Adviento: espera de alegría y de conversión.

Domingo Primero de Adviento Año Ordinario C. 02.12.2018.

(Lucas 21, 25-28. 34-36; Mateo 24,37-44; Marcos 13, 33-37).


Comenzamos Adviento. Es un tiempo riquísimo para nuestra vida cristiana, tanto interior, hacia mi persona, como exterior, hacia el mundo, hacia "todo y todos". Como así, por lo demás, siempre debe ser.
Adviento es un tiempo de una esperanza grande. Esperamos a Jesús, que es la razón de nuestra existencia:

"Por quien vivimos, nos movemos, existimos y morimos”.

Jesús está a la puerta. Quiere entrar en nosotros y en el mundo todo. Quiere, en este año, nacer, “teniendo un lugar en la posada”, en cada uno y en el mundo, viniendo a salvar y no a condenar. Cada año es posible una Navidad personal y social. Jesús vino históricamente, por eso la gente habla de “cumpleaños de Cristo”. Pero Cristo viene y está viniendo siempre, por eso, es posible un gran “nacimiento” hoy en "todo y en todos". Pero, Cristo también vendrá, al fin de los tiempos:"como un ladrón en la noche".


Siempre hay que estar vigilantes, estando siempre ocupados en las tareas del Reino:

"El Reino está en medio de vosotros".



Está instaurado e inaugurado por Jesús. ¡Jesús es el Reino! Nos corresponde proseguir, haciendo nuestro a Cristo y su Evangelio, construyendo el Reino aquí y ahora, para que Cristo le dé plenitud cuando Él quiera, sin aviso acerca del momento. Pero, no obstante, el aviso ya está hecho . Cristo al respecto nos ha hecho varias advertencias, advirtiéndonos de su venida final, sin indicar el momento preciso:

"No sabemos ni el día ni la hora… pero estén atentos, ocupados y vigilantes…”.

Como se puede constatar hay tres niveles de Adviento. El Jesús que vino, que viene y que vendrá. De todos ellos se preocupa el tiempo litúrgico que comenzamos hoy.

Pero hoy nos referiremos a Jesús que viene siempre. Se trata de que esperamos un “nacimiento” hoy. Queremos una verdadera Navidad. Si hablo de “nacimiento” (entre comillas) es porque, si bien es cierto, que Jesús viene en esta Navidad, me parece que lo que más le importa a Jesús - y por eso viene - es que cada uno y la sociedad: familia, barrio, mundo, país, "todo y todos", tienen que recibir“al
que está a la puerta”, y “al que está cerca” y se tendrá un gran “nacimiento” en "todo y en todos". Cristo ya nació. Ahora, en Cristo, nos toca nacer a nosotros, en forma personal y social.

Este tiempo de Adviento tiene una especial connotación para los pobres y su mundo. Ellos sufren una constante discriminación, opresión e injusticia, que clama al cielo, en un permanente Adviento, en una permanente espera, que ojalá siempre sea activa, con unión y organización, exigiendo la "liberación que no les llega de ninguna parte". No olvidemos el cántico de María, la que espera un hijo, al Mesías. Al referirse al Mesías que ella engendrará y dará a luz para la salvación del mundo, ella dice:

“Derribará del trono a los poderosos y enaltecerá a los humildes. Colmará de bienes a los hambrientos y despedirá a los ricos con las manos vacías”.

Esto lo espero con ansias, pidiendo al pueblo soberano que se movilice, creando movimiento popular y protestando, buscando y siendo sujeto de su propia liberación. ¡Dios no quiere una situación de pecado social!
Escoba en mano hay que hacer una limpieza generalizada,limpiando pacíficamente y en forma organizada y unida, la basura del poder y del dinero idolátrico y corrupto de unos pocos, una minoría, que tiene secuestrada a una mayoría. En años pasados los Obispos declararon que el pueblo tiene el legítimo derecho de manifestar su discenso pacíficamente. Y en ese tiempo, el pueblo se manifestó a través de sus protestas. ¡Dios es el Dios de los pobres!

