El Papa invita a los cristianos a buscar "piedras vivas" durante la Vigilia Pascual "A Jesús no se le conoce en libros de historia; se le encuentra en la vida"

Francisco, con el cirio pascual
Francisco, con el cirio pascual Osservatore Romano

"Jesús es un especialista en transformar nuestras muertes en vida, nuestros lutos en danza"

"No es una persona del pasado. No tengamos una fe de museo", clama el pontífice

“El Señor no vive en la resignación. Ha resucitado, no está allí; no lo busquéis donde nunca lo encontraréis: no es Dios de muertos, sino de vivos. ¡No enterréis la esperanza!"

"Jesús es un especialista en transformar nuestras muertes en vida, nuestros lutos en danzas (cf. Sal 30,12); con Él también nosotros podemos cumplir la Pascua, es decir el paso: el paso de la cerrazón a la comunión, de la desolación al consuelo, del miedo a la confianza". Este fue el llamamiento del Papa Francisco durante su homilía en la Vigilia Pascual, en la que recordó que "a Jesús no se le conoce en los libros de historia, se le encuentra en la vida".

En una ceremonia plena de signos, de la luz al agua, de la Palabra al silencio, del cirio encendido a los ocho nuevos bautizados, el Papa invitó a "dar un lugar central en nuestra vida a “Jesús resucitado”, no dejarnos llevar por el mar de los problemas y mirar la vida como Dios la mira".

El Papa animó a los cristianos a no tener "una fe de museo" y a creer, y buscar, "piedras vivas" en mitad de los sepulcros de la vida cotidiana.

La Pascua es la fiesta de la remoción de las piedras

“Dios quita las piedras más duras, contra las que se estrellan las esperanzas y las expectativas: la muerte, el pecado, el miedo, la mundanidad” ha proseguido el Papa Francisco, puntualizando que “la historia humana no termina ante una piedra sepulcral, porque hoy descubre la «piedra viva»” que es – dice Francisco – “Jesús resucitado”. Además, ha pedido que nos preguntemos cuál es la piedra que tenemos que remover en nosotros, asegurando que esta noche cada uno de nosotros “está llamado a descubrir en el que está Vivo a aquél que remueve las piedras más pesadas del corazón”, porque es Él – ha dicho el Papa – “quien viene para hacerlo todo nuevo, para remover nuestras decepciones”.

Vigilia Pascual en San Pedro

La piedra de la desconfianza

Francisco ha explicado que, a menudo, la esperanza se ve obstaculizada por “la piedra de la desconfianza”: “Cuando se afianza la idea de que todo va mal y de que, en el peor de los casos, no termina nunca, llegamos a creer con resignación que la muerte es más fuerte que la vida y nos convertimos en personas cínicas y burlonas, portadoras de un nocivo desaliento”.

Pero también ha hablado de otro concepto: “el sepulcro de la esperanza”; un monumento que en ocasiones construimos dentro de nosotros debido a la insatisfacción: “quejándonos de la vida, hacemos que la vida acabe siendo esclava de las quejas y espiritualmente enferma” ha dicho el Papa, explicando que se va abriendo paso así una especie de psicología del sepulcro: “todo termina allí, sin esperanza de salir con vida”. Y aquí entra en juego la pregunta hiriente de la Pascua – dice el Papa –  “¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive?” y a la cual responde firmemente: “El Señor no vive en la resignación. Ha resucitado, no está allí; no lo busquéis donde nunca lo encontraréis: no es Dios de muertos, sino de vivos” y exclama: “¡No enterréis la esperanza!”.

Quejándonos de la vida, hacemos que la vida acabe siendo esclava de las quejas y espiritualmente enferma

La piedra del pecado

Junto a la piedra de la desconfianza – ha continuado el Pontífice – está “la piedra del pecado” que “sella el corazón”: “El pecado seduce, promete cosas fáciles e inmediatas, bienestar y éxito, pero luego deja dentro soledad y muerte”. Además, el pecado es – ha puntualizado – “buscar la vida entre los muertos, el sentido de la vida en las cosas que pasan”.

Francisco, durante la Vigilia

Levantemos la mirada, el Señor está con nosotros

Recordando de nuevo a las mujeres que fueron al sepulcro de Jesús y se quedaron asombradas ante la piedra removida y con las caras mirando al suelo, el Papa explica que al igual que a ellas, también a nosotros muchas veces nos sucede lo mismo y “preferimos permanecer encogidos en nuestros límites, encerrados en nuestros miedos”. Y esto lo hacemos – dice Francisco – “porque es más fácil quedarnos solos en las habitaciones oscuras del corazón que abrirnos al Señor”. Ante esto, afirma el Santo Padre, “el Señor nos llama a alzarnos, a levantarnos de nuevo con su Palabra, a mirar hacia arriba y a creer que estamos hechos para el Cielo, no para la tierra”.

Ceremonia de encendido del cirio pascual

La mirada de Jesús nos infunde esperanza

Francisco también ha exhortado, por un lado, a mirar la vida como Dios la mira: “En el pecado, él ve hijos que hay que elevar de nuevo; en la muerte, hermanos para resucitar; en la desolación, corazones para consolar”. Por otro lado, el Papa ha invitado a no quedarnos mirando el suelo con miedo, sino a mirar “a Jesús resucitado” porque su mirada “nos infunde esperanza” y nos dice “que siempre somos amados y que, a pesar de todos los desastres que podemos hacer, su amor no cambia”. Además, el Papa ha señalado que podemos cumplir la Pascua con Él, es decir, el paso: “de la cerrazón a la comunión, de la desolación al consuelo, del miedo a la confianza”.

Paso de la cerrazón a la comunión, de la desolación al consuelo, del miedo a la confianza

El Papa bendice el cirio pascual

Estar atentos al riesgo de tener fe de museo y no la fe de pascua

Si no tenemos un amor vivo con el Señor, se corre el riesgo de tener “una fe de museo, no la fe de pascua” ha puntualizado el Papa. Y en ese sentido, ha explicado que Jesús “no es un personaje del pasado” sino “una persona que vive hoy” y que “no se le conoce en los libros de historia” sino que “se le encuentra en la vida”.

“A veces nos dirigimos siempre y únicamente hacia nuestros problemas, que nunca faltan, y acudimos al Señor solo para que nos ayude” ha dicho el Papa concluyendo su homilía y ha puntualizado que “entonces no es Jesús el que nos orienta sino nuestras necesidades”. Ante esto, Francisco asegura que la Pascua nos enseña que el creyente está llamado a caminar al encuentro del que Vive y a darle un lugar central en la vida y pide dejar que el Resucitado nos transforme, pues – finaliza – cuantas veces luego de habernos encontrado con el Señor, “volvemos entre los muertos, vagando dentro de nosotros mismos para desenterrar arrepentimientos, remordimientos, heridas e insatisfacciones”.  

De la oscuridad a la luz

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