Un santo para cada día 18 de febrero San Simeón: el segundo obispo de la Ciudad Santa

San Simeón: el segundo obispo de la Ciudad Santa
San Simeón: el segundo obispo de la Ciudad Santa

Fue testigo directo de los milagros y los hechos portentosos de la vida de Jesús, bautismo,  resurrección y ascensión, seguramente estuvo presente en la Ultima Cena, y por supuesto recibiría la fuerza del Espíritu  en Pentecostés

De Simeón se hacen ecoSan Mateo (13, 55) y San Marcos (6, 3). Debió nacer en la primera mitad del siglo primero y los hagiógrafos  establecen lazos de consanguineidad con la Familia de Nazaret, unos aseguran que fue hermano de José, otros como S. Eusebio de Cesarea en su Historia Eclesiástica lo considera hijo de Cleofás, que además de ser  hermano de José  estaría casado  con María hermana de la Virgen, mujer mencionada por Juan y Mateo en sus evangelios. Sin poder precisar el grado de parentesco entre Simeón y Jesús, lo que sí parece cierto  es que éste existió.

Simeón, aparte de ser  descendiente del rey David,  es acreedor de otros títulos que fue acumulando a lo largo de su dilatada vida, que supuestamente duró 120 años, llegando a ser  obispo, confesor y glorioso  mártir; pero sin duda alguna la credencial más distintiva de Simeón  está en haber sido discípulo directo de Jesús y emparentado con él según los vínculos de la sangre. Ello significa que tuvo la  gran suerte de estar cerca del Maestro y ser objeto de su especial predilección, ello significa que fue testigo directo de los milagros y los hechos portentosos de la vida de Jesús, bautismo,  resurrección y ascensión, seguramente estuvo presente en la Ultima Cena, y por supuesto recibiría la fuerza del Espíritu  en Pentecostés.     

Cuando llegó el momento de tener que separarse los que habían sido discípulos de Jesús, para llevar su mensaje a los confines de la tierra, Simeón se quedó  en territorio de Judea, siendo muchos los años que pasó en Jerusalén como el brazo derecho de su primer obispo Santiago el Menor, en unos momentos difíciles en que el odio contra Cristo sembrado por los  sumos sacerdotes, escribas y fariseos contra los cristianos, hacía muy difícil la labor de la evangelización, pero ello fue posible gracias a su celo apostólico. Una vez que Santiago el Menor fue martirizado en el año 62, la asamblea cristiana en Jerusalén se reunió a deliberar, decidiendo por unanimidad que Simeón habría de ser  la persona más indicada para sucederle  en tal ministerio, es así como se convirtió  en el segundo obispo de la Ciudad Santa.

San Simeón

Según la fuente de Eusebio de Cesarea, hacia el año 69 Simeón con su grey tuvieron que salir de  la Ciudad Santa y refugiarse  al otro lado del Jordán, en un lugar llamado Pella, a causa de que una revuelta de los judíos  encolerizara a Roma, dando ocasión a que Vespasiano entrara en la ciudad  para castigar a los rebeldes, no dejando piedra sobre piedra. Fueron tiempos de gran aflicción para la comunidad cristiana, que encontró en su pastor al hombre providencial para reconfortarlos. Pasada la tormenta volvieron a  Jerusalén para emprender no solo  su reconstrucción material sino también su reconstrucción espiritual, obra que fue posible por el celo, la  virtud y  prudencia de que hizo gala el intrépido obispo, que en todo momento supo cuidar celosamente del pequeño rebaño, para que las herejías no hicieran mella en las genuinas doctrinas que él había aprendido  de boca del mismo Jesucristo. La comunidad cristiana fue creciendo favorecida con la gracia providente de tener a su pastor muchos y fructuosos años a su lado.

La palma del martirio le llegó siendo ya muy anciano. Simeón fue denunciado y el Gobernador Ático que cruelmente  lo  torturó no dudó en condenarle finalmente a morir en la cruz,  supuestamente a la edad de 120 años,  El solo  pensar que iba a ser tratado como el Maestro le produjo un enorme consuelo y por ello daba gracias a Dios. Eusebio de Cesarea cree que este acontecimiento pudo tener lugar  entre año 107  y el 116

Reflexión desde el contexto actual.

Siempre que se habla de regeneración y renovación del actual cristianismo se alude a la necesidad de volver a las fuentes y recuperar el espíritu de los primeros cristianos. ¿Qué es lo que les  convierte a los primeros testigos de Cristo  en  un referente para los cristianos de hoy? Sin duda su autenticidad, de la que nos da sobrado testimonio S. Simeón obispo de Jerusalén y mártir.   

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