La Sagrada Familia es verdadero modelo de familia.

Fiesta de la Sagrada Familia.Año C. 30.12.2018.

(Lc. 2,22.39-40;2,41-52).(Mt.1,18-25;Mt.2,13-15;Mt.2,19-23).


(Este escrito no es una prédica dominical. Es un largo aporte a la vida familiar. Pido las disculpas del caso por lo extenso de mi escrito).


En el Evangelio nos encontramos con hechos escasos pero muy importantes de la Sagrada Familia y de la infancia de Jesús. Por eso he querido tomar, además del texto del Evangelio de hoy Lc.2,41-52. otros textos que considero importantes para las familias de hoy.

La Navidad no es sólo la manifestación del Dios Encarnado en Jesús, el Hijo de Dios, que siendo Dios se hizo Hombre, haciéndose en todo de acuerdo a nuestra condición humana, menos en el pecado; la Navidad es también el testimonio de una familia virginal que asumió todas las responsabilidades del matrimonio y de la paternidad. Asumió la responsabilidad fundamental del matrimonio y de los padres con su hijo y del hijo con sus padres.

La Sagrada Familia es el modelo para todas las familias de este mundo temporal. Esto lo digo en una época donde se está introduciendo "otros tipos de familias", que no lo son, porque no corresponden al orden que la naturaleza indica y no expresan la voluntad de Dios el Creador. Esto está ocurriendo en nuestra patria. Uno piensa que así podremos llegar a un Estado Nacional sin Ley ni Dios. Sin Ley porque tenemos una institucionalidad ilegítima desde 1973 con Golpe de Estado, y sin Dios, porque se nota, en la vida cotidiana, cierta tendencia a tener ausencia de Dios y a dejar ciertos valores fundamentales.

El Evangelio nos muestra a la Sagrada Familia en el rito de la purificación de la madre y presentación del niño en el Templo. Llevaron al niño a Jerusalén. Allí lo consagraron al Señor como está escrito en la Ley:

"Todo varón primogénito será consagrado al Señor".

María y José van al templo para cumplir con un rito de la religión judía. Además porque se trata de un varón primer nacido, que debe ser consagrado a Dios.
Aun, así, siendo Jesús el hijo de Dios, y María y José sus padres, no se sitúan a sí mismos por sobre las prácticas religiosas de la gente común. Nos encontramos frente a una familia común y corriente, siguiendo las mejores tradiciones religiosas judías. María y José criaron a Jesús en estas prácticas y en su espíritu, y como generalmente sucede en las familias, mucha de la religiosidad de Jesús viene de sus padres. Por eso, este Evangelio de hoy termina:

"Una vez que cumplieron todo lo que ordenaba la Ley del Señor, volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret. Y el niño crecía, se desarrollaba y estaba lleno de sabiduría. Y la gracia de Dios estaba en él".

Ahora quiero tomar el texto de Lc.2,41-52:

"Los padres de Jesús iban todos los años a Jerusalén para la fiesta de la Pascua y, cuando el niño cumplió doce, fue también con ellos. Al terminar los días de la fiesta, mientras ellos regresaban, el niño Jesús se quedó en Jerusalén sin que José lo supiera, ni tampoco su madre. Creyendo que se hallaba en el grupo de los que partían, caminaron todo un día y, después, se pusieron a buscarlo entre todos sus parientes y conocidos. Pero como no lo hallaron, prosiguiendo su búsqueda, volvieron a Jerusalén. Después de tres días lo hallaron en el Templo, sentado en medio de los maestros de la Ley, escuchándolos y haciéndoles preguntas... Al encontrarlo se emocionaron mucho y su madre le dijo: Hijo, ¿ por qué te has portado así? Tu padre y yo te buscábamos muy preocupados".

En este episodio la Sagrada Familia sufre un malentendido y un aparente conflicto entre Jesús y sus padres, que Jesús termina aclarando y dando tranquilidad a sus padres:

"¿Y por qué me buscaban? ¿No saben que tengo que estar donde mi Padre?".

