Un santo para cada día: 19 de julio Santas Justa y Rufina: protectoras de la Giralda y de la Catedral

Santas Justa y Rufina: protectoras de la Giralda y de la Catedral
Santas Justa y Rufina: protectoras de la Giralda y de la Catedral

Son Patronas también del gremio de los alfareros y de los cacharreros

Son las Santas Patronas de Sevilla y la tradición las señala como protectoras de la Giralda y de la Catedral. Son Patronas también del gremio de los alfareros y de los cacharreros.

La historia y martirio de estas dos hermanas está envuelta en una gran nebulosase . No se mencionan por primera vez hasta unos documentos del siglo VII. Según estos documentos Justa habría nacido en el 268 y su hermana Rufina en el 270. Eran los tiempos de la dominación romana, impregnados de paganismo. Ellas vivían en el seno de una modesta familia dedicada a la alfarería y practicaban su religión cristiana clandestinamente, en un arrabal de Triana, en Sevilla.

Según cuentan, se estaban celebrando unas fiestas paganas en honor de la diosa Salambó (Afrodita o Venus) y se  trasportaba la imagen de la diosa en una procesión. Al pasar por donde tenían ambas hermanas expuestas sus vasijas de alfarería, les pidieron una contribución para las fiestas de la diosa. Ellas se negaron. Entonces se formó un revuelo y se rompieron algunos cacharros, además de la estatua de la diosa.

Por este suceso fueron acusadas de sacrilegio ante el prefecto de Sevilla,  Diogeniano, quien mandó enseguida que fueran encarceladas. Pensó que si las asustaba con algunas torturas renegarían de sus creencias. Primero les aplicó el tormento del potro y después fueron torturadas con garfios de hierro. Viendo que no desistían mandó que fueran encerradas  en una tenebrosa cárcel, donde sufrirían de hambre y  de sed. Al ver que resistían y habían sobrevivido fueron castigadas a caminar descalzas hasta Sierra Morena. Como  viera el prefecto que no se conseguía nada con ellas y  que todo lo soportaban con paciencia mandó que se las encarcelaran de nuevo hasta que murieran.

Santas Justa y Rufina

La primera en fallecer fue Justa, agotada por la caminata y deshidratada por la falta de agua y de comida. Mandó que arrojaran su cuerpo a un pozo. El obispo Sabino logró encontrarla y rescató su cuerpo para darle sepultura. Como Rufina aún seguía con vida, la llevaron al anfiteatro y la dejaron a expensas de un león para que  la despedazara, pero éste se limitó a mover la cola y lamer sus vestidos. Desesperado el prefecto mandó que la degollaran y quemaran después su cuerpo. El obispo Sabino de nuevo recogió sus restos y los enterró junto a su hermana. Era el año 287.

Ante las persecuciones que sufrieron los mozárabes en tiempos de Abderramán II y Mohamed I, muchos huyeron a Toledo y allí fundaron una parroquia bajo la advocación de estas dos santas. Con San Leandro y su hermano San Isidoro, la devoción a las santas adquiere gran importancia en Sevilla y se componen textos litúrgicos en su honor. Cuando Fernando III el Santo reconquista Sevilla, el 23 de noviembre de 1248, se recupera el culto y veneración de estas santas mártires, a las que se sigue teniendo gran devoción en la ciudad. La tradición dice que gracias a su intercesión no se destruyó la ciudad en el terremoto de Lisboa de 1755.

Reflexión desde el contexto actual:

En estos tiempos  nos resultan extraño e incomprensible que se dieran encarnizadas persecuciones por motivos religiosos, lo que mucha gente ignora es que muchos cristianos de nuestros tiempo son perseguidos y martirizados con semejante crueldad en diversos puntos del planeta sin que sea denunciado por los medios de comunicación y sin que la ONU y demás Organismos Internacionales  muestren el interés que debieran  por evitarlo. El silencio hipócrita de unos y la pasividad cobarde y oportunista  de los otros les convierte en cómplices de los mártires inocentes de nuestros tiempos que se cuentan por millares, aunque luego sean los primeros a la hora de hablar de los derechos humanos y de  la libertad religiosa

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