Un santo para cada día: 28 de mayo San Germán de París (Apóstol de los pobres, gloria de Francia)

San Germán de París: apóstol y amigo de los pobres
San Germán de París: apóstol y amigo de los pobres

Fue enterrado inicialmente en el monasterio de San Sinforoso, pero el abad Lanfrido mandó después que trasladaran sus restos a San Vicente, que hoy se conoce ya como ”San Germain des pres” (San Germán de los prados) en una urna de plata que hicieron los orfebres de París en el año 1408. El Papa Esteban II sería el encargado de canonizarlo el año 754

Siempre se recordará a Germán, obispo de París, como ese gran benefactor.  Considerado como una de las glorias de la Francia del siglo VI.  Sus paisanos  le recuerdan  y veneran como cosa suya.

Nació en Autún, en la Borgoña, en el último tercio del siglo V. Sus padres, Eleuterio y Eusebia, no querían ese hijo y estuvo a punto de morir por un intento de aborto. Fue abandonado después y le recogió su tía, pero un primo suyo que estudiaba con él, casi le envenena por celos.

Por fin, el obispo Agripín de Autún le ordena sacerdote y después su sucesor, el obispo Sinforiano, le nombra abad del monasterio de San Sinforiano. Era tal el cariño que sentía hacia los necesitados que acudían al convento, que la comunidad, temiendo que les diera hasta su propia comida, le cerraban los arcones y la despensa, pues un día llegó a repartir entre los pobres las raciones de pan que tenían para comer los frailes en el refectorio. Ese día hubo muchas protestas y fray Germán debió rezarle a Dios, porque al día siguiente se presentaron en el convento dos carros llenos de panes y de comida para los frailes con los que su enfado quedó aplacado. Entre los muchos milagros que se cuentan de él, nos encontramos con el hecho prodigioso de que un día apagó con una rociada de agua bendita, un incendio en el pajar que amenazaba con arruinar al monasterio.

Estando en París, ya en el año 555, quedó vacante la silla episcopal de esta ciudad, por la muerte del obispo Eusebio y ante la aclamación unánime del pueblo para que fuera elegido el abad Germán, el rey Childeberto pidió que consagraran a Germán y siendo ya obispo, asistió en el 557 y 573 al tercer y cuarto Concilio de París y en el año 556 también había asistido al segundo de Tours.

Es recordado sobre todo este santo varón, por convertir al rey franco Childeberto I y prohibir los excesos que se llevaban a cabo en la mayoría de las celebraciones cristianas de la época. También se dice que curó al rey Childeberto, enfermo de gravedad en el castillo de Celes, desahuciado por los médicos, cosa que hizo, solo con imponerle las manos y orar por él durante toda la noche. Luego el rey, en agradecimiento, donó su castillo de Celes para que allí hicieran una abadía.

Pero por otra parte no faltaron también los malos ratos, pues un obispo, celoso de las cosas buenas que se decían de Germán, levantó una calumnia contra él y logró que fuera encarcelado. Dicen que las puertas de la cárcel se le abrieron, como a San Pedro, pero él no se marchó hasta que el mismo obispo que le había acusado, arrepentido, fue a liberarlo y a pedirle perdón.

Como su vida fue bastante larga, hubo en ella muchos acontecimientos, que no podemos reseñar en esta breve biografía, para acabar muriendo a los 80 años, el 28 de mayo del 576. Fue enterrado inicialmente en el monasterio de San Sinforoso, pero el abad Lanfrido mandó después que trasladaran sus restos a San Vicente, que hoy se conoce ya como ”San Germain des pres” (San Germán de los prados) en una urna de plata que hicieron los orfebres de París en el año 1408. El Papa Esteban II sería el encargado de canonizarlo el año 754.

Reflexiones desde el contexto actual:

En este mundo nuestro, donde el fútbol ha pasado a ser algo así como la “religión” oficial del pueblo, no deja de ser un gran honor y una muestra de reconocimiento y admiración a la figura de este gran santo, el hecho de que uno de los clubs más importantes del mudo lleve su nombre y haya pasado a llamarse el “París Saint Germain” (PSG). Eso aparte de la devoción que se le tiene por haber sido uno de los obispos más significativos de París.  

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