Al respecto diremos cinco puntos:

1.Jesús, en primer lugar, tiene que cumplir la voluntad de su Padre Dios. Si bien es cierto que las exigencias de Dios y de su Evangelio no se oponen a las relaciones afectivas y familiares, sino que por el contrario refuerzan los valores humanos y los lazos familiares, hay que comprender, no obstante, que hay coyunturas especiales, que relativizan estos valores ante una exigencia más radical de Dios y de su Evangelio. Entendamos siempre, que Dios y su llamada, es el único Absoluto. No olvidemos:

"El que no renuncia a todo lo que tiene, no puede ser mi discípulo". (Lc.14,33).

"No es digno de mí el que ama a su padre o a su madre más que a mí; no es digno de mí el que ama a su hijo o a su hija más que a mí". (Mt.10, 37).

"Y todo el que deja casas, hermanos, hermanas, padre, madre, hijos o propiedades por amor a mí, recibirá cien veces más lo que dejó y tendrá por herencia la vida eterna".( (Mt.19,29).

Esto me recuerda al que ingresa al Seminario, siguiendo el llamado de Dios al sacerdocio.


2. Malentendido o aparente conflicto, eso no es lo más importante. Lo que importa es hacer resaltar la preocupación - más bien ocupación - de María y José en buscar a su hijo hasta encontrarlo. ¡Qué actitud más comprometida de los padres por buscar a su hijo hasta encontrarlo! Es una actitud vital de los padres: buscar hasta encontrar al hijo. Esta búsqueda se debe hacer de distintas maneras, de distintos modos, y con distintas actitudes. Todo en esta pérdida de Jesús es simbólico para hoy día.
¿Los padres buscan hoy a sus hijos "perdidos"? ¿Hay una ocupación verdadera de los padres cuando los hijos andan "perdidos"? ¿Y por qué están "perdidos"? ¿Los padres son verdaderos pastores y padres de sus hijos, buscando a la "oveja perdida" hasta encontrarla y ponerla sobre sus hombros? ¿Y qué se busca para los hijos? ¿Los padres tienen una real y concreta preocupación u ocupación por el cumplimiento de la voluntad de Dios por parte de sus hijos?

3.Este hecho evangélico es un hecho importante para las familias de hoy. Se trata ni más ni menos de una angustia de unos grandes padres que sienten que han perdido a su hijo. José y María, como buenos padres, buscan incansablemente a su hijo hasta encontrarlo.

Hoy andan por este mundo muchos hijos "perdidos". Hay desviaciones que le hacen perder el sentido de la vida y los valores que ésta conlleva. Y esto ya no es una pérdida de lugar, se trata de una "pérdida" o extravío profundo, real y verdadero. Hay alcoholismo, drogadicción, libertinaje sexual propiciado por una moral permisiva de la misma sociedad nuestra. Hay falta de fe, de religión y moral. En resumen hay una pérdida de valores que presagian un futuro con graves problemas valóricos de valores eternos. Y esto va a incidir más tarde en las futuras familias: familias a la deriva, sin valores, como un barco sin rumbo ni norte, que va derecho a hundirse y a naufragar.

4.Es cierto y ocurre que una familia tenga problemas y crisis. Pero lo que no es normal, es que los problemas y crisis no se enfrenten con valor y responsabilidad por parte de los padres. Éstos, muchas veces, están con una confusión y con una inseguridad en el actuar con respecto a sus hijos.
Es cierto que el cristianismo no evita los problemas y respeta la libertad dada por Dios. Pero la libertad, en algunos hijos y en sus padres, se transforma en un triste privilegio de decirle no a Dios. Dios y la Iglesia no van a contradecir la práctica de la libertad del ser humano, y ojalá no sea de pecado. Dios y la Iglesia, sí que nos dan, el amor y la sabiduría para que cada familia enfrente los problemas y conflictos de los hijos "perdidos". Que los enfrente y los supere; más aún, se ayuda a que cada familia, salga reforzada de estos momentos y situaciones conflictivas y no salgan destruidas. Aquí corresponde recalcar que la Iglesia debe estar a la altura de su misión. No se está a la altura cuando miembros de Iglesia cometen pecados y delitos sexuales.
Ahora bien, me temo que hay padres, que viendo ya mayores a sus hijos y "perdidos", han bajado los brazos y creen que sus hijos ya grandes, los han derrotados y que ya no tienen nada que hacer, y se dicen: "ya no hay caso o ya no sacó nada con el hijo o hija". ¡Falsa actitud y falsa determinación! ¡Pecado de omisión! Los padres no lo son sólo biológicos, sino que por el amor, el diálogo abierto y sincero, buscando al hijo, como José y María, son padres que permanentemente deben llamar a vivir a sus hijos, por un perseverante amor, para:

"Que tengan vida y vida en abundancia".

