(J. Bastante).- Del "boccato di cardinale" al Big Mac. La presencia de un McDonalds junto al Vaticano ha desatado un torrente de críticas, dentro y fuera de la Iglesia. Quejas por el ruido, la suciedad o, simplemente, por el tipo de negocio, han provocado las iras de un grupo de cardenales y de la comunidad de vecinos de barrio de Borgo Pio.
Estos últimos han enviado una carta al Papa Francisco instando a que "frene el peligro" que supondría la apertura de la franquicia de las hamburguesas. En la misiva, informa Efe, el "Comité de Salvaguardia de Borgo Pio" transmite a Bergoglio su preocupación ante el "riesgo concreto de que la ciudad de Roma y la Santa Sede, foco de acogida de fieles y peregrinos de todo el mundo, sean invadidas por el 'fast food' y los restaurantes pertenecientes al coloso estadounidense".
Los habitantes del edificio -donde residen algunos miembros de la Curia: ahí tenía su vivienda el otrora cardenal Ratzinger- también aseguran que un McDonald's en el barrio causaría notables molestias tanto a residentes como a turistas que pasean por las calles cercanas al Vaticano y produciría un significativo daño a la tradición culinaria italiana.
Junto a los vecinos, un grupo de cardenales también ha protestado ante la APSA. Los purpurados, que viven en el edificio, se han quejado de no haber sido consultados. Según The Guardian, buena parte de las quejas vendrían por el ruido, la suciedad y la posibilidad de tener que pagar una "derrama" por los gastos de adaptación del edificio.
La Santa Sede, propietaria del local, habría decidido este verano alquilar el local al restaurante de comida rápida, a cambio de varias decenas de miles de euros al mes. Ante las críticas cardenalicias, el Vaticano ha negado que los cardenales vayan a asumir gasto alguno. Únicamente se quitaría uno de los ascensores del edificio.
Entretanto, la lucha continúa. Y las obras de adecuación del local.