El obispo de Solsona señala los dos grandes enemigos del Sínodo, en entrevista con RD Francesc Conesa: "Existe el peligro de abusar del término 'sinodalidad' y que acabe no significando nada"

Francesc Conesa saluda al Papa en la Primera Congregación del Sínodo
Francesc Conesa saluda al Papa en la Primera Congregación del Sínodo

"Este Sínodo ha tenido dos grandes enemigos: los que mantuvieron desde el principio actitudes de rechazo y los que difundieron la idea de que el Sínodo supondría un cambio radical de la Iglesia"

"En las mesas en las que estuve pude encontrarme tanto con cardenales y obispos como con superiores mayores, religiosas y laicos. Podría pasar horas recordando sus nombres y lo mucho que he aprendido de ellos. Escuchar de verdad al otro obliga a abrir horizontes y, por supuesto, muchas veces me ha hecho cambiar la perspectiva y mirar las cosas de otra manera"

"Los laicos y los religiosos han participado con naturalidad y puedo decir que sus reflexiones eran tomadas muy en cuenta por todos"

"Algunas personas habían creado falsas expectativas sobre lo que es un Sínodo y sobre lo que podría determinar. Es posible que algunos esperaran otra cosa y, al ver los resultados, se hayan sentido decepcionados"

"Ciertamente quedaron temas abiertos, pero sinceramente creo que la decisión sobre muchos de estos temas supera las competencias que tiene un Sínodo de obispos"

"No hay vuelta atrás en la sinodadlidad". Así lo considera el obispo de Solsona, Francesc Conesa, quien ha participado en la reciente asamblea sinodal, un tiempo que considera "de gracia" y en donde pudo palpar "la universalidad de la Iglesia, su riqueza y también sus dificultades", como señala en una amplia entrevista con Religión Digital.

En este sentido, reconoce que los dos grandes enemigos de este Sínodo de la Sinodalidad han sido tanto los que han mostrado su rechazo desde el inicio, como aquellos que han expresado un deseo que de que el mismo supusiese una reforma radical en la Iglesia. Frente a todo ello, Conesa destaca como una de las grandes aportaciones de este encuentro de la Iglesia universal el hecho de que "escuchar de verdad al otro obliga a abrir horizontes y, por supuesto, muchas veces me ha hecho cambiar la perspectiva y mirar las cosas de otra manera".

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¿Cómo ha vivido estas semanas de experiencia sinodal?

Para mí han sido un tiempo de gracia. No me canso de dar gracias a Dios por permitirme vivir esta experiencia de Iglesia. He podido palpar la universalidad de la Iglesia, su riqueza y también sus dificultades. Asimismo, he tenido el privilegio de poder expresar mi opinión con toda libertad, para ayudarla a crecer como Iglesia sinodal que evangeliza.

¿Cómo era el ambiente de trabajo? ¿Cómo influía el hecho novedoso de que en los debates y reflexiones participasen no sólo los obispos, sino también los laicos? ¿Fluía la comunicación y el intercambio con naturalidad o pesaba el estar ante los pastores?

He vivido un ambiente extraordinario, de respeto y escucha mutua. Lo ha facilitado el método de la conversación espiritual, que hemos practicado durante todas nuestras reuniones. En este método se entrelazan la escucha, la oración y el silencio, propiciando un ambiente de atención a lo que el otro dice y de búsqueda de consensos. El hecho de reunirnos en mesas redondas y la distribución de los espacios también ha ayudado. Los laicos y los religiosos han participado con naturalidad y puedo decir que sus reflexiones eran tomadas muy en cuenta por todos.

Francesc Conesa, con los miembros de la delegación española
Francesc Conesa, con los miembros de la delegación española

¿Qué es lo que destacaría de esta primera parte de la asamblea sinodal? ¿Qué es lo que más le ha llamado la atención?

Lo más importante es, sin duda, el deseo de crecer como Iglesia sinodal. Pero existe el peligro -detectado también el Sínodo- de que se abuse del término “sinodalidad” y se convierta en una palabra que acabe no significando nada. Por eso, la sinodalidad debe concretarse en actitudes de escucha, de acogida, de acompañamiento, de vivencia de la corresponsabilidad. Uno de los obispos con los que compartí reflexión dijo que el reto era crear una “cultura de la sinodalidad”, es decir, que estas actitudes permearan y llegaran a todos los fieles, tanto a los ministros ordenados como a los laicos. Para ello, se decía, es necesaria una espiritualidad fuerte, una “espiritualidad de comunión”, que tiene su raíz en la Eucaristía.

