Un santo para cada día: 6 de agosto Los santos Justo y Pastor

Los santos Justo y Pastor
Los santos Justo y Pastor

Después de 40 años de una relativa paz para los cristianos, se había levantado la “veda” contra ellos. Diocleciano, que en un principio se mostró relativamente “tolerante” con el cristianismo,  cambió su actitud debido seguramente  a la influencia de aquellos que compartían con él el gobierno de su inmenso imperio

“Dejad que los niños vengan a mí y no les estorbéis, porque de ellos es el Reino de los Cielos” (Mt 19, 13-15)

Bien se les podría aplicar a estos dos hermanos de Alcalá de Henares, las palabras de Jesús. Eran tiempos difíciles. Después de 40 años de una relativa paz para los cristianos, se había levantado la “veda” contra ellos. Diocleciano, que en un principio se mostró relativamente “tolerante” con el cristianismo,  cambió su actitud debido seguramente  a la influencia de aquellos que compartían con él el gobierno de su inmenso imperio, sus hombres de confianza, intolerantes con los cristianos, por lo que tuvo  se vio presionado a firmar el terrible decreto. El edicto de la persecución resonó por calles y plazas. ¡Cuántos cristianos fueron torturados y vilmente asesinados  en ese tiempo!...

Pero no de todas las víctimas hay constancia, unos porque no eran personas relevantes, otros porque las actas de su martirio desaparecieron, casual o intencionadamente. Así pasa con la historia de estos dos hermanitos, Justo y Pastor, de los que apenas tenemos noticia hasta el siglo IV, a través del poeta Prudencio, quien recoge la tradición oral que ya existía desde su martirio, que debió ocurrir hacia el año 304.También Eusebio de Cesarea, que falleció en el 339, en su “historia de la Iglesia” habla de las terribles persecuciones de Diocleciano y dirige su atención hacia muchos de estos mártires.

Las actas del martirio tampoco son auténticas, pues trasmitidas de forma oral, fueron redactadas en época visigoda. Según estas actas, los dos hermanitos, Justo y Pastor, de unos 9 y 7 años, respectivamente, vivían en la ciudad de Complutum, la actual Alcalá de Henares. El comisario imperial, el prefecto Daciano, hombre cruel, responsable ya de haber dado muerte a otros mártires conocidos, como Vicente el diácono zaragozano, Engracia de Zaragoza, Eulalia de Mérida, Emeterio y Celedonio en Calahorra y otros muchos, había llegado a Complutum y con él traía el edicto del emperador.

Probablemente irían camino de la Escuela, cuando oyeron al pregonero y con la intrepidez y la valentía  que da a veces la ingenuidad infantil, irían directos, como todos los mártires, a recriminarle su conducta y claro, ya se sabe, quien se muestra disconforme con las decisiones del que manda acaba pagándolo. Hace falta ser cruel y sanguinario para ensañarse con unos niños de tan corta edad, pero la gracia y la fuerza de Dios no entiende de edades, ni de clases sociales, ni de razas. Y claro, pasó lo que tenía que pasar, la espada del verdugo segó esas tiernas cabecitas. Seguro que no le costaría demasiado esfuerzo.

Santos Justo y Pastor

La tradición de Alcalá ha transmitido la noticia de que fueron ejecutados fuera de la ciudad, cosa muy verosímil, pues lo natural es que el tirano tuviera miedo de las iras del pueblo y procurara que el crimen pasara inadvertido. El hallazgo de los cuerpos lo atribuye San Ildefonso, al obispo Asturio, quien iluminado por Dios, habría dado con el lugar de su primitiva sepultura y que él mandó edificar la primera basílica en honor de los mártires. A este obispo, venerado como santo, se le atribuye la Misa y el Oficio de los dos niños mártires. Este obispo ya no volvió a su diócesis. Allí se quedó y allí quiso ser enterrado. Con ello consiguió que Alcalá de Henares se convirtiera en Diócesis, de la que Asturio sería el primer obispo.

Siempre será una gloria para Alcalá de Henares tener como patronos a estos dos santos.

Reflexión desde el contexto actual:

La inocencia de los niños está ahí para lavar la iniquidad y perversión de los mayores. Son ellos los que nos regalan la alegría más pura del presente y la esperanza más solida del futuro.  ¿Habrá algún crimen tan siniestro sobre la tierra que no pueda ser borrado por con la  sangre pura e inmaculada de estos niños que voluntariamente se inmolaron?   Ante los héroes y los mártires todos los hombres y mujeres sean de la condición que sean  sentimos una admiración incontenible , pero si la gesta heroíca tiene como protagonistas a unos valerosos infantes entonces más que de admiración habría que hablar de estupecfacción.                   

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