Los padres, aunque ya sus hijos no vivan junto con ellos, siguen siendo padres de sus hijos. Y los hijos aunque ya tengan un hogar y vida aparte de sus padres, siguen siendo hijos de sus padres.

5.La familia es un lugar para crecer humana y cristianamente. No es sólo un lugar y hogar donde se llega a vivir de cualquiera forma; que se llega a dormir y a comer; un lugar donde sólo se llega a distraerse a pasar un rato de convivencia familiar de cuando en cuando.
La familia, como la Sagrada Familia, es un lugar de maduración, de progreso en la verdadera sabiduría de vivir; es un lugar de crecimiento, no sólo en estatura y edad, sino en gracia, en madurez y estatura moral y cristiana delante de Dios y de los hombres:

"Mientras tanto Jesús crecía en sabiduría, en edad y en gracia tanto para Dios como para los hombres".

Y agrego, con el Evangelio, algo muy importante de vivir y cumplir por parte de los hijos:

"Volvió con ellos a Nazaret, donde vivió obedeciéndoles en todo".




"El nacimiento de Jesucristo fue así. Su madre María estaba comprometida con José. Pero, antes de que vivieran juntos, quedó esperando por obra del Espíritu Santo. José, su esposo, era un hombre excelente, y no queriendo desacreditarla, pensó firmarle en secreto un acta de divorcio. Estaba pensando en esto, cuando el Ángel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: José, ..., no temas llevar a tu casa a María, tu esposa, porque la criatura que espera es obra del Espíritu Santo. Y dará a luz un hijo, al que pondrás el nombre de Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados. Todo esto ha pasado para que se cumpliera lo que había dicho el Señor por boca del profeta Isaías:
"Sepan que una virgen concebirá y dará a luz un hijo y los hombres lo llamarán Emmanuel, que significa: Dios - con - nosotros.
Con esto, al despertarse José, hizo lo que el Ángel del Señor le había ordenado y recibió a su esposa. Y sin que tuvieran relaciones dio a luz un hijo al que José puso el nombre de Jesús".
Mt.1,18-25).

He citado este Evangelio con la intención de considerar "el "fiat" de José. Esta intención no pretende opacar ni competir con la Virgen Santa. Al contrario, hace poco hablamos del "fiat" de María en Evangelio de la Anunciación. Y ahí hemos exaltado la grandeza incomparable de la pequeña servidora del Señor, sobre la cual actuó Dios, haciendo en ella maravillas. Ella es la sin pecado y santa por excelencia. Lo que pretendo es mostrar la calidad y la santidad de padres que tuvo Jesús. También, de una u otra forma, trato de combatir el "machismo" de muchos padres, que deslindan toda responsabilidad en la sola mujer madre.

El Evangelio citado muestra la misión de José ante Jesús. Misión que le acarreó una gran responsabilidad y problemas, incluso con sufrimientos. Ya, desde el comienzo, debió huir con María, su esposa y el niño, de la persecución de Herodes. Tuvo que exiliarse con su familia (Mt.2,13-15). Vivir en un país extraño, con todas las dificultades y sacrificios, que eso significaba. La Iglesia llama al exilio "muerte civil". José tuvo que defender a su esposa y a su hijo, poniendo el precio de su seguridad personal, y aún el riesgo de su propia vida.
El "fiat" de José fue una respuesta seria de un hombre justo, que con fe, hace prevalecer, en su vida familiar, la voluntad expresa de Dios a través del Ángel:

"José hizo lo que el Ángel del Señor le había ordenado y recibió en su casa a su esposa".

