Se celebrará el 30 de septiembre, según señaló el Papa al final del rezo del ángelus Francisco anuncia un consistorio con 21 nuevos cardenales, entre ellos, José Cobo, arzobispo de Madrid

Francisco anuncia un consistorio con nuevos cardenales, entre ellos, José Cobo, arzobispo de Madrid
Francisco anuncia un consistorio con nuevos cardenales, entre ellos, José Cobo, arzobispo de Madrid RD/Captura

Saltó la sorpresa tras el rezo del ángelus, cuando el papa Francisco anunció un consistorio para el próximo 30 de septiembre para la creación de nuevos cardenales, entre ellos, el nuevo arzobispo de Madrid, José Cobo, el nuevo prefecto de Doctrina de la Fe, Víctor Manuel Fernández o el rector mayor de los salesianos, Ángel Fernández Artime

Saltó la sorpresa tras el rezo del ángelus, cuando el papa Francisco anunció un consistorio para le próximo 30 de septiembre para la creación de 21 nuevos cardenales, entre ellos, el nuevo arzobispo de Madrid, José Cobo.

"Me gustaría anunciar que el 30 de septiembre próximo realizaré un consistorio para la creación de nuevos cardenales, cuya procedencia expresa el amor misericordioso de Dios a todos los hombres de la tierra".

A continuación, Francisco leyó la lista de los nuevos cardenales, entre los que citó a los españoles, José Cobo Cano, arzobispo de Madrid, y Ángel Fernández Artime, rector mayor de los salesianos; a los que se unen Francis F. Prevost, prefecto del Dicasterio para los Obispos; Victor Manuel Fernández, prefecto del Dicasterio para la Doctrina de la Fe; Pier Battista Pizzaballa, patriarca latino de Jerusalén o Luis Rueda Aparicio, arzobispo de Bogotá.

La lista completa de los 21 nuevos cardenales

1.- Robert Francis Prevost, O.S.A., prefecto del Dicasterio para los Obispos
2.- Claudio Gugerotti, prefecto del Dicasterio para las Iglesias Orientales
3.- Víctor Manuel Fernández, prefecto del Dicasterio para la Doctrina de la Fe
4.- Emil Paul Tscherrig, nuncio apostólico
5.- Christophe Louis Yves Georges Pierre, nuncio apostólico
6.- Pierbattista Pizzaballa, Patriarca Latino de Jerusalén
7.- Stephen Brislin, arzobispo de Ciudad del Cabo ()
8.- Ángel Sixto Rossi, S.J., arzobispo de Córdoba
9.- Luis José Rueda Aparicio, arzobispo de Bogotá
10.- Grzegorz RYŚ, arzobispo de Łódź
11.- Stephen Ameyu Martin Mulla, arzobispo de Juba
12.- José Cobo Cano, arzobispo di Madrid
13.- Protase Rugambwa, arzobispo coadjutor de Tabora
14..- Sebastian Francis, obispo de Penang
15.- Stephen Chosw Say-Yan, S.J., obispo de Hong Kong
16.- François-Xavier Bustillo, O.F.M. Conv., obispo di Ajaccio
17.- Américo Manuel Alves Aguiar, obispo auxiliar de Lisboa
18.- Ángel Fernández Artime, s.d.b., rector mayor de los salesianos 
19.- Agostino Marchetto, nuncio apostólico
20.- Diego Rafael Padrón Sánchez, arzobispo emérito de Cumaná
21.- Luis Pascual Dri, OFM Cap., confesor en el Santuario de Nuestra Señora de Pompei, Buenos Aires

Estos tres últimos nombramientos cardenalicios, como destacó Francisco, son distinguidos "por su servicio a la Iglesia".

El rezo del ángelus

Hasta ese momento, el ángelus había discurrido por sus cauces habituales, marcado, eso silencio, por el calor que apretaba en la plaza De San Pedro. Y así, un día después de que el Papa haya denunciado -diez años después de su programático viaje a Lampedusa- la "vergüenza de una sociedad que ya no sabe llorar y empatizar" con el prójimo antes las tragedias que se sumen en el Mediterráneo, volvió a pedir saber leer los signos de los tiempos "y maravillarse por los milagros del amor" de Dios.

Glosando el evangelio dominical y la ración que Jesús le dirige al padre alabándolo "por haber ocultado estas cosas a los sabios y a los prudentes y haberlas revelado a los pequeños", Francisco señaló que "no consigue acoger a Dios como Padre quien es orgulloso y está lleno de sí mismo, preocupado solo por sus propios intereses, convencido de que no necesita a nadie".

Sin embargo, "los pequeños son aquellos que, como los niños, se sienten necesitados y no autosuficientes, están abiertos a Dios y dejan que sus obras los asombren. ¡Ellos saben leer sus signos y maravillarse por los milagros de su amor!".