¿Qué le ha parecido el documento final? ¿Qué destacaría de él?

Creo que es un documento muy equilibrado, que responde básicamente a la experiencia vivida en la Asamblea Sinodal. Fueron muchas y muy diversas las voces y las opiniones que se escucharon en el Aula, lo que dificultaba mucho presentar una buena Síntesis. Sin embargo, tengo la impresión de que, desde el primer borrador, la mayoría de los presentes nos sentimos identificados con lo que se había escrito. Las enmiendas que se fueron presentando creo que mejoraron el primer borrador. Conviene tener en cuenta que la Síntesis no es un documento definitivo, sino que sólo pretende exponer lo que se ha vivido, las convergencias a las que se ha llegado y los temas que han quedado abiertos.

El obispo Conesa, en uno de los círculos, en donde estaban también los españoles Luis Argüello y Elías Royón
El obispo Conesa, en uno de los círculos, en donde estaban también los españoles Luis Argüello y Elías Royón

¿Cree que hay colectivos que se han sentido decepcionados?

Creo que algunas personas habían creado falsas expectativas sobre lo que es un Sínodo y sobre lo que podría determinar. Es posible que algunos esperaran otra cosa y, al ver los resultados, se hayan sentido decepcionados.

Algunas voces sostienen que, al haber quedado diluidas algunas cuestiones en ese documento final, ahora esas mismas cuestiones ya no serán tratadas y desconfían de que puedan estar presentes en la próxima sesión en octubre de 2024. ¿Es usted de esa opinión? ¿Se han diluido temas que habían entrado con fuerza en el Instrumentum laboris, como, por ejemplo, la acogida pastoral a la comunidad LGTBI, el diaconado femenino…?

En estos momentos nadie sabe cuáles serán las líneas del Instrumentum laboris de la segunda sesión, en parte, porque se desea escuchar de nuevo la voz de las Iglesias particulares. Es pronto para decir qué temas serán tratados y cuáles no. Ciertamente quedaron temas abiertos, pero sinceramente creo que la decisión sobre muchos de estos temas supera las competencias que tiene un Sínodo de obispos.

"En cada uno de los temas que fuimos tratando en los círculos menores, se iban indicando las convergencias de todo el grupo, las cuestiones en que había divergencias y las propuestas que se presentaban"

Da la sensación de que buena parte de las cuestiones quedan abiertas, a la espera de la segunda sesión el año que viene. ¿Ha sido una decisión salomónica para evitar que estos once meses puedan redoblarse las críticas y presiones contra un Sínodo ya histórico por varias razones?

No creo que responda a una estrategia buscada, sino que es fruto del método de trabajo que utilizamos. En cada uno de los temas que fuimos tratando en los círculos menores, se iban indicando las convergencias de todo el grupo, las cuestiones en que había divergencias y las propuestas que se presentaban. Es lógico que la Síntesis, en la que se recoge el sentir de los diversos círculos menores, mantuviera el mismo esquema, subrayando los puntos de convergencia, pero dejando constancia también de aquellas cuestiones que no habían obtenido el consenso.

El obispo Francesc Conesa al lado de la jesuitina María Luisa Berzosa
El obispo Francesc Conesa al lado de la jesuitina María Luisa Berzosa

Como sabrá, se han oído bastantes voces, algunas de cardenales, alertando contra este Sínodo. ¿A qué le tienen miedo?

Este Sínodo ha tenido dos grandes enemigos: los que mantuvieron desde el principio actitudes de rechazo y los que difundieron la idea de que el Sínodo supondría un cambio radical de la Iglesia. Para mí, en el Sínodo hubo un momento muy lúcido cuando un teólogo australiano, Ormond Rush, habló de lo que es la Tradición en la Iglesia, a la luz de la doctrina de “Dei Verbum”. Explicó con claridad que la Tradición debe entenderse de manera dinámica, porque, ella progresa en la Iglesia con la ayuda del Espíritu Santo, como dijo el Concilio. Quienes desprecian el Sínodo tienen, en mi opinión, un concepto estático de la Tradición, que entienden como algo inamovible, y temen cualquier intento de hacer actual la escucha de la Palabra de Dios. En el lado opuesto están aquellos que promueven una ruptura con esta Tradición, librando batallas ideológicas y -como dijo el Papa en la apertura- dejando que el mundo dicte su agenda. Como se decía en la carta al pueblo de Dios, en el Sínodo “no se trata de una ideología, sino de una experiencia arraigada en la Tradición Apostólica”.

