El papa Prevost repite su llamamiento para que se deje entrar ayuda humanitaria en la Franja de Gaza Primera audiencia general de León XIV: "En un mundo herido por la guerra, estamos llamados a sembrar la esperanza y construir la paz"

León XIV recordó que hacía un mes de la muerte de Francisco
León XIV recordó que hacía un mes de la muerte de Francisco RD/Captura

En su primera audiencia general, León XIV retomó el ciclo de catequesis jubilares sobre el tema "Jesucristo, nuestra esperanza", iniciado por el papa Francisco y en donde se centró en la parábola del sembrador que, dijo, "es una especie de introducción a todas las parábolas"

"Él nos ama así: no espera a que seamos el mejor terreno, siempre nos da generosamente su palabra. Quizás precisamente al ver que Él confía en nosotros, nazca en nosotros el deseo de ser un terreno mejor. Esta es la esperanza, fundada sobre la roca de la generosidad y la misericordia de Dios"

"Pidamos al Señor la gracia de acoger siempre esta semilla que es su palabra. Y si nos damos cuenta de que no somos terreno fértil, no nos desanimemos, sino pidámosle que siga trabajando en nosotros para convertirnos en terreno mejor"

En su primera audiencia general, León XIV retomó el ciclo de catequesis jubilares sobre el tema "Jesucristo, nuestra esperanza", iniciado por el papa Francisco y en donde se centró en la parábola del sembrador que, dijo, "es una especie de introducción a todas las parábolas", y donde un "sembrador 'derrochador'" en la forma de arrojar la semilla "es una imagen de la forma en que Dios nos ama". "Estamos acostumbrados a calcular las cosas —y a veces es necesario—, ¡pero esto no vale en el amor!", enfatizó.

Consigue el libro despedida al papa Francisco

Van Gogh

"Él nos ama así: no espera a que seamos el mejor terreno, siempre nos da generosamente su palabra. Quizás precisamente al ver que Él confía en nosotros, nazca en nosotros el deseo de ser un terreno mejor. Esta es la esperanza, fundada sobre la roca de la generosidad y la misericordia de Dios", prosiguió el papa Prevost.

En este punto, León XIV introdujo ante el auditorio que llenaba la plaza de San Pedro (se calcularon unas 40.000 personas) la aclamada pintura El sembrador al atardecer, "ese hermoso cuadro de Van Gogh", señaló, que "me habla también del esfuerzo del campesino. Y me llama la atención que, detrás del sembrador, Van Gogh haya representado el trigo ya maduro. Me parece una imagen de esperanza: de una forma u otra, la semilla ha dado fruto. No sabemos muy bien cómo, pero es así".

La plaza de San Pedro, abarrotada en la primera audiencia general de León XIV
La plaza de San Pedro, abarrotada en la primera audiencia general de León XIV RD/Captura

"En el centro de la escena, sin embargo, no está el sembrador, que está a un lado, sino que todo el cuadro está dominado por la imagen del sol, tal vez para recordarnos que es Dios quien mueve la historia, aunque a veces nos parezca ausente o lejano. Es el sol que calienta la tierra y hace madurar la semilla", glosó el Papa.

Para finalizar su catequesis, lanzó al aire una pregunta Robert F. Prevost: "¿En qué situación de la vida nos alcanza hoy la palabra de Dios?". "Pidamos al Señor la gracia de acoger siempre esta semilla que es su palabra. Y si nos damos cuenta de que no somos terreno fértil, no nos desanimemos, sino pidámosle que siga trabajando en nosotros para convertirnos en terreno mejor", concluyó.

Fieles latinoamericanos en la plaza de San Pedro
Fieles latinoamericanos en la plaza de San Pedro RD/Captura

En su saludo a los distintos grupos de peregrinos llegados de todos los continentes, León XIV alternó el italiano con el inglés y el español, en donde señaló que, "en un mundo dividido y herido por el odio y la guerra estamos llamados a sembrar
la esperanza y a construir la paz!".

"Es preocupante la situación en la Franja de Gaza -señaló el Papa-. Repito mi petición para que se deja pasar las ayuda humanitaria y cese la guerra y se asista a los niños, los ancianos y las persona enfermas".

Y, finalmente, en su alocución final a los fieles italianos, tuvo un nuevo recuerdo para su antecesor: "Y no podemos concluir este encuentro nuestro sin recordar con gran gratitud el amado Papa Francisco, que regresó a la casa del Padre hace apenas un mes", señaló, justo cuando se cumplía ese mes del fallecimiento del papa Bergoglio.

El arzobispo de Sevilla saluda al nuevo Papa León XIV
El arzobispo de Sevilla saluda al nuevo Papa León XIV RD/Captura

Texto íntegro de la Audiencia General

Queridos hermanos y hermanas:

Me alegra darles la bienvenida en mi primera audiencia general. Retomo el ciclo de catequesis jubilares sobre el tema «Jesucristo, nuestra esperanza», iniciado por el Papa Francisco.

