"El 'sensus fidei' es como un sexto sentido de los sencillos para las cosas de Dios" León XIV defiende, ante los catequistas, "la infalibilidad del pueblo de Dios en la fe"

Jubileo de los catequistas en Roma. Mañana soleada en una plaza de San Pedro abarrotada por responsables de la formación de niños y jóvenes católicos de todo el mundo, que recibieron al Papa León con alegría. Prevost saluda a los fieles antes de la tradicional audiencia jubilar de los sábados, en la que el pontífice abunda en la idea del Jubileo y los "peregrinos de esperanza" que intuyen "una gran necesidad de renovación que nos concierne a nosotros y a toda la tierra".

Un Pontífice sonriente que reflexionó sobre el verbo "intuir", que "describe un movimiento del espíritu, una inteligencia del corazón que Jesús encontró sobre todo en los pequeños, es decir, en las personas de alma humilde", como aquellas que son confiadas al trabajo de los catequistas.

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De hecho, constató León XIV, "las personas cultas intuyen poco, porque presumen saberlo todo". "Es hermoso, en cambio, tener aún espacio en la mente y en el corazón, para que Dios pueda revelarse. ¡Cuánta esperanza cuando surgen nuevas intuiciones en el pueblo de Dios!", subrayó.

Una expresión muy de Jesús, "que se da cuenta de que los pequeños intuyen". Los pequeños, dijo el Papa, "tienen el sensus fidei, que es como un «sexto sentido» de las personas sencillas para las cosas de Dios. Dios es sencillo y se revela a los sencillos". De hay la "infalibilidad del pueblo de Dios en la fe, de la que la infalibilidad del Papa es expresión y servicio".

Recordando los conflcitos que azotaban a la Iglesia de Milán en el siglo V, que hacían una comunidad "desgarrada por grandes conflictos", especialmente ante la elección de un nuevo obispo, lo que hizo interenir a la autoridad civil. En ese momento, cuenta la historia, "se alzó la voz de un niño que gritaba: «¡Ambrosio obispo!». . Y así todo el pueblo pidió: «¡Ambrosio obispo!»". Un sueño, el que el pueblo elija a sus pastores, que en pleno siglo XXI parece muy lejano.

"Ambrosio ni siquiera estaba bautizado, era solo un catecúmeno, es decir, se estaba preparando para el bautismo. Sin embargo, el pueblo intuye algo profundo en este hombre y lo elige. Así, la Iglesia tuvo a uno de sus obispos más grandes y a un doctor de la Iglesia", reflexionó Prevost, quien incidió en que al principio, el elegido no quiere, aunque "luego comprende que es una llamada de Dios, así que se deja bautizar y ordenar obispo".

"¡Y se convierte en cristiano haciendo de obispo! ¿Veis qué gran regalo hacen los pequeños a la Iglesia? También hoy es una gracia que hay que pedir: ¡convertirse en cristianos mientras se vive la llamada recibida! ¿Eres madre, eres padre? Conviértete en cristiano como madre y padre. ¿Eres empresario, obrero, profesor, sacerdote, religiosa? Hazte cristiano en tu camino. El pueblo tiene este «olfato»: entiende si nos estamos haciendo cristianos o no. Y puede corregirnos, puede indicarnos la dirección de Jesús", trazó el Papa.

"Así también Dios hace avanzar a su Iglesia, mostrándole nuevos caminos. Intuir es el olfato de los pequeños para el Reino que viene. ¡Que el Jubileo nos ayude a hacernos pequeños según el Evangelio para intuir y servir los sueños de Dios!", culminó.