¿Percibió usted durante esas jornadas que ese sentimiento de incertidumbre y miedo ante lo que se estaba tratando existía también entre los propios padres y madres sinodales?

En ningún momento percibí miedo porque se trataran algunos temas más controvertidos. Al contrario, vivimos un clima de serenidad y de mucha libertad, donde cada uno pudo exponer su opinión y lo que pensaba que pedía el Señor a su Iglesia. Ciertamente, éramos muy conscientes de la importancia que tenía este Sínodo. Si percibí temor a que algunos quedaran defraudados con los resultados, porque se habían creado expectativas muy altas.

"Si valoramos justamente el bautismo, romperemos con la imagen de que unos en la Iglesia son los que enseñan y otros los que obedecen"

Como es sabido, será finalmente el Papa quien firme la exhortación postsinodal apoyándose en lo aprobado por los padres y madres sinodales. ¿Qué le gustaría a usted leer en ese documento que ya llevará la rúbrica del papa Francisco?

Me gustaría que recogiera una profunda reflexión sobre el bautismo y el sacerdocio de los fieles y sobre lo que esto supone para entender la estructura y la misión de la Iglesia. Pienso que una clave de la sinodalidad está en la valoración del bautismo y de la capacidad que tienen los fieles cristianos para discernir lo que Dios pide a su Iglesia. Si valoramos justamente el bautismo, romperemos con la imagen de que unos en la Iglesia son los que enseñan y otros los que obedecen y reconoceremos el derecho que tienen todos los cristianos a ser escuchados y participar en los procesos de tomas de decisión dentro de la Iglesia. Me gustaría también que esta reflexión condujera a valorar a los cristianos no católicos, que por su bautismo tienen la unción del Espíritu Santo, y que, de esta manera, se diera un fuerte impulso al ecumenismo.

¿Con quién compartió usted mesa redonda? Un mes de convivencia con esas personas, ¿qué poso le ha dejado? ¿Le ha influido en sus reflexiones el intercambio de puntos de vista con otros?

Las mesas redondas fueron cambiando a lo largo del Sínodo. Para cada tema o módulo se constituía una nueva mesa, por lo que estuve en cuatro distintas. Ciertamente con algunas de las personas de estas mesas se han creado preciosas relaciones de amistad. En las mesas en las que estuve pude encontrarme tanto con cardenales y obispos como con superiores mayores, religiosas y laicos. Podría pasar horas recordando sus nombres y lo mucho que he aprendido de ellos. Escuchar de verdad al otro obliga a abrir horizontes y, por supuesto, muchas veces me ha hecho cambiar la perspectiva y mirar las cosas de otra manera.

El obispo Conesa en el Aula Pablo VI donde se desarrolló la asamblea sinodal
El obispo Conesa en el Aula Pablo VI donde se desarrolló la asamblea sinodal

¿Es irreversible que la Iglesia del futuro transite la senda de la sinodalidad?

Absolutamente. El crecimiento en la sinodalidad no es sino la aplicación de lo que el Concilio Vaticano II dijo sobre la Iglesia como comunión y como pueblo de Dios. No hay vuelta atrás. 

¿Cómo piensa trasladar a su diócesis la experiencia vivida a lo largo de esta asamblea sinodal?

El primer paso será tratar estos temas con los consejos diocesanos, para ir trabajando juntos y promover el cambio de mentalidad necesario para que pueda hacerse realidad la vivencia de la sinodalidad. Además, será importante acoger la Síntesis y realizar nuestras aportaciones a la Secretaría del Sínodo, de cara a la segunda sesión de esta Asamblea. Antes que crear estructuras, considero fundamental animar todo este proceso con una fuerte espiritualidad, porque si no, nos quedaremos en reformas externas. La sinodalidad es, sobre todo, una llamada a la conversión de todos.

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