Hoy seguiremos meditando sobre las parábolas de Jesús, que nos ayudan a recuperar la esperanza, porque nos muestran cómo obra Dios en la historia. Hoy me gustaría detenerme en una parábola un poco particular, porque es una especie de introducción a todas las parábolas. Me refiero a la del sembrador (cf. Mt 13,1-17). En cierto sentido, en este relato podemos reconocer la forma de comunicarse de Jesús, que tiene mucho que enseñarnos para el anuncio del Evangelio hoy.

Cada parábola cuenta una historia tomada de la vida cotidiana, pero quiere decirnos algo más, nos remite a un significado más profundo. La parábola suscita en nosotros interrogantes, nos invita a no quedarnos en las apariencias. Ante la historia que se cuenta o la imagen que se me presenta, puedo preguntarme: ¿dónde estoy yo en esta historia? ¿Qué dice esta imagen a mi vida? El término parábola proviene, de hecho, del verbo griego paraballein, que significa lanzar delante. La parábola me lanza delante una palabra que me provoca y me empuja a interrogarme.

Primera audiencia general de León XIV
Primera audiencia general de León XIV RD/Captura

La parábola del sembrador habla precisamente de la dinámica de la palabra de Dios y de los efectos que produce. De hecho, cada palabra del Evangelio es como una semilla que se arroja al terreno de nuestra vida. Muchas veces Jesús utiliza la imagen de la semilla, con diferentes significados. En el capítulo 13 del Evangelio de Mateo, la parábola del sembrador introduce una serie de otras pequeñas parábolas, algunas de las cuales hablan precisamente de lo que ocurre en el terreno: el trigo y la cizaña, el grano de mostaza, el tesoro escondido en el campo. ¿Qué es, entonces, este terreno? Es nuestro corazón, pero también es el mundo, la comunidad, la Iglesia. La palabra de Dios, de hecho, fecunda y provoca toda realidad.

Al principio, vemos a Jesús que sale de su casa y se reúne a su alrededor una gran multitud (cf. Mt 13,1). Su palabra fascina y despierta la curiosidad. Entre la gente hay, evidentemente, muchas situaciones diferentes. La palabra de Jesús es para todos, pero actúa en cada uno de manera diferente. Este contexto nos permite comprender mejor el sentido de la parábola.

Un sembrador, bastante original, sale a sembrar, pero no se preocupa de dónde cae la semilla. La arroja incluso donde es improbable que dé fruto: en el camino, entre las piedras, entre los espinos. Esta actitud sorprende a los oyentes y los lleva a preguntarse: ¿por qué?

Estamos acostumbrados a calcular las cosas —y a veces es necesario—, ¡pero esto no vale en el amor! La forma en que este sembrador «derrochador» arroja la semilla es una imagen de la forma en que Dios nos ama. Es cierto que el destino de la semilla depende también de la forma en que la acoge el terreno y de la situación en que se encuentra, pero ante todo, con esta parábola, Jesús nos dice que Dios arroja la semilla de su palabra sobre todo tipo de terreno, es decir, en cualquier situación en la que nos encontremos: a veces somos más superficiales y distraídos, a veces nos dejamos llevar por el entusiasmo, a veces estamos agobiados por las preocupaciones de la vida, pero también hay momentos en los que estamos disponibles y acogedores. Dios confía y espera que tarde o temprano la semilla florezca. Él nos ama así: no espera a que seamos el mejor terreno, siempre nos da generosamente su palabra. Quizás precisamente al ver que Él confía en nosotros, nazca en nosotros el deseo de ser un terreno mejor. Esta es la esperanza, fundada sobre la roca de la generosidad y la misericordia de Dios.

Al contar cómo la semilla da fruto, Jesús también está hablando de su vida. Jesús es la Palabra, es la Semilla. Y la semilla, para dar fruto, debe morir. Entonces, esta parábola nos dice que Dios está dispuesto a «desperdiciarse» por nosotros y que Jesús está dispuesto a morir para transformar nuestra vida.

Tengo en mente ese hermoso cuadro de Van Gogh: El sembrador al atardecer. Esa imagen del sembrador bajo el sol abrasador me habla también del esfuerzo del campesino. Y me llama la atención que, detrás del sembrador, Van Gogh haya representado el trigo ya maduro. Me parece una imagen de esperanza: de una forma u otra, la semilla ha dado fruto. No sabemos muy bien cómo, pero es así. En el centro de la escena, sin embargo, no está el sembrador, que está a un lado, sino que todo el cuadro está dominado por la imagen del sol, tal vez para recordarnos que es Dios quien mueve la historia, aunque a veces nos parezca ausente o lejano. Es el sol que calienta la tierra y hace madurar la semilla.

Queridos hermanos y hermanas, ¿en qué situación de la vida nos alcanza hoy la palabra de Dios? Pidamos al Señor la gracia de acoger siempre esta semilla que es su palabra. Y si nos damos cuenta de que no somos terreno fértil, no nos desanimemos, sino pidámosle que siga trabajando en nosotros para convertirnos en terreno mejor.

Volver arriba