Lo dicho es un real cuestionamiento para tantos esposos y papás de familia. Cuestiona a tantos sobre su responsabilidad y el tonto machismo arraigado en más de algún papá.
Muchas veces se puede constatar, cómo muchos "hombres-varones", en la práctica, dejan únicamente a su mujer, la misión de velar y educar a los hijos. La mujer aparece como una funcionaria de su "hombre" en esas materias propias de ambos.
Si estoy levantando la imagen de padre y esposo de José, es para señalar que la responsabilidad es paterna y no sólo materna. ¡No más en las escuelas, colegios, parroquias y preparación a los sacramentos de los hijos, todas instancias de verdaderos "centros de madres"! ¿Dónde están los papás?
La educación y la formación en la fe de los hijos; el crecimiento y madurez integral de los hijos, corresponde al papá y a la mamá. Es una gran aventura de amor de la pareja de esposos, ante Dios, que partió con la promesa mutua en el sacramento del matrimonio. Todo es un proceso hermoso que corresponde a una vocación divina del matrimonio, del esposo y de la esposa, del papá y la mamá.

Esto me hace recordar, con el permiso y la comprensión de ustedes, a mis padres. Cómo se reunían y dialogaban, como esposos y padres, acerca de cada uno de nosotros, sus hijos; fuimos siete hermanos. Uno es testigo cómo al unísono mis padres me enseñaron a amar y respetar a cualquier persona, especialmente a los más pobres, hijos de Dios, y cómo amar, comenzando por cada uno de sus hijos , por mis hermanas y por mis hermanos; cómo nos inculcaron la obediencia y el aprecio del rol parental del uno y del otro en nuestro hogar y querida vida familiar. Recuerdo el día en que yo ensayaba mi firma, había escrito mi nombre y sólo mi primer apellido, en eso me observa mi padre y me dice: ¿Y usted, hijo, no tiene mamá?. Desde ese día, siempre he puesto también el apellido de mi madre. Eso me hace recordar lo grande que fue ella en mi vida. Y, cómo ella me enseñó a amar y respetar al querido "José" de mi hogar. ¡Cuán presentes están ambos en mi vida hasta estos días! No puedo dejar de pensar en mi mamá sin pensar en mi papá. No puedo dejar de pensar en mi papá sin pensar en mi mamá. Los llevo siempre a ambos en mi vida. Siempre unidos indisolublemente, como María y José, haciéndonos "crecer en edad y gracia delante de Dios y de los hombres".

No olvido nunca, cuando mi Rector del Seminario me llamó y me dijo: "Eugenio, ¿para qué esperar más?, tú eres sacerdote "ex utero materno". Y me ordené sacerdote con dispensa de Juan XXIII por no tener todavía la edad requerida.
Perdonen lo autorreferente. Es que mi educación y formación en la fe se la debo principalmente y en forma importante a mis queridos padres. Eso de: "Lo que Dios ha unido que no lo separe el hombre". Eso de que "el varón y la mujer se unirán y serán una sola carne", indisoluble, lo vi con autenticidad en mis padres; eso de que son "una sola carne", está latente y muy real en mí, también en cada hermano. En cada uno se da "una sola carne", en distintos momentos y en distintos siete hermanos.
Ellos me enseñaron desde niño a unir mi vida con la fe. Hoy me lo recuerda Pablo VI: "Nada de la experiencia humana es ajena a la Evangelización". Así, ahora, siempre trato de relacionar y unir mi fe a mi experiencia de la humanidad toda. Ahora, al escribir sobre la Sagrada Familia y el matrimonio, he tratado de unirlo con mi experiencia de vida con mis padres y mi familia, también con lo que pasa en la sociedad nuestra al respecto.


Aunque la Virgen María aparezca en el Evangelio más en primer plano, nunca en los relatos de la infancia de Jesús y de la Sagrada Familia, aparece sola. José se ve siempre a su lado: se ven los dos juntos comprometidos entre sí y comprometidos con su hijo.

