Un santo para cada día: 6 de mayo Santo Domingo Savio: uno de los santos más jóvenes de la Iglesia

Santo Domingo Savio: uno de los santos más jóvenes de la Iglesia
Santo Domingo Savio: uno de los santos más jóvenes de la Iglesia

Según la biografía que escribió de él S. Juan Bosco, 2 años después de la muerte de Domingo, esos propósitos escritos el día de su Primera Comunión, fueron una especie de “hoja de ruta” para sus acciones hasta el final de su vida

Es patrono de estudiantes, acólitos y monaguillos.

Este adolescente italiano, con sus escasos 15 años de vida, es todo un modelo de entrega y fidelidad a Dios. Es uno de los santos, no mártires, más jóvenes de la Iglesia Católica.

Nació el 2 de abril de 1842 en San Giovanni da Riva, cerca de Chieri (Italia), pero cuando tenía solo 20 meses, sus padres, Carlino Savio y Brígida Gaiato, se trasladaron a Murialdo. Siendo muy pequeño su madre lo llevaba a la Iglesia para que fuera aprendiendo a ayudar a Misa como monaguillo.

En febrero de 1849 se trasladó de nuevo la familia a Mondonio, cerca de Castelnuovo. Viendo su madurez y la preparación que tenía, le admitieron para la Primera Comunión con solo 7 años. Hizo unos propósitos, que escribió de su puño y letra, en el reverso de una estampa. Eran estos: “confesarse frecuentemente, santificar los domingos de forma especial, tener siempre como sus mejores amigos a Jesús y a María y preferir morir antes que pecar”.

Ciertamente Dios le tenía ya predestinado. Según la biografía que escribió de él S. Juan Bosco, 2 años después de la muerte de Domingo, esos propósitos escritos el día de su Primera Comunión, fueron una especie de “hoja de ruta” para sus acciones hasta el final de su vida. El maestro que tuvo con 11 años afirmaba que jamás había tenido un alumno como él.

Santo Domingo Savio

El 2 de octubre de 1854, Domingo se encontró por primera vez con San Juan Bosco y el 29 de octubre entró en el Oratorio de Valdocco de Turín, para completar sus estudios. Seis meses después, tras un sermón de Don Bosco sobre la austeridad y el sacrificio, Domingo renovaba esa promesa del día de su Primera Comunión, ante el altar de la Virgen María.

La primera vez que se entrevistó a solas con Don Bosco, Domingo le había dicho: “¡Ayúdeme a ser santo!”. Empezó una vida de austeridad y renuncias, limitando sus comidas y las horas de descanso y aumentando sus horas de oración ante la Santísima Virgen. Viendo Don Bosco que domingo se “pasaba” en sus ascetismos, le prohibió terminantemente esos “excesos” sin su permiso. Desde ese momento, Domingo se volcó más en el trasto con sus compañeros, especialmente en aquellos que estaban más marginados o a los que estaban enfermos, demostrando una sana y jovial alegría en todo cuanto hacía.

Tal como había predicho Don Bosco, sus austeridades “pasaron factura” y se resintió su salud. En febrero de 1857 tuvo una fuerte tos que le obligó a guardar cama varios días, pero como no mejoraba, el domingo 1 de marzo fue devuelto a la casa de sus padres. Le diagnosticaron pulmonía. Al ver que su enfermedad se agravaba, él mismo pidió que le administraran la “unción de enfermos”. A las 9 de la noche del día 9 de marzo le pidió a su padre que rezara con él las oraciones de los agonizantes. A las 10 dijo: “¡Qué maravilla lo que estoy viendo!”. Y expiró. Le faltaban 3 semanas para cumplir los 15 años.

Fue sepultado en el cementerio de Mondonio, pero en octubre de 1914 la Iglesia pidió que sus restos fueran trasladados a la Basílica de María Auxiliadora de Turín, donde reposan actualmente.

Dos años después de su muerte, Don Bosco publicó su biografía con el título: “Vita del giovanetto Savio Domenico”. Fue beatificado por Pio XII el 5 de marzo de 1950 y canonizado por el mismo Papa el 12 de junio de 1954.

Es patrono de estudiantes, acólitos y monaguillos.

Reflexión desde el contexto actual:

Este adolescente es un ejemplo de piedad, obediencia, alegría y compañerismo. Su amor a la Santísima Virgen y sus deseos de santidad, no son frecuentes en nuestros días, en que pasada la Primera Comunión, desvirtuada ya de su sentido y considerada casi como “un rito social”, se apartan voluntariamente de todo lo religioso, dedicando su tiempo a otras actividades menos edificantes.

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