Un santo para cada día: 21 de mayo San Eugenio de Mazenod (Fundador de los oblatos)

San Eugenio de Mazenod (Fundador de los oblatos)
San Eugenio de Mazenod (Fundador de los oblatos)

El joven sacerdote invita a algunos de sus hermanos a vivir en comunidad, para que todos juntos puedan  acometer esta obra. Es así como  nace la sociedad de “Los Misioneros de Provenza”, un  25 de Enero de 1816

Nace Rugenio en Aix (Provence) (Francia) el 1 de Agosto de 1782 en el seno  de una familia  aristocrática con una excelente posición económica.  Su padre, Charles Antonio de Mazenod,  era presidente del Parlamento de Aix y su madre, Maria-Rosa Joannis, perteneciente a la nueva clase burguesa de Francia. Su futuro prometedor se vino abajo, motivado por la situación de inestabilidad que  vivía en Francia por aquel entonces, en plena Revolución Francesa, lo que obligó  a su familia  a exiliarse  y andar vagando por  diversas ciudades como  Niza, Turín, o Venecia, puesto que su padre era una persona políticamente relevante  Esto sucedía cuando Carlos Eugenio tenía 8 años, por lo que bien se puede decir que la infancia de Eugenio fue bastante agitada y dolorosa, pasada entre penurias y sobresaltos y  teniendo que desplazarse de acá para allá después de que la familia hubiera abandonado todas sus posesiones. Fue un largo destierro  que duraría 11 años, en los que la familia tuvo que vivir como pudo a salto de mata, en situación de  refugiados políticos. Durante su  primera estancia en Italia, el padre logró defenderse como pequeño comerciante  y su hijo pudo estudiar en un colegio de Turín para nobles, pero al trasladarse a Venecia tuvo que abandonar el colegio y ponerse en manos de un sacerdote, Bartolo Zinelli, que se preocupó de su educación, hasta que la familia se  trasladó a  Nápoles y de aquí a Palermo donde el joven Eugenio comenzó a  moverse en ambientes distinguidos.

Cansada ya de tanto destierro, la madre toma la determinación de volver a Francia y recuperar sus bienes. De vuelta a su tierra natal, Eugenio se siente otro.  A sus 20 años quiere disfrutar de la vida y comienza a hacer todo aquello que hasta ahora no había podido hacer. Entre diversiones y fiestas el tiempo va pasando para él, hasta que a la edad de 25 años  se le cruza en el camino una joven guapa y rica; ambos comienzan a proyectar su futuro. La muerte inesperada de esta joven le abre los ojos y le hace reflexionar. Todos  sus sueños se derrumban  y comienza a ver la vida de otra manera. A veces tiene que suceder algo trágico en nuestra vida para que despertemos del letargo y  salgamos fuera de nuestro ensimismamiento. A partir de ahora ya va a tener ojos para ver lo que pasa a su alrededor y se da cuenta de los estragos  que ha ido dejando la revolución: degradación moral e ignorancia religiosa lo que le lleva a pensar que tal vez él pueda hacer algo por remediar la situación.

San Eugenio de Mazenod

La primera decisión  importante que toma, es entrar en  el Seminario de San Sulpicio en París y una vez realizados los estudios correspondientes, es ordenado sacerdote el 21 de diciembre de 1811 en Amiens. A partir de ahora ya sabe lo que tiene que hacer, entregar su vida a los pobres  y ser su  pastor; pero son tantos los pobres, los encarcelados, los enfermos, mutilados y los perseguidos, que le lleva a pensar que para esta misión va a necesitar ayuda. El joven sacerdote invita a algunos de sus hermanos a vivir en comunidad, para que todos juntos puedan  acometer esta obra. Es así como  nace la sociedad de “Los Misioneros de Provenza”, un  25 de Enero de 1816, que tendrían como finalidad propia  la evangelización de los pobres, siendo aprobada por el por el Papa Leo XII  el 17 de febrero de 1826 con el nombre de Congregación de los Misioneros Oblatos de María Inmaculada.

En los años inmediatos a la fundación van a alternar las satisfacciones íntimas con  los dolores profundos, que Eugenio tiene que ir administrando con sabiduría y prudencia, sin dejarse vencer por la depresión. Así hasta que es nombrado obispo de Marsella, después de haber desempeñado el cargo de Vicario General de la diócesis. Con responsabilidad y acierto supo compatibilizar sus obligaciones de obispo con las que se derivaban de su cargo de superior general de la Congregación por él fundada. Es construída una nueva catedral y también el santuario de Nuestra Señora de la Guardia. Se amplía el número de parroquias, se dan acogida a las asociaciones  e institutos religiosos  y se trabaja activamente en los asuntos políticos y religiosos.

Sabiendo que no le quedaba mucho tiempo de vida se preparó a bien morir y dejó dicho a sus más allegados colaboradores que quería morir con los ojos abiertos siendo consciente de que se moría  “Si me adormezco o me agravo, despertadme, os lo ruego, ¡quiero morir sabiendo que muero!”.Esto sucedía un domingo de Pentecostés del  21 de Mayo de 1861 mientras se cantaba la salve.

Reflexión desde el contexto actual

La última voluntad de Eugenio Mazenod quedaba expresada en estas palabras:”Practicad entre vosotros la caridad, la caridad, la caridad   y fuera, el celo por la salvación de las almas”. Garantes de este testamento los miembros de su Congregación, conservan al día de hoy  el carisma recibido que sigue siendo un gran tesoro para nuestra sociedad.

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