Un santo para cada día: 11 de abril San Estanislao de Cracovia (Censor valeroso del rey)

San Estanislao de Cracovia (Censor valeroso del rey)
San Estanislao de Cracovia (Censor valeroso del rey)

Fue venerado como mártir por sus compatriotas, mientras el anatema caía sobre el cruel tirano, quien tuvo que expatriarse y andar errante el resto de sus días, hasta ser devorado por sus propios perros, mientras Estanislao sería recordado y venerado por las generaciones futuras

El último tramo de la vida de Estanislao se parece mucho a la de Juan Bautista o a la de Tomás Becket, según se mire. Los tres se enfrentaron abiertamente al poder establecido, conscientes de que tenían todas las de perder, sabiendo también que la ley de Dios debe estar siempre por encima de las leyes de los hombres, por muy soberanos que estos sean, pero comencemos desde el principio. La infancia de Estanislao trascurrió sin grandes sobresaltos. Nace en Szczepanow (Cracovia) en el 1030, hijo único y tardío del matrimonio Bogna y Wielislaw, educado cristianamente por sus padres hasta que tiene que marchar a Cracovia para cursar estudios superiores, luego vendría a Paris y Lieja y finalmente es ordenado sacerdote. Todo muy normal. Los problemas van a surgir una vez es consagrado obispo de Cracovia, cuando tenía 36 años. 

En el desempeño de este cargo Estanislao se mostró como un hombre recto, celoso y limosnero. Su hagiógrafo Jan Dlugost  nos traza una primera semblanza· “Era, nos dice, de carácter dulce y humilde , pacífico y púdico , era muy cuidadoso de reprimir sus propias faltas antes de hacerlo con sus prójimos, era un alma que jamás mostró soberbia, ni se dejó llevar de la ira, muy atento, de naturaleza afable  y humano, de gran ingenio y sabiduría” En definitiva un hombre pacifico por naturaleza,  pero que el destino le  puso en  trance de   tener que vérselas con un emperador déspota dispuesto a hacer de su capa un sayo.

Boleslao, que así se llamaba este soberano, había sido sin duda un valeroso guerrero, experto estratega y conocedor de mil victorias, pero como gobernante dejaba mucho que desear, por decirlo suavemente. Su morada más que palacio parecía un harén y sus vasallos eran no más que juguetes de sus caprichos.  Las inmoralidades e injusticias perpetradas traspasaban los muros de palacio y eran un mal ejemplo para todos. Se hacía necesario que alguien le hiciera ver que su comportamiento era indigno de un monarca; pero nadie se atrevía a poner el cascabel al gato; solamente el obispo tuvo la valentía de amonestarle, porque no estaba dispuesto a pasar a la historia como perro mudo. El desvergonzado prometía arrepentimiento pero pronto volvía a las andadas y  así iba trascurriendo el tiempo en  este estira y afloja. Hasta que un día puso sus libidinosos ojos donde no debía, enamorándose de la mujer de un honrado caballero, mas como no pudo persuadir con halagos a la dama, mandó a sus criados que la trajeran por la fuerza a palacio para incorporarla a su harén. Ésta fue la gota que colmó el vaso.

San Estanislao de Cracovia: el nuevo Thomas Beckett
San Estanislao de Cracovia: el nuevo Thomas Beckett

Estanislao se presentó en palacio e increpó al monarca de forma dura, le habló de los juicios de Dios y de los terribles castigos eternos, incluso le amenazó diciéndole que si no daba marcha atrás se vería obligado a excomulgarle. No estaba el tirano acostumbrado a que nadie se le subiera a las barbas y lo que consiguió el obispo fue despertar a la bestia y encolerizarla aún más. Lo que había sido durante un tiempo un enfrentamiento entre los dos adquiría a partir de ahora tintes trágicos y por la mente del furioso monarca pasó la idea de acabar como fuera con este rebelde, comenzando a planear la forma de llevarla a cabo.

La decisión estaba tomada. Aprovechando la ocasión en que el obispo se encontraba en la capilla de S. Miguel diciendo misa se presentó allí Boleslao acompañado por una cuadrilla con el propósito de darle muerte. Estando a las puertas del templo dio órdenes a sus soldados para que entraran y le cortaran la cabeza, mientras él se quedaba a la entrada esperando. Entraron los soldados, sí, pero no se atrevieron a hacerle ningún daño; fue entonces cuando el cruel monarca entró en el interior del templo con la espada desenvainada y perpetró el crimen un 11 de abril de 1079. Desde este mismo momento fue venerado como mártir por sus compatriotas, mientras el anatema caía sobre el cruel tirano, quien tuvo que expatriarse y andar errante el resto de sus días, hasta ser devorado por sus propios perros, mientras Estanislao sería recordado y venerado por las generaciones futuras.   

Reflexión desde el contexto actual:

La situación político- social que queda reflejada en  este relato es una constante a lo largo de la historia. En el fondo hoy sucede lo mismo que en tiempos del obispo de Cracovia.  Los poderosos de este mundo han tomado la determinación de prescindir de la ley de Dios e imponernos de forma globalizada un nuevo orden moral por ellos ideado sin contar para nada con Dios. Si los cristianos no nos enfrentamos y hacemos algo como en su tiempo lo hizo Estanislao ¿quiénes lo van a hacer?

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