Tradicional súplica a Virgen de Pompeya Cardenal Grech: "Ante la Virgen María, apostamos por una humanidad constructora de paz"

Cradenal Grech en Pompeya
Cradenal Grech en Pompeya

El cardenal Mario Grech, secretario general del Sínodo de los Obispos, celebró este año la misa que precede a la antigua invocación a la Virgen del Rosario, compuesta por el beato Bartolo Longo

Esta misa es rezada cada año, en todo el mundo, por miles de fieles, el 8 de mayo y el primer domingo de octubre

La rogativa a la Virgen de Pompeya volverá a contar con una amplia participación de fieles tras los dos difíciles años de la pandemia del Covid-19

(Vatican News).- "Dios ha apostado por la humanidad y sigue haciéndolo. Ante la Virgen María llevamos al pueblo de Ucrania y a todos los que hoy sufren, apostando por la humanidad". Así lo dijo el cardenal Mario Grech, secretario general del Sínodo de los Obispos, al presidir este domingo la misa con motivo de la fiesta de la Virgen del Rosario en la plaza del Santuario de Pompeya. "Por la intercesión de María, también nosotros pedimos ser imitadores de Dios, capaces de apostar por una humanidad capaz de construir y defender la paz".

La Iglesia sinodal apuesta por la humanidad

No podemos dejar de llevar ante el "corazón materno" de la Virgen María "la tristeza y las angustias de la guerra, la violencia y el odio que hoy tiñen de sangre a Europa y a tantas otras partes del mundo", exhortó el purpurado, que centró su homilía en el camino sinodal emprendido por la Iglesia. "María", observó, "es una 'mujer sinodal' y el rostro de una Iglesia sinodal tiene dos ingredientes: la oración y la caridad". "Una Iglesia sinodal es una Iglesia que apuesta por el hombre" con compasión y ternura. En Pompeya también se rezó por la paz en Ucrania. El país de Europa del Este invadido por Rusia hace más de dos meses y que vive trágicos días de guerra se encuentra, de hecho, entre las intenciones presentadas a la Virgen, para que interceda por el fin del conflicto. 

Preparación de la petición

Los fieles se prepararon para la súplica -que se reza cada año el 8 de mayo y el primer domingo de octubre y que fue escrita en 1883 por Bartolo Longo- con la Novena de la Impetración, que comenzó el 29 de abril, y el viernes pasado celebraron el 83º aniversario de la dedicación de la Basílica-Santuario de la Santísima Virgen del Santo Rosario y de la Bajada de la Imagen de Nuestra Señora. Muchos devotos participaron en las liturgias.

El 1 de mayo comenzó el "Buongiorno a Maria" (Buenos días a María), la cita de la oración matutina -a las 6.30- para confiar el nuevo día a la Virgen.

El sábado, en cambio, tuvo lugar la vigilia mariana, que culminó con la celebración de medianochepresidida por el arzobispo de Pompeya, monseñor Tommaso Caputo.

En 2020 la oración mariana sin los fieles

La rogativa a la Virgen de Pompeya volverá a contar con una amplia participación de fieles tras los dos difíciles años de la pandemia del Covid-19.

En 2020, por primera vez en 137 años, la oración a la Virgen del Rosario se rezó en el santuario sin los miles de devotos de toda Italia y del mundo que suelen estar presentes. La oración fue presidida por el cardenal Crescenzio Sepe, que instó a redescubrirse más profundamente, a continuar la obra de Bartolo Longo y a no quedarse con los brazos cruzados ante la pobreza que ha crecido con la emergencia sanitaria.

El cardenal pensó también en las víctimas del coronavirus en todo el mundo, en los numerosos ancianos que han muerto junto a un "patrimonio insustituible de experiencias y recuerdos", en la "larga fila de médicos y trabajadores sanitarios, hombres y mujeres en primera línea que, con verdadero heroísmo hasta el sacrificio de sus vidas, se ocuparon de los contagiados", y en los sacerdotes, que se han mostrado como testigos de una Iglesia capaz de relaciones de cercanía, signo de amor.

Ante los problemas causados por la pandemia, el cardenal Sepe recordó "el refugio de la casa de María", que es también "la casa de Cristo", e invitó a rezar el Rosario, "la oración ordinaria de los tiempos difíciles", que "nos hace familia", una familia que es el faro que ilumina esta época".

Las palabras de Bartolo Longo siguen siendo actuales

Hace dos años, en pleno apogeo de la pandemia, el arzobispo prelado de Pompeya, monseñor Tommaso Caputo, en una entrevista concedida a este medio de comunicación, explicó el significado de la súplica y comentó las palabras de Bartolo Longo en la oración, que recuerdan afanes y tribulaciones, peligros en el alma y en el cuerpo y calamidades y aflicciones, observando que "no hay ningún momento en la historia de la humanidad, ni siquiera en los asuntos personales de los individuos, en el que se esté verdaderamente libre de toda preocupación". Y remarcó que "creer, rezar con la Súplica a la Virgen del Rosario de Pompeya, tener fe, no son talismanes que nos protegen de todo, de un virus o de un acontecimiento que perturba nuestra existencia", es más bien la creencia en Dios lo que sostiene nuestra vida.

"Y la Súplica es una oración impregnada de fe, está empapada de ella. No evitaremos las amarguras y las dificultades -observó el arzobispo prelado de Pompeya-, pero no tendremos miedo cuando, en nuestro corazón, tengamos la certeza de que Dios Padre está con nosotros, camina a nuestro lado. Y María está presente con Él".

La invitación del cardenal Semeraro a imitar a Bartolo Longo

El año pasado, en Pompeya, en cumplimiento de la normativa anti-covid y según los protocolos sanitarios establecidos por la Conferencia Episcopal Italiana, se permitió que a la oración mariana asistiera un número limitado de fieles. La oración fue dirigida por el cardenal Marcello Semeraro, prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, que en su momento animó a "volver a partir de la misma caridad de la que partió el beato Bartolo Longo" para afrontar la crisis económica tras la pandemia.

El cardenal definió la caridad como "el nuevo camino a seguir". Esa caridad que "traduce la fe" hacia los demás, "se convierte en ayuda, en auxilio, en obra de misericordia", y añadió que si, en medio de las dificultades, se desmoronan muchas certezas, no hay que olvidar el consuelo de Dios, hay que cultivar la fe. "Vivir desde la fe no significa tener una receta para todos los problemas, sino buscar una respuesta personal cada vez, considerando los estilos de Dios y captando los desafíos de la historia", continuó el cardenal Semeraro. Al igual que Bartolo Longo, fundador del Santuario de Pompeya, cuya trayectoria vital le llevó a poner en marcha numerosas obras de caridad.

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