El Papa recibe a miembros de la Fundación Madre de la Esperanza, de Talavera de la Reina Francisco: "Sois las manos, los pies, la voz y el corazón de Jesús"

Francisco, con el arzobispo Cerro y otros miembros de la Fundación talaverana
Francisco, con el arzobispo Cerro y otros miembros de la Fundación talaverana Vatican Media

50 años unidos para trabajar y crecer juntos: es el motivo de júbilo para la Fundación Madre de la Esperanza, de Talavera de la Reina, a cuyos miembros el Santo Padre recibió en la mañana de este sábado 15 de abril.

Francisco destacó la labor que realiza esta entidad, celebró el viacrucis anual que organizan y los impulsó a seguir unidos y agradecer llenos de gozo porque Jesús los ha elegido para esta gran misión

Creada por el cardenal Marcelo González, en la actualidad, la Fundación atiende a más de 400 personas con discapacidad intelectual o del desarrollo y sus familias, en los distintos servicios que se han implementado

(Vatican News).- En la víspera del Domingo de la Divina Misericordia, el papa Francisco se reunió, la mañana de este sábado 15 de abril, en la Sala Clementina del Palacio Apostólico Vaticano, con unos 160 integrantes de la Fundación Madre de la Esperanza de Talavera de la Reina, organización de la Archidiócesis de Toledo, que acompaña a personas con discapacidad intelectual en todas las etapas de su vida, y a sus familias, desde 1973.

El grupo estuvo compuesto por personas con discapacidad intelectual y fue acompañado por monseñor Francisco Cerro Chaves, arzobispo de Toledo y presidente del patronato de esta institución diocesana. También participaron familiares, profesionales, voluntarios y benefactores.

Razones para festejar

En su discurso, el Pontífice recordó el gozo que genera la Resurrección de Cristo y reconoció que la institución tiene otra razón para festejar, "nada menos que cincuenta años unidos para trabajar y crecer juntos", dijo. "Y esto es algo muy hermoso", añadió.

El Papa saluda a unos niños de la Fundación Madre de la Esperanza de Talavera de la Reina
El Papa saluda a unos niños de la Fundación Madre de la Esperanza de Talavera de la Reina Vatican Media

"El camino de la vida -prosiguió Bergoglio- es como ese viacrucis que ustedes organizan todos los años para acompañar al Nazareno". Por un lado, el Papa explicó que "hay que preparar muchas cosas, escuchar, aprender, experimentar; en definitiva, ayudarse unos a otros, teniendo muchas veces la humildad de reconocer que no podemos hacerlo solos". También "hay que pedirle al Señor la valentía de salir a la calle, llevando su imagen para que todos lo puedan contemplar".

"Y así, ustedes llevan a Jesús a los demás, aunque no se den cuenta, y lo llevan con sus gestos, con sus cantos, con sus oraciones. ¡Y es hermoso que en nuestra pequeñez, podamos ser testigos de Jesús, misioneros de su misericordia, misioneros de su amor!", exclamó el Sucesor de Pedro.

Ver la ilusión de aprender

El Obispo de Roma subrayó que, "en la vida, como en ese viacrucis, todos tenemos una labor, una tarea". "Jesús nos mira y se alegra de nuestro esfuerzo y se alegra del amor que somos capaces de transmitir nosotros", agregó.

"Algunos de ustedes son artistas, hacen verdaderas obras de arte, que después se venden", dijo. "Ser capaces de ganarse la vida es importante, porque el obrero merece su salario, pero creo que el beneficio del trabajo es mayor para aquellos que reciben esos pequeños objetos, tal vez como regalo, y ven todo el cariño que ustedes han sido capaces de poner en su fabricación".

El arzobispo Cerro lee su discurso ante Francisco
El arzobispo Cerro lee su discurso ante Francisco Vatican Media

"Qué importante sería que en la labor de cada persona -expresó el Pontífice- fuésemos capaces de ver toda la ilusión de aprender, la paciencia de sus maestros para enseñarles, el trabajo en equipo que es capaz de hacer que las distintas capacidades de cada uno converjan en un resultado final que es de todos. Y todo este amor, en una cosa tan pequeña… Parece increíble".

