le ocurrió construir en mitad de  Sierra Morena  el Monasterio de Scala Coeli (o Escala Celi) con las limosnas recibidas de la Corona por sus buenos servicios prestados. El nuevo convento sirvió para formar una nueva comunidad compuesta por religiosos de espíritu austero que pudieron  disponer de varios oratorios destinados a reproducir cada uno los distintos pasos de la Vía Dolorosa de la cual él era tan devoto y a la que dedicó muchas de sus predicaciones. La idea fue bien acogida por los fieles y pronto fue imitada también por otros conventos dando origen así a lo que después habría de ser una de las prácticas piadosas conocida como el Via Crucis, que junto con el Santo Rosario pasan por ser las devociones más populares y celebradas.

Fray Álvaro de Córdoba moriría con algo más de setenta años, el día 19 de febrero de 1430 en su santo lugar debido a una lenta y penosa enfermedad, bastante mayor, para aquella, siendo enterrado en el Santuario de Santo Domingo de Escala Celi (o Scala Coeli), que dista unos 10 kilómetros de Córdoba. El 22 de septiembre de 1714 fue beatificado por Benedicto XIV.

Reflexión desde el contexto actual:

“Cotemplata aliis tradere” Trasmitir a los demás las riquezas y mieles del espíritu fue siempre el lema de la Orden de Predicadores que alguno de sus miembros, como fray Álvaro de Córdoba, supo llevar a la práctica de forma tan sublime. A mi este lema siempre me ha parecido la expresión de la caridad cristiana válida para todos los tiempos y por supuesto también para los nuestros, porque la caridad obliga a compartir con los demás también los tesoros del espíritu

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