Por lo demás, el texto referido a la Madre del Mesías, es inspiración, entre muchos, de la Teología de la Liberación. No de la caricatura, que mezquinos intereses, hacen de ella. Se trata de la que proviene del Reino, del plan de salvación, de la liberación y salvación integral, no sólo de “almas”, sino del “hombre todo y de todos los hombres”, como nos dice el Vaticano II, confirmado, de una u otra forma, por Paulo VI, al tratar la “Evangelización del mundo contemporáneo” (Evangelii Nuntiandi): "Nada de la experiencia humana es ajena a la Evangelización".
Nada de nuestra experiencia chilena es ajena a la liberación integral evangelizadora. Por tanto, si hoy hay institucional ilegítima, heredada de la dictadura y proseguida por más de 40 años por los gobiernos consecutivos, políticos y de partidos, causando marginación, opresión, terrorismo de Estado, pobreza y miseria por un sistema económico neo liberal, acumulador, tramposo, corrupto, y por una Constitución ilegítima, es deber ciudadano y cristiano, terminar cuanto antes con esta crisis nacional. Creo, que la agresividad a todo nivel del pueblo, que experimentamos, se debe a un Chile enfermo política e institucionalmente.

Adviento es compromiso vigilante por buscar la liberación integral. La Esperanza es una virtud teologal, tenemos que pedirla a Dios. Esta esperanza de Adviento no es “espiritualista”, de omisión y evasión enajenante. El hombre y mujer de Cristo deben también construir esperanza en la historia. La Esperanza es un don de Navidad, pero, también, se hace, con nuestro compromiso atento, vigilante. La esperanza debe ser testimoniada, dando signo de esperanza y de liberación en Cristo. Se trata de“estar en vela”,
anunciando y experimentando, con conversión, que la hora de Dios ya llegó, especialmente para los pobres, oprimidos y sin esperanza por sus sufrimientos permanentes. "Adviento es alegría, esperanza y conversión".

Nos prepara para Navidad, y prepararse para ella, significa, que a través de nuestro compromiso y espera vigilante, estamos anunciando el “nacimiento” para el perdón de los pecados y para la liberación de toda servidumbre humana. Es un Adviento de compromiso, para llevar adelante, en nosotros, en "todo y en todos", la liberación, de un Cristo que ya está entre nosotros, y que nos llama a la conversión a Dios y al hermano. Con nuestro compromiso vigilante somos signo y sacramento de esta liberación integral, somos prueba fehaciente de esa liberación que Jesús trae. Acordémonos:

“¿Eres tú el Mesías o debemos esperar otro?”.

Acordémonos de la respuesta de Jesús:

“Vayan y digan: los cojos andan, los ciegos ven, y a los pobres se les anuncia el Evangelio”.

¿Quién o quiénes son y deberían ser el testimonio de todo esto?

La Iglesia, el Papa, los Cardenales, los Obispos, los sacerdotes, las religiosas y los laicos, y éstos de una manera específica en el campo que le es propio: el mundo temporal y la política; y su compromiso por un mundo mejor a la manera del Reino. Por supuesto, los laicos, también, en la Iglesia, en este Adviento y siempre, tienen un rol de protagonismo, no sólo ejecutivo, sino de decisión. (Capítulo IV de Puebla).

Me parece que esto significa el Evangelio de Adviento:

"Estén alerta, no sea que se endurezcan sus corazones en los vicios, borracheras y preocupaciones de la vida, y, de repente, los sorprenda este día... . Por eso estén vigilantes y orando en todo tiempo para que se les conceda escapar de todo lo que debe suceder y puedan estar de pie delante del Hijo del Hombre"

Que nuestro Adviento de hoy, más necesario que nunca, nos haga esforzarnos y trabajar, para que la “hora de Jesús” sea de liberación, y que nuestros países, especialmente el nuestro, reconozcan a Jesús como su Salvador y Liberador. Que tengan un Adviento de oración . Que tengan "un Adviento con sincera conversión, alegría y esperanza". No hay que olvidar que la esperanza cristiana "se hace" por nuestra entrega y compromiso a trabajar para que las Promesas se verifiquen en nuestras vidas. Amén.



Pbro. Eugenio Pizarro Poblete+

































































































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