Un santo para cada día: 19 de noviembre Santa Matilde virgen. (El Ruiseñor de Dios)

Santa Matilde virgen. (El Ruiseñor de Dios)
Santa Matilde virgen. (El Ruiseñor de Dios)

La llamaban “el ruiseñor de Dios” por lo bien que cantaba. Religiosa cisterciense. Defensora a ultranza del rezo de las tres avemarías a la Santísima Virgen, que según decía, María misma le había recomendado en una de sus apariciones

La llamaban “el ruiseñor de Dios” por lo bien que cantaba. Religiosa cisterciense. Defensora a ultranza del rezo de las tres avemarías a la Santísima Virgen, que según decía, María misma le había recomendado en una de sus apariciones.

Matilde de Hackeborn nació en 1241 o 1242, en la fortaleza de Helfta en Sajonia (Alemania). Era la tercera hija del barón de Hackeborn. Debido a su extrema debilidad pensaron que no sobreviviría, sin embargo el sacerdote que la bautizó predijo que llegaría a ser santa. Su hermana mayor, Gertrudis, era religiosa cisterciense en el monasterio de Roserdorf, que después se trasladó a Helfta. Cuando Matilde tenía 7 años la llevaron al monasterio de su hermana, para que las monjas se ocuparan de su educación. Ella quedó encantada con la vida que hacían las monjas y ya no quiso salir nunca de allí. No le importaban los ventajas que suponía haber nacido en un castillo, ni las prebendas que conllevaba el título nobiliario, ella solo quería consagrarse a Dios de por vida.

Cuando Matilde tiene 19 años eligen abadesa a su hermana y ésta le asigna el cuidado y atención de las niñas, que como ella habían entrado para ser educadas allí y también le asigna después la formación de las jóvenes que entraban para ser religiosas. Cuando Matilde tiene 20 años, entra una niña de cinco años, llamada Gertrudis, como su hermana, para ser educada allí. Sería la Santa Gertrudis que tanta fama dio a ese monasterio en el siglo XIII y no solo por su santidad personal, sino por la santidad de todas las monjas que el monasterio albergaba. Gertrudis sería la encargada de escribir y difundir las memorias de Santa Matilde, bajo el título de “Libro de la Gracia Especial”.

Santa Matilde

Como Matilde cantada con una voz melodiosa, pronto la nombraron Maestra de Coro y la tradición acabó llamándola “El Ruiseñor de Dios”. Era una entusiasta del rezo de las Horas, de la Eucaristía, de la Comunión y tenía un profundo conocimiento de las Sagradas Escrituras. Fue agraciada con numerosos favores místicos, que se iniciaron cuando aún era una niña. De su hermana había heredado la rica tradición monacal, que floreció altamente en esa época, en la línea más pura de la regla que había abrazado, en que la oración, contemplación, estudio científico y teológico iban siempre amasado  en la tradición y el magisterio de la Iglesia.

Cuando un día le pidió a la Santísima Virgen que no le faltara su asistencia en el momento de la muerte, Ella le dijo que rezara diariamente las tres avemarías, conmemorando el poder del Padre, la sabiduría del Hijo y el amor del Espíritu Santo. Durante la última etapa de su vida tuvo muchos sufrimientos y la Santísima Virgen la invita a meditar en los sufrimientos de su Hijo y ofrecer los suyos por la conversión de los pecadores.

Antes de morir, la nueva abadesa les pide a las hermanas que recopilen datos sobre su vida y sus experiencias místicas, de ello se encargaría su discípula Gertrudis y el resultado fue el libro que hemos mencionado anteriormente. Matilde, en un principio, se negó a que sus cosas íntimas salieran a la luz, pero en una visión el Señor le hizo ver que era conveniente, por lo que  ella misma acabó corrigiendo personalmente el texto.

Reflexiones desde el contexto actual:

  A las órdenes contemplativas siempre se las ha visto  como la retaguardia de la Iglesia.¿ Qué sería de nuestra comunidad cristiana sin las reservas espirituales que permanecen tras los muros de los conventos de clausura? En medio de este mundo cada vez más alejado de Dios nuestra esperanza siguen siendo esas vidas puras consagradas, que como la de Matilde son consumidas en el silencio y el servicio a Dios. Lo verdaderamente dramático es que muchas de las puertas de estos recintos sagrados se van cerrando por falta de vocaciones.  Desde hace tiempo, se calcula que  por término medio, en España cada mes desaparece uno de estos  benditos lugares, lo que no deja de ser una enorme desgracia.  El contrapunto a esta mala noticia lo tenemos en el Monasterio de La Aguilera (Aranda de Duero)  que por lo que dicen está en auge y puede ser un signo de esperanza. 

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