"Levántate y regresa con el niño y su madre a la tierra de Israel, porque ya han muerto los que querían matar al niño.
José, pues se levantó, tomó al niño y a su madre, y se vino a la tierra de Israel. Pero temió ir a Judea, sabiendo que allí reinaba Arquelao en lugar de Herodes, su padre. Siguiendo un aviso que recibió en sueños, se retiró a Galilea y fue a vivir en un pueblo llamado Nazaret. Así había de cumplirse lo que dijeron los profetas: Lo llamarán Nazareno".
(Mt.2,19-23).

José y María se ocupaban en comunión y mutua participación de la vida de su hijo, corriendo los riesgos de los padres en su ocupación y preocupación por los hijos.
En todos los relatos del Evangelio acerca de la infancia de Jesús, María aparece no como una mujer sola, sino como una madre que tiene un esposo que la acompaña, y que también, con su ayuda, es un buen padre.
José desaparece cuando Jesús llega a la madurez para comenzar su vida pública. María aparece como una esposa y no como una mujer abandonada; no aparece como una madre sola o soltera. Esta realidad la humaniza y la acerca más a las madres y a las esposas de la tierra. Nunca apareció - como a veces se la presenta - como de otro mundo, inalcanzable. No. María es de condición humana. Ella aparece muy cercana y muy humana. Ha probado todos los afanes y sufrimientos de los matrimonios y de las familias, y tal vez, igual que todas, habrá tenido que pensar para escoger marido o esposo; ciertamente se habrá planteado, como una buena madre, qué escoger para su hijo, y qué para José y ella misma.

Ante esta profunda realidad de la Sagrada Familia: ante el testimonio de Jesús, María y José, confrontado con nuestra realidad actual, hay unas cosas que nos preocupan de nuestra sociedad, que van en un sentido contrario a la Familia de Jesús. Diré o denunciaré algunos de estos problemas:

1. El machismo exacerbado. Se trata de papás que dejan la preocupación de los hijos a las mamás. Y cuando se atreven a intervenir en la vida de sus hijos, sobre todo en la adolescencia y juventud, con sinceridad digo: a veces, hubiera sido mejor que no intervinieran. A veces los consejos y sus actitudes no son buenas. Hay un pudor y un miedo a aparecer ante sus hijos como anticuados con respecto a un libertinaje juvenil. Por respeto humano y por influencia de una sociedad permisiva en lo moral, tratan de aparecer ante sus hijos como complacientes ante los temas que contradicen valores eternos. Tengo que denunciar, cómo hay papás, que por razones sin razones, dejan que hijos se "pierdan" y sigan "perdidos". Hoy los hijos se "pierden" por caminos equivocados, que ya se están convirtiendo en costumbres. Los padres van a ser requeridos por estas cosas por la justicia divina. Los malos caminos tomados por los hijos, la mayoría son culpa de papás. Como educador por tantos años, soy testigo de esta falta de responsabilidad de los papás, y también de caminos sin valores y vicios de muchos jóvenes.
De todo esto, que denuncio, surgen muchos males en nuestra sociedad: de desvíos familiares o más bien de falta de responsabilidad de los papás.

2. Por otro lado, también es preocupante el feminismo exacerbado. Hay mamás y esposas, que dejando sus roles de madre y esposa, en aras de una mal llamada"realización personal", empiezan a abandonar el hogar, también descuidando el amor y preocupación por su esposo, llegan a la crisis matrimonial y a la confusión y descontento de sus hijos. Incluso se llega, por las mismas razones, a poner término a su matrimonio, destruyendo la vida familiar. Estas mujeres, son las que han, de hecho, dado un sentido equivocado al concepto de "hombre". Son las que exigen que se diga siempre, repitiendo: hombres y mujeres, chilenos y chilenas, los jóvenes y las jóvenes, los niños y las niñas; y en la Iglesia: hermanos y hermanas, etc.
Un gran cambio en la fraudulenta y antidemocrática Constitución fue el cambiar: "Todo hombre es igual ante la ley", por: "Todo hombre y mujer son iguales ante la ley". ¡Qué gran cambio!
Para mí es vigente:

"Dios creó al hombre y los creó a su imagen y semejanza: varón y mujer".

