Un santo para cada día: 24 de marzo Santa Catalina de Suecia (Patrona de las vírgenes)

Santa Catalina de Suecia: la patrona de las vírgenes
Santa Catalina de Suecia: la patrona de las vírgenes

Fue la cuarta hija de Santa Brígida, noble sueca, quien al enviudar donó todas sus propiedades y se internó en un monasterio. Su esposo era también un noble sueco

Allá por el año 1375 se viven en Roma momentos de gran confusión e  incertidumbre, todo ello motivado por  el Cisma en el cual estaba sumida la Iglesia.  Por sus calles vemos caminar a una joven y bella viuda que ha venido a la Ciudad Eterna a promover la causa de canonización de su madre recientemente fallecida. Ella estuvo de parte de Urbano VI, al igual que Sta. Catalina de Siena e hizo lo que pudo a su favor, pero la luz verde para la canonización de su madre la daría Inocencio VIII en el año 1484.                                           

Esta joven habría de ser conocida como Catalina de Vadstena, nacida en Suecia en 1331 o 1332. Fue la cuarta hija de Santa Brígida, noble sueca, quien al enviudar donó todas sus propiedades y se internó en un monasterio. Su esposo era también un noble sueco. Cuando ya tenía 7 años llevaron a Catalina a la abadía de Risberg para que la abadesa se encargara de su educación. A los 13 años fue dada como esposa al noble caballero Egard Von Kyren, de ascendencia alemana. Ella, que había sido educada con unas profundas convicciones religiosas decide, de común acuerdo con su esposo, vivir en castidad, desde la primera noche de bodas.

Su madre había fundado un Monasterio y una Congregación, llamada Orden del Santísimo Salvador, conocida popularmente como las “brigidinas” y al quedarse viuda en 1349, va a Roma para presentar las Reglas de la nueva Orden. Al poco tiempo se le unió su hija y estando allí, en 1351, Catalina recibe la noticia del fallecimiento de su esposo. Una vez sepultado ésta decide permanecer en Roma con su madre y rechazar cualquier nueva oferta de matrimonio.

Santa Catalina de Suecia: la patrona de las vírgenes
Santa Catalina de Suecia: la patrona de las vírgenes

En 1372, Catalina y su hermano Birger acompañan a su madre en una peregrinación a Tierra Santa, pero al poco de regresar a Roma fallece Santa Brígida el 23 de junio de 1373 y Catalina se convierte entonces en heredera espiritual de su madre y como tal le sucede a la cabeza de la nueva Orden. Acompaña los restos mortales maternos hasta Suecia, para darle sepultura en el Monasterio de Vadstena, fundado por ella, e ingresa en ese mismo convento, convirtiéndose en abadesa.

En el verano de 1375 vuelve a Roma para participar en las investigaciones abiertas para iniciar el proceso de beatificación de su madre y permanece en Roma varios años, aportando datos sobre su vida, pero debido al Cisma que había en la Iglesia, no se llegó a ningún resultado, sin embargo, consiguió que en 1378 que la Iglesia aprobara definitivamente las Reglas de la nueva Orden.

En 1380 regresó a Suecia y el obispado le entregó definitivamente la dirección de la nueva Orden Religiosa. Falleció el 24 de marzo de 1381 en el Monasterio de Vadstena, siendo canonizada por Inocencio VIII en 1784.

 De ella se puede decir que fue una mujer sencilla y pobre, que dedicó muchas horas al día a la oración, limosna y trabajos domésticos, como una más de la Comunidad.  Según la leyenda son muchos los sucesos portentosos ocurridos a su muerte, como luces que rodearon su cuerpo y su sepulcro y los destellos de una estrella señalando su sepulcro etc. Se la suele representar   generalmente con un látigo en la mano, porque dicen que así espantó a unos jóvenes que atentaban contra su virtud.

Reflexión desde el contexto actual.

La castidad ha sido y sigue siendo, una de las virtudes más preciadas para no pocos creyentes católicos, en cambio en los ambientes laicos es un valor a la baja y mucho me temo que la devaluación de la honestidad acabe mermando la dignidad de las personas.  La experiencia ha demostrado fehacientemente que si alguien quiere ser respetado por los demás debe comenzar por respetarse a sí mismo, dando muestras de que es dueño de sus más bajos instintos

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