Fieles en la plaza de San Pedro con la bandera de Ucrania
Fieles en la plaza de San Pedro con la bandera de Ucrania RD/Captura

"Hermanos y hermanas, nuestra vida, si lo pensamos, está llena de milagros: llena de gestos de amor, signos de la bondad de Dios. Sin embargo, ante ellos, también nuestro corazón puede acostumbrarse y permanecer indiferente, o curioso pero incapaz de asombrarse, de dejarse 'impresionar'”, indicó.

En este sentido, y dentro de su dinámica de hacer cuestionarse a los fieles, el Papa invitó a hacerse estas preguntas: "¿Me dejo maravillar como un niño por el bien que cambia el mundo silenciosamente? ¿Y bendigo al Padre cada día por sus obras?".

Finalmente, y antes del que saltase la noticia del nuevo consistorio, Francisco mostró su dolor por los últimos acontecimientos violentos en Tierra Santa, para la que pidió "abrir caminos de reconciliación y paz", recordó, en su día, a cuantos se dedican a trabajar en el mar, entre ellos, a los que salvan a inmigrantes en el Mediterráneo, y, como siempre, pidió rezar por Ucrania y no olvidar el dolor que está atravesando su "martirizada" población.

Francisco saluda desde el balcón del Palacio Apostólico
Francisco saluda desde el balcón del Palacio Apostólico RD/Captura

Las palabras del Papa en la oración del Ángelus

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!


Hoy, el Evangelio contiene una oración muy hermosa de Jesús, que se dirige al Padre diciendo: «Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, por haber ocultado estas cosas a los sabios y a los prudentes y haberlas revelado a los pequeños» (Mt 11,25). ¿A qué cosas se refiere Jesús? ¿Y quiénes son estos pequeños a los que tales cosas han sido reveladas? Detengámonos en esto: en las cosas por las que Jesús alaba al Padre y en los pequeños que saben acogerlas.

Las cosas por las que Jesús alaba al Padre. Poco antes, el Señor ha recordado algunas de sus obras: «Los ciegos ven [...] los leprosos son purificados [...] y la Buena Noticia es anunciada a los pobres» (Mt 11,5); y ha revelado su significado diciendo que son los signos del obrar de Dios en el mundo. El mensaje, entonces, está claro: Dios se revela liberando y sanando al hombre con un amor gratuito que salva. Por esto Jesús alaba al Padre, porque su grandeza consiste en el amor y no actúa nunca fuera del amor. Pero esta grandeza en el amor no es comprendida por quien presume de ser grande y se fabrica un dios a su propia imagen: potente, inflexible, vengativo. En otras palabras, no consigue acoger a Dios como Padre quien es orgulloso y está lleno de sí mismo, preocupado solo por sus propios intereses, convencido de que no necesita a nadie. Jesús nombra, a este respecto, a los habitantes de tres ciudades ricas de aquel tiempo: Corozaín, Betsaida y Cafarnaúm, donde ha realizado numerosas curaciones, pero cuyos habitantes han permanecido indiferentes a su predicación. Para ellos, los milagros han sido tan solo eventos espectaculares, útiles para ser noticia y alimentar las charlas; una vez agotado este interés pasajero, los han dejado de lado, quizá para ocuparse de otra novedad del momento. No han sabido acoger las grandes cosas de Dios.

Los pequeños, en cambio, saben acogerlas, y Jesús alaba al Padre por ellos: “Te alabo” -dice- porque has revelado el Reino de los Cielos a los pequeños. Lo alaba por los simples, que tienen el corazón libre de la presunción y del amor propio. Los pequeños son aquellos que, como los niños, se sienten necesitados y no autosuficientes, están abiertos a Dios y dejan que sus obras los asombren. ¡Ellos saben leer sus signos y maravillarse por los milagros de su amor!

Hermanos y hermanas, nuestra vida, si lo pensamos, está llena de milagros: llena de gestos de amor, signos de la bondad de Dios. Sin embargo, ante ellos, también nuestro corazón puede acostumbrarse y permanecer indiferente, o curioso pero incapaz de asombrarse, de dejarse “impresionar”. Impresionar: es un bonito verbo que hace pensar en la película de un fotógrafo. Este es la actitud correcta ante las obras de Dios: fotografiar en la mente sus obras, para que se impriman en el corazón, a fin de revelarlas en la vida mediante muchos gestos de bien, de modo que la “fotografía” de Dios-amor se haga cada vez más luminosa en nosotros y a través de nosotros.

Y ahora preguntémonos: en la marea de noticias que nos sumerge, ¿sé detenerme en las grandes cosas que Dios hace, como nos muestra Jesús hoy? ¿Me dejo maravillar como un niño por el bien que cambia el mundo silenciosamente? ¿Y bendigo al Padre cada día por sus obras? Que María, que exultó en el Señor, nos haga capaces de asombrarnos de su amor y de alabarlo con simplicidad.

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