Cuando se habla de hombres o de hermanos no se está excluyendo a nadie: el varón y la mujer son hombres. Entonces, ante esta exageración: machista y feminista, uno se pregunta:¿Quién está perdido? ¿El hijo o la hija? ¿O más bien el papá machista o la mamá feminista?

3.Hoy cobra especial importancia el anuncio del Evangelio de la Sagrada Familia. Sobre todo en una época llamada de postmodernismo donde se ha perdido el valor esencial que tiene la familia para nuestra sociedad.
Algunos pretenden terminar con lo que la naturaleza misma indica acerca de la familia. Algunos pretenden terminar con aquello de que nuestra familia es el núcleo esencial de la sociedad. Así, hasta ahora, se ha expresado siempre en nuestras Constituciones. Y éste "siempre" no es un mero capricho tradicionalista, sinónimo de conservadurismo, sino expresión de lo que está escrito en la naturaleza misma de las cosas, según Dios Creador.

Hoy se hacen reformas constitucionales acerca de la familia, para dar paso a una imposible y espuria familia, como es la que se pretende crear de uniones homosexuales y lesbianas, con posibilidad legal de unión civil equiparándola a la verdadera unión matrimonial entre un varón y una mujer, incluso con la posibilidad legal de adoptar hijos. ¿Qué futuro y qué proyección el país espera con estos proyectos contra natura?
Lo digo con fuerza profética aunque se me tache de sectario . No lo soy. Respeto a toda persona humana y la considero hijo de Dios, sea de la condición que sea. Soy un sacerdote sin muros y con horizonte. Pero eso no significa que uno, por ese respeto, pierda el sentido y el valor permanente de las cosas. Lo que digo, no es sólo un asunto de la Iglesia Católica. Anterior a ella está la naturaleza y lo que ella señala, más aún, primero está Dios Creador de todo.
Yo he conversado este asunto con el MOVHIL. Recalcándoles el respeto por ellos como personas e hijos de Dios, uno me salió con la pregunta: ¿Padre, usted me casaría por la Iglesia?
Yo le contesté: "Somos amigos y te respeto como persona e hijo de Dios, pero, por favor, no te subas por el chorro".

Les pido a mis hermanos sacerdotes, que opinan distinto por los medios de comunicación, que se abstengan de seguir opinando, confunden y aparecen contradiciendo la Palabra de Dios y el Magisterio de la Iglesia, habiendo hecho un voto solemne de obediencia. Les digo que opinar es distinto a entregar conceptos contrarios a la voluntad de Dios y de su Iglesia; que es distinto, opinar acerca de contingencia política, que sobre verdades y doctrina de nuestra fe.

Después de todo, en esta fiesta de la Sagrada Familia, he hecho el "anuncio" de la voluntad de Dios; he hecho "denuncia" a ciertas realidades, conceptos y costumbres, de personas y de ciertos sistemas de vida de hoy, pero quiero terminar con una "convocación":

La familia chilena debe recuperar su rol protagónico y fundamental en nuestra sociedad. Sin vida de auténtica familia no hay futuro ni proyección de país.
Los esposos ámense y sean esposos a la manera de María y José. Nunca ninguno esté o se sienta solo. Siempre sean matrimonio: esposo de su esposa; esposa de su esposo; sean fieles el uno con el otro, como lo prometieron a Dios. Sean padres de sus hijos, no sólo biológicos, sino todo el tiempo, con un amor que llame siempre a vivir al hijo. Dialoguen con el hijo; lo están haciendo con Jesús. Busquen a los hijos cuando éstos se "pierden". Ojalá que actúen antes de que esto suceda.
Hijos: sean muy de sus padres, ámenlos, sean obedientes con diálogo; no se resistan a sus padres y sométanse a su autoridad. Crezcan "en edad y gracia delante de Dios y de los hombres".

Sean de Jesús. Sean hijos como Jesús. ¡Ustedes son hijos de Dios, cumplan en todo la voluntad de su Padre!

"JESÚS, JOSÉ Y MARÍA, SEAN LA SALVACIÓN NUESTRA".

Pbro. Eugenio Pizarro Poblete+













































































































































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