"A veces incluso aquellos en quienes hemos  confiado, nos quitan todo y nos dejan tirados" León XIV: "Antes que una cuestión religiosa, ¡la compasión es  una cuestión de humanidad! Antes de ser creyentes, estamos llamados a ser humanos"

León XIV
León XIV

"La falta de esperanza, a veces, se debe a que nos  quedamos atrapados en una cierta forma rígida y cerrada de ver las cosas, y las parábolas nos ayudan a  mirarlas desde otro punto de vista"

Jesús cuenta una parábola que es un camino para transformar esa pregunta, para pasar del  «¿quién me quiere?» al «¿quién ha querido?»

"Pero la vida está hecha de encuentros, y en estos encuentros nos revelamos tal y como somos. Nos  encontramos frente al otro, frente a su fragilidad y su debilidad, y podemos decidir qué hacer: cuidar de él  o hacer como si nada"

"La compasión se expresa a través de gestos concretos" "Nos pide estar dispuestos a reducir las  distancias, a implicarnos, a ensuciarnos si es necesario, a hacernos cargo del dolor del otro y gastar  de lo nuestro, volviendo a su encuentro, porque el prójimo es para nosotros alguien cercano"

En su segunda catequesis de los miércoles, el Papa León XIV explica, ante 40.000 fieles reunidos en la Plaza de San Pedro, la célebre parábola del 'Buen samaritano', para invitar a los fieles y a la Iglesia a ejercer la compasión en lo concreto, con actos, con hechos, como hizo el samaritano y, en cambio, no hicieron ni el sacerdote ni el levita, que, al pasar de largo, demuestran que "la práctica del culto no  lleva automáticamente a ser compasivos". Porque, según el Papa Prevost, "antes que una cuestión religiosa, ¡la compasión es  una cuestión de humanidad! Antes de ser creyentes, estamos llamados a ser humanos".

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Buen samaritano

Texto íntegro de la catequesis papal

Queridos hermanos y hermanas: 

Continuamos meditando sobre algunas parábolas del Evangelio que nos ofrecen la oportunidad de  cambiar de perspectiva y abrirnos a la esperanza. La falta de esperanza, a veces, se debe a que nos  quedamos atrapados en una cierta forma rígida y cerrada de ver las cosas, y las parábolas nos ayudan a  mirarlas desde otro punto de vista. 

Hoy me gustaría hablarles de una persona experta, preparada, un doctor en la Ley, que sin  embargo necesita cambiar de perspectiva, porque está concentrado en sí mismo y no se da cuenta de los  demás (cf. Lc 10,25-37). De hecho, le pregunta a Jesús cómo se «hereda» la vida eterna, utilizando una  expresión que la considera como un derecho inequívoco. Pero detrás de esta pregunta, quizás se esconde  precisamente una necesidad de atención: la única palabra sobre la que pide explicaciones a Jesús es el  término «prójimo», que literalmente significa «el que está cerca». 

Por eso, Jesús cuenta una parábola que es un camino para transformar esa pregunta, para pasar del  «¿quién me quiere?» al «¿quién ha querido?». La primera es una pregunta inmadura, la segunda es la  pregunta del adulto que ha comprendido el sentido de su vida. La primera pregunta es la que  pronunciamos cuando nos situamos en un rincón y esperamos, la segunda es la que nos impulsa a  ponernos en camino. 

Audiencia general

La parábola que cuenta Jesús tiene, de hecho, como escenario un camino, y es un camino difícil y  áspero, como la vida. Es el camino que recorre un hombre que baja de Jerusalén, la ciudad en la montaña,  a Jericó, la ciudad bajo el nivel del mar. Es una imagen que ya presagia lo que podría ocurrir:  efectivamente, sucede que ese hombre es asaltado, golpeado, despojado y abandonado medio muerto. Es  la experiencia que se vive cuando las situaciones, las personas, a veces incluso aquellos en quienes hemos  confiado, nos quitan todo y nos dejan tirados.  

Pero la vida está hecha de encuentros, y en estos encuentros nos revelamos tal y como somos. Nos  encontramos frente al otro, frente a su fragilidad y su debilidad, y podemos decidir qué hacer: cuidar de él  o hacer como si nada. Un sacerdote y un levita bajan por ese mismo camino. Son personas que prestan  servicio en el Templo de Jerusalén, que viven en el espacio sagrado. Sin embargo, la práctica del culto no  lleva automáticamente a ser compasivos. De hecho, antes que una cuestión religiosa, ¡la compasión es  una cuestión de humanidad! Antes de ser creyentes, estamos llamados a ser humanos. 

