La Civiltá Cattolica publica el diálogo del Papa con los jesuitas de Mozambique y Madagascar Francisco denuncia la "fijación moral exclusiva del clericalismo" con el sexo

Encuentro del Papa con los jesuitas de Mozambique
Encuentro del Papa con los jesuitas de Mozambique

"Uno se concentra en el sexo y, después, no se le da peso a la injusticia social, a la calumnia, a los chismes, a la mentira. Hoy la Iglesia tiene necesidad de una profunda conversión en este aspecto"

"El clericalismo es esencialmente hipócrita(...). El clericalismo es una verdadera perversión en la Iglesia"

"La evangelización no viola nunca la conciencia: anuncia, siembra y ayuda a crecer. Ayuda. En cambio, quienquiera que haga proselitismo viola la conciencia de las personas: no las hace libres, las hace depender"

“El clericalismo tiene como consecuencia directa la rigidez. Una de las dimensiones del clericalismo es la fijación moral exclusiva en el sexto mandamiento (...). Uno se concentra en el sexo y, después, no se le da peso a la injusticia social, a la calumnia, a los chismes, a las mentiras. Hoy la Iglesia tiene necesidad de una profunda conversión en este aspecto”. El Papa Francisco arremetió con dureza contra los rigoristas, obsesionados con el sexo y el poder, durante su diálogo con los jesuitas de Mozambique y Madagascar, durante su reciente viaje a África.

La conversación, reproducida íntegramente por La Civiltá Catttolica, gira en buena medida en torno a los riesgos del clericalismo, que “conduce a la hipocresía”. “El clericalismo es esencialmente hipócrita”, sostiene Bergoglio. Más aún: “El clericalismo es una verdadera perversión en la Iglesia”, porque “pretende que el pastor esté siempre delante, establece una ruta y castiga con la excomunión a quien se aleja de la grey. En síntesis: es justo lo opuesto a lo que hizo Jesús. El clericalismo condena, separa, frustra, desprecia al pueblo de Dios”.

La soberanía del pueblo santo de Dios

“La piedad popular tiene cosas que corregir, sí, pero expresa la soberanía del pueblo santo de Dios, sin clericalismo. El clericalismo confunde el «servicio» presbiteral con la «potencia» presbiteral. El clericalismo es ascenso y dominio”, prosigue el Papa, quien invita a no olvidar la dinámica del servicio, para que no venza el deseo “de ser «promovidos» al altar”.

Durante la conversación, el Papa se refiere a la reconciliación entre los mozambiqueños. “No es fácil reconstruir una sociedad dividida. Vosotros vivís en un país que ha atravesado luchas entre hermanos”, rememora Francisco, quien añade que “sabemos que a veces lo óptimo es enemigo de lo bueno y, en un momento de reconciliación, hay que tragarse muchos sapos. En este proceso es preciso enseñar a tener paciencia”.

Otro de los puntos eje del diálogo fue la diferencia entre evangelización y proselitismo. En este punto, el Papa reivindicó los artículos que en 2017 publicaron, en La Civiltà Cattolica Antonio Spadaro sj., y Marcelo Figueroa sobre “el ecumenismo del odio” y la “teología de la prosperidad”. “Al leerlos verás que hay sectas que verdaderamente no pueden definirse como cristianas. Predican a Cristo, sí, pero su mensaje no es cristiano. Nada que ver con la predicación de un luterano o de otro cristiano evangélico serio”.

El proselitismo no es cristiano

Y es que, como ha repetido en varias ocasiones, “el proselitismo no es cristiano”. “La evangelización libera. En cambio, el proselitismo hace perder la libertad.”, añade el Papa. “En la evangelización el protagonista es Dios, en el proselitismo lo es el yo”.

Francisco admite que “el proselitismo está extendido, bien lo sabemos. Pero no debe estarlo entre nosotros. Debemos evangelizar, que es algo muy distinto del proselitismo”. Y es que “la evangelización no viola nunca la conciencia: anuncia, siembra y ayuda a crecer. Ayuda. En cambio, quienquiera que haga proselitismo viola la conciencia de las personas: no las hace libres, las hace depender”.

"Soy y sigo siendo un pecador"

Sobre si ha cambiado algo en su fe al ser elegido Papa, Francisco se toma su tiempo para contestar. “Fundamentalmente, mi experiencia de Dios no ha cambiado. Sigo siendo siempre el mismo de antes. Sí, advierto un sentimiento de mayor responsabilidad, sin duda”.

“Le hablo al Señor como antes. Siento que me da la gracia que me hace falta para el tiempo presente. Pero el Señor me la daba también antes. Y, además, cometo los mismos pecados que antes. La elección a papa no me ha convertido de golpe, de modo de hacerme menos pecador que antes. Soy y sigo siendo un pecador. Por eso me confieso cada dos semanas”.

Tras admitir que nunca le habían planteado esa pregunta, Francisco reitera que “mi relación con el Señor no ha cambiado, aparte de un mayor sentimiento de responsabilidad y de una oración de intercesión que se ha ampliado al mundo y a toda la Iglesia. Pero las tentaciones son las mismas y también los pecados. El solo hecho de que ahora yo me vista todo de blanco no me ha hecho para nada menos pecador y más santo que antes”.

El cónclave y la magia

“No hay magia alguna en el haber sido elegido papa. El cónclave no funciona por magia”, concluye. “Si la Iglesia ora por el Papa, esto es una gracia. Yo siento de verdad continuamente la necesidad de pedir la limosna de la oración. La oración del pueblo sostiene”.

Finalmente, Francisco condenó “la xenofobia y la aporofobia”, que “son hoy parte de una mentalidad populista que no deja soberanía a los pueblos. La xenofobia destruye la unidad del pueblo, también la del pueblo de Dios. Y el pueblo somos todos nosotros”.

Para el Papa, “hoy estamos tentados por una forma de sociología esterilizada. Parece que se considera a un país como si fuese un quirófano, donde todo está esterilizado: mi raza, mi familia, mi cultura… como si se tuviese miedo de ensuciarla, mancharla, infectarla. Se quiere bloquear ese proceso tan importante que da vida a los pueblos y que es el mestizaje. Mezclar te hace crecer, te da nueva vida. Desarrolla cruces, mutaciones, y confiere originalidad”.

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