Francisco confesó que vio, en una foto, que en el viacrucis los miembros de la Fundación llevan a Jesús cautivo. "En esta imagen -describió el Pontífice-, Jesús tiene las manos atadas y una cruz bordada en un pequeño escapulario. Jesús se viste así para que nos demos cuenta de que muchos hermanos y hermanas que están a nuestro lado no se sienten capaces de hacer las cosas como los demás, y creen que tienen las manos atadas".

Ustedes son las manos de Jesús, cuando trabajan unidos. Son también sus pies, su voz, su Corazón, cuando salen a compartir con los demás la alegría de haberlo encontrado

"Pero esto -advirtió- no es verdad, todos juntos, con Jesús, podemos hacer muchas cosas buenas. Y de esa forma ustedes son las manos de Jesús, cuando trabajan unidos. Son también sus pies, su voz, su corazón, cuando salen a compartir con los demás la alegría de haberlo encontrado. ¿Y cómo? Dando gracias a Dios por sus papás, por sus hermanos, por sus maestros, por sus sacerdotes, por todas las personas que los quieren a ustedes".

"La cruz bordada, de colores, los invita a soñar con la resurrección. Jesús vino al mundo para enseñarnos el camino del cielo, para abrirnos sus puertas, y esta es la gran alegría que celebramos en la resurrección: somos libres para hacer el bien, para caminar juntos hacia esa meta", continuó. "Y nuestra cruz —es decir, el esfuerzo, la paciencia, la fatiga— tiene como resultado una hermosa obra de arte, llena de color y de esperanza, que prendida en nuestro corazón nos da la fuerza y nos anima a seguir adelante", observó el Papa.

Francisco alentó a los integrantes de esta organización a que el propósito, al menos para los próximos cincuenta años, sea "trabajar unidos y agradecer llenos de gozo porque Jesús nos ha elegido para esta gran misión". "Que Jesús los bendiga y la Virgen Santa, la Madre de la Esperanza, los cuide siempre. Y, por favor, no se olviden de rezar por mí. Gracias", concluyó.

Mejorar la vida de las personas con discapacidad

La Fundación “Madre de la Esperanza de Talavera de la Reina” cumple la misión de mejorar la calidad de vida de las personas con discapacidad intelectual y de sus familias, desde una visión católica, como ciudadanos miembros de la comunidad y con el compromiso y participación de los profesionales.

En 1973, el cardenal Marcelo González Martín, arzobispo de Toledo, puso en marcha, en el municipio de Talavera de la Reina (provincia de Toledo), un Centro de Educación Especial y unos Talleres ocupacionales para personas con discapacidad. Los confió a la protección de la Virgen María con la advocación Madre de la Esperanza, respondiendo a la iniciativa de unas familias católicas que deseaban proporcionar a sus hijos un futuro de dignidad, de desarrollo personal y de plena inclusión en la vida de la sociedad. Como subraya este organismo en una nota de prensa, en estos 50 años de historia, la dirección fue encomendada, primero, al Instituto Secular San Bonifacio, luego a las Hijas de la Caridad. Y ahora, los servicios son regentados por un equipo de profesionales, bajo la dirección general del sacerdote diocesano Felipe García Díaz-Guerra.

En la actualidad, la Fundación atiende a más de 400 personas con discapacidad intelectual o del desarrollo y sus familias, en los distintos servicios que se han implementado a lo largo de estos 50 años para apoyarles de manera integral en su proyecto de vida: atención temprana, centro de educación especial, centro especial de empleo, dos talleres ocupacionales, hogar de menores tutelados, cuatro viviendas con apoyos, servicio de capacitación laboral para personas con discapacidad, servicio de ocio inclusivo y voluntariado.

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