Podemos imaginar que, después de haber permanecido mucho tiempo en Jerusalén, aquel  sacerdote y aquel levita tienen prisa por volver a casa. Es precisamente la prisa, tan presente en nuestra  vida, la que muchas veces nos impide sentir compasión. Quien piensa que su viaje debe tener la prioridad,  no está dispuesto a detenerse por otro. 

Pero he aquí que llega alguien que sí es capaz de detenerse: es un samaritano, es decir, alguien que  pertenece a un pueblo despreciado (cf. 2 Re 17). En su caso, el texto no precisa la dirección, sino que solo  dice que estaba de viaje. La religiosidad aquí no tiene nada que ver. Este samaritano se detiene  simplemente porque es un hombre ante otro hombre que necesita ayuda.

Buen samaritano

La compasión se expresa a través de gestos concretos. El evangelista Lucas se detiene en las  acciones del samaritano, al que llamamos «bueno», pero que en el texto es simplemente una persona: el  samaritano se acerca, porque si quieres ayudar a alguien, no puedes pensar en mantenerte a distancia,  tienes que implicarte, ensuciarte, quizás contaminarte; le venda las heridas después de limpiarlas con  aceite y vino; lo carga en su montura, es decir, se hace cargo de él, porque solo se ayuda de verdad si se  está dispuesto a sentir el peso del dolor del otro; lo lleva a una posada donde gasta su dinero, «dos  denarios», más o menos dos días de trabajo; y se compromete a volver y, si es necesario, a pagar más,  porque el otro no es un paquete que hay que entregar, sino alguien que hay que cuidar. 

Queridos hermanos y hermanas, ¿cuándo seremos capaces nosotros también de interrumpir  nuestro viaje y tener compasión? Cuando hayamos comprendido que ese hombre herido en el camino nos  representa a cada uno de nosotros. Y entonces, el recuerdo de todas las veces que Jesús se detuvo para  cuidar de nosotros nos hará más capaces de compasión. 

Recemos, pues, para que podamos crecer en humanidad, de modo que nuestras relaciones sean  más verdaderas y más ricas en compasión. Pidamos al Corazón de Cristo la gracia de tener cada vez más  sus mismos sentimientos. 

Audiencia general
Audiencia general

Saludo en español

Queridos hermanos y hermanas: 

En esta catequesis releemos la parábola del buen samaritano. El Señor la dirige a un hombre  que, a pesar de conocer las Escrituras, considera la salvación como un derecho que le es debido, algo  que se puede adquirir. La parábola le ayuda a cambiar de perspectiva, y a pasar de centrarse en sí  mismo a ser capaz de acoger a los otros, sintiéndose llamado a hacerse prójimo de los demás, sin  importar quienes sean, y no sólo juzgar cercanas a las personas que lo aprecian.  

La parábola gira en torno al camino que hace cada personaje, al modo de aproximarse a los  demás y a cómo se comporta cada uno cuando ve al prójimo en dificultad. En definitiva, la parábola  nos habla de compasión, de comprender que antes de ser creyentes debemos ser humanos. El texto  nos pide reflexionar sobre nuestra capacidad de detenernos en el camino de la vida, de poner al otro  por encima de nuestra prisa y de nuestro proyecto de viaje. Nos pide estar dispuestos a reducir las  distancias, a implicarnos, a ensuciarnos si es necesario, a hacernos cargo del dolor del otro y gastar  de lo nuestro, volviendo a su encuentro, porque el prójimo es para nosotros alguien cercano. 

Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española, en modo particular a los grupos  provenientes de España, México, Argentina, República Dominicana, Puerto Rico, Colombia,  Guatemala y Chile. Los animo a contemplar con esperanza todas las veces que Jesús se detuvo ante  nosotros cuando nos encontrábamos caídos al borde del camino, pidiéndole que nos dé entrañas de  misericordia para tener la misma compasión con los demás que Él tuvo con nosotros. Muchas gracias. 

Niños peruanos en la audiencia
Niños peruanos en la audiencia

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