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El observador de la Santa Sede ante las Naciones Unidas pide en Ginebra medidas activas para ponerles fin
(Vatican News).- Todavía hay demasiadas violaciones de los derechos humanos en el mundo, de la libertad de pensamiento, de conciencia y de religión, y la discriminación y la persecución de los creyentes sigue aumentando.
La alarma proviene de monseñor Ettore Balestrero, Observador permanente de la Santa Sede ante las Naciones Unidas y otros organismos internacionales en Ginebra, quien intervino en la 55ª sesión del Consejo de Derechos Humanos a través de una declaración realizada hoy en la sede suiza de la ONU.
El nuncio apostólico subrayó que "la libertad religiosa es violada en casi un tercio de los países del mundo" y que alrededor de 4.900 millones de personas están implicadas, según datos de Ayuda a la Iglesia Necesitada, mientras que en algunos países occidentales la discriminación religiosa y la censura se perpetran bajo los auspicios de la tolerancia y la inclusión, y la legislación destinada a combatir el discurso de odio a menudo se aprovecha para socavar el derecho a la libertad de pensamiento, conciencia y religión.
La esperanza del diplomático es que durante el trabajo del Consejo de Derechos Humanos se identifiquen y aborden las continuas violaciones de los derechos humanos fundamentales, se determinen las causas profundas y se adopten medidas activas para ponerles fin.
Como escribe el Papa Francisco en Laudate Deum, "el mundo se está volviendo tan multipolar y al mismo tiempo tan complejo que se necesita un marco diferente para una cooperación eficaz", recuerda el representante de la Santa Sede, y es necesario "reaccionar con mecanismos" a los desafíos "ambientales, sanitarios, culturales y sociales, sobre todo para consolidar el respeto de los derechos humanos más básicos", implementando "un nuevo procedimiento para el proceso de toma de decisiones y para la legitimación de tales decisiones". Todo ello poniendo en el centro la dignidad de la persona humana, que la Declaración Universal de Derechos Humanos reconoce como fundamento de la paz, los derechos humanos, la justicia y la libertad. De esta manera, añadió monseñor Balestrero, "las agencias dedicadas al bien común y a las cuestiones técnicas podrían superar la actual parálisis debida a la polarización ideológica y la explotación por parte de los Estados individuales", además, apoyar valores arraigados en la dignidad humana mejoraría la diplomacia multilateral, pero Para lograr este objetivo necesitamos reconstruir "una visión compartida de nuestra naturaleza intrínseca, que implica obligaciones y normas morales que pueden entenderse a través de la razón humana y deben respetarse".
Para el Observador permanente de la Santa Sede, "la dignidad humana debe convertirse en el principio guía también en el desarrollo y uso de la inteligencia artificial" y "el progreso en este campo debe respetar los derechos humanos fundamentales", estar al servicio del potencial humano y no competir con él, "debe promover, y no obstaculizar, las relaciones personales, la fraternidad, el pensamiento crítico y la capacidad de discernimiento".
Además, "el respeto a la dignidad humana nos obliga a rechazar cualquier intento de reducir la unicidad de la persona humana a ser identificada o reducida a un algoritmo o a un conjunto de datos", continuó monseñor Balestrero, y por tanto no podemos "permitir que sistemas sofisticados decidan el destino de los seres humanos de forma autónoma." Por lo tanto, “el desarrollo de la inteligencia artificial sólo puede considerarse un éxito” si se actúa de manera responsable y se apoyan los valores humanos fundamentales.
Balestrero destacó en la ONU que muchos problemas actuales "derivan de la falta de respeto a la dignidad humana" y de que no nos reconocemos interconectados y, entre otras cosas, de los intentos de introducir "nuevos derechos", que no siempre son coherentes con el bien de la persona humana, "conducirá a una 'colonización ideológica' que amenaza la dignidad humana, creando divisiones entre culturas, sociedades y Estados, en lugar de promover la unidad y la paz".
Más bien, debemos crecer "sobre la base de una comprensión correcta de la fraternidad universal y del respeto del carácter sagrado de cada vida humana", de todos, sin distinción, como afirmó el Papa en la ONU el 25 de septiembre de 2015. "Los principios de "La fraternidad, los derechos humanos y la solidaridad deben volver a estar en el centro de nuestro trabajo", destacó el arzobispo, que considera la fraternidad universal "una condición esencial para la plena realización de los derechos humanos en